jueves, 24 de junio de 2010

LA BARCA SE HUNDE

Publicado para hoy 25 de junio


Por Osmar Laffita Rojas

Capdevila, La Habana, (PD) Con la actual política económica le será difícil al gobierno cubano remontar el PIB alcanzado en 1989. Falta programa que defina las líneas principales hacia donde va la economía. En realidad, todo indica va en picada.

En medio de los efectos perniciosos de la crisis mundial, mientras la economía cubana continúe secuestrada por la destructiva centralización y la desacertada estrategia, que en contra de toda lógica, aplican los ancianos gobernantes, es poco probable que puedan evitar que esta haga aguas por todas partes hasta que se hunda definitivamente.

Algunos entendidos sobre la materia económica han escrito y hablado de determinadas ventajas de la centralización, que en algunos momentos ayuda a las proyecciones económicas. Pero Friedrich von Hayek y Ludwig Von Mises, alertaron que la centralización podía convertirse en un poder utópico, sin base en la realidad económica.

Las autoridades han anunciado ajustes en el sistema empresarial, pero temerosos de lo que puedan provocar tan impopulares medidas, dan de largo a su puesta en práctica. No se deciden a aplicarlas porque saben que la economía cubana está sumida en una total inestabilidad, que se manifiesta en los bajos crecimientos, ralentizaciones y retrocesos.

El pasado año se produjo un decrecimiento de 1,1% del PIB, lo cual se ha reflejado negativamente en la economía en su conjunto. Los factores de crecimiento del PIB han descansado en las ventas de servicios (principalmente a Venezuela), turismo, níquel, productos biotecnológicos, pero persiste el desbalance en los intercambios comerciales, se compra más de los que se vende.

Los intentos de fortalecer el mercado interno han sido nulos, continúa la doble circulación monetaria y la productividad del trabajo no da señales de recuperación. Por su parte, la agricultura pasa por su peor momento. La producción agrícola al cierre del primer trimestre, reportó un descenso del 13%, con malos resultados en la cosecha de papa, malanga, hortalizas y frijoles.

Las remesas procedentes de los cubanos residentes en el exterior se han incrementado debido a la supresión de las medidas impuestas por la anterior administración norteamericana, lo que ha facilitado un significativo crecimiento de visitantes cubano-americanos, con amplia facilidades de estancia en Cuba y para traer dinero y paquetes a sus familiares. Al no disponer de cifras oficiales es aventurado hacer pronósticos de los efectos de ese dinero en el conjunto de la economía cubana, pero todo apunta que se ha beneficiado más de lo esperado. Al respecto, el gobierno, una vez más, calla.

Los descontroles económicos existentes en el sector empresarial propician la expansión de la perniciosa economía informal. A pesar de la despiadada persecución y represión a que son sometidos los dedicados al lucrativo mercado negro, las autoridades no han podido ponerle coto. Una muestra elocuente que por múltiples vías, el mercado estatal favorece el incremento de la corrupción.

Por sus incumplimientos de sus pagos de los servicios de las deudas, a las autoridades cubanas les es cada día más difícil encontrar acreedores extranjeros que le concedan créditos a bajos intereses a mediano y largo plazo. Eso hace que la situación financiera sea bastante tensa.

A lo anterior hay que sumar la crítica carencia de divisas. El año pasado, como consecuencia de la crisis económica que afectó a las principales economías del mundo, se produjo una drástica caída de los precios de los principales productos exportables. La situación de la economía cubana se agudizó con la calamitosa producción de azúcar, que no rebasó las 1,1 millones de toneladas, la peor zafra en un siglo.

Todas estas afectaciones han provocado que el gobierno pase por su peor crisis de liquidez, por lo cual impuso una cuestionada mora de pago a las empresas extranjeras, una especie de corralito financiero, prohibiéndole que repatríen sus ganancias, las cuales se elevan a los mil millones de dólares. De esa cifra, se adeuda la cuarta parte a 280 empresarios españoles.

Como consecuencia del agravamiento de la situación económica, en la que no hay la más mínima señal de cambio, este irresponsable inmovilismo ha propiciado que la población sea presa del pesimismo y la desesperanza más generalizada.

El asunto no se resuelve haciendo llamados a trabajar con eficiencia y con más disciplina, menos aún con discursos y consignas. Es imprescindible la introducción de los cambios que la población pide a gritos.

Foto: Marcelo López

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