Publicado para hoy 20 de junio
Internacionales/ Contrastes
Cubamatinal/ Nadie duda que la coartada histórica por excelencia del régimen cubano es el diferendo sostenido por más de cinco décadas con los Estados Unidos. Sartre en su momento de entusiasmo por la entonces joven revolución, dijo que si los Estados Unidos no existieran, los revolucionarios tendrían que inventarlos. Aunque la esencia es esta, la cita no es literal.
Por Juan González Febles
La Habana, 18 de junio /PD/ El actual diferendo, es un problema entre el gobierno de los Estados Unidos y el gobierno verdeolivo vitalicio de la Isla. Si los americanos desde Washington deciden de forma sorpresiva y unilateral levantar el embargo contra el régimen cubano, este último habría perdido su coartada histórica y los yanquis un antiguo y al parecer incurable dolor de cabeza. Pero esto es mucho más wishful thinking, que alternativa política real.
De todos modos, nadie que no esté muy bien situado en los centros de poder de Washington y La Habana, podrá hacer cosa alguna en este sentido. Lo que si puede hacer cualquier hijo de vecino, cubano o no, desde Cuba y también fuera de ella es tratar de deslindar los bordes imprecisos del diferendo.
El mundo en que vivimos acepta coexistir con la tortura en las cárceles cubanas y la violación consuetudinaria de los derechos humanos en la Isla. Se hace porque el régimen cubano está “justificado históricamente” para cometer cualquier cantidad de excesos en nombre del diferendo.
En los Estados Unidos, salvo alguna que otra disposición administrativa, no se violan derechos ciudadanos en función del diferendo. Las ya mencionadas disposiciones administrativas que pudieran resultar lesivas al derecho o a la interpretación del derecho de los americanos, pueden ser comentadas en la prensa y fuera de esta. Entonces, en los Estados Unidos, en agudo contraste con la Isla cercana, el diferendo no es un tema de competencia e interés inmediato de los yanquis. Ellos podrían vivir cincuenta y hasta cien años más con diferendo o sin él.
Todas o casi todas las consecuencias negativas del diferendo, se van de un sólo lado. ¿No sería adecuado que el gobierno de La Habana hiciera lo posible y hasta lo imposible, para zanjar de forma definitiva el dichoso diferendo? ¿No sería apropiado y hasta pensable poner una moratoria al abuso contra el ciudadano, a la tortura en las cárceles y a la violación consuetudinaria de los derechos humanos de todos los cubanos?
El esfuerzo principal de los damnificados directos por las consecuencias del diferendo, me refiero a los cubanos dentro y fuera de Cuba, debía encaminarse a exigir al gobierno de la Isla que haga lo necesario, lo posible y hasta lo imposible por ponerle punto final al diferendo. Para ello, pienso que antes de exigir algo al Congreso de los Estados Unidos, debía hacerse ante la Asamblea Nacional del Poder Popular.
¿Sería tan peligroso y desestabilizador proclamar en primera instancia una amnistía para todos los encarcelados por motivos políticos que no estén involucrados en actos de violencia y después, ampliarla para el resto? ¿Podría pensarse en que deje de criminalizarse la acción política pacífica opositora? ¿Sería posible devolver la ciudadanía arrebatada, (que no la cubanía) a tantos hijos de esta tierra privados de esta condición por el gobierno cubano, en función del diferendo? ¿Puede alguien afirmar que para tomar estas medidas sea imprescindible contar con lo que se haga en Washington y su Congreso?
Por esto no creo en ejercicios ciudadanos dirigidos a brillar desde pasarelas mediáticas o a ganar la complacencia de los que siempre han hecho su discurso desde la soberbia. Pero, ¿qué hacer cuando llegado el caso, se piden firmas para supuestamente romper el diferendo? ¿Cómo negar apoyo a la defensa del derecho de los yanquis a viajar como turistas a la Isla? No se trata de estar o no con los yanquis y sus derechos, el punto es sentirse más comprometido con los derechos por lograr de nuestra gente. Las víctimas primadas de siempre del viejo diferendo entre los dos gobiernos.
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