Publicado para hoy 25 de junio
Por Manuel Aguirre Lavarrere (Mackandal)
Guanajay, Provincia Habana, (PD) La falta de todo lo esencial para la vida es la muestra indiscutible de un sistema en fase terminal. La falta de arroz, plato fundamental en la mesa del cubano, sobresalta a la ciudadanía, sin que se dejen de escuchar las protestas por la escasez de aceite en el mercado y otros productos de primer orden que desaparecen tan pronto asoman en algún que otro mercado dada la alta demanda de los mismos y la impotencia gubernamental para resolverlo.
“Se resolverá cuando el país sea capaz de producirlo”, según lo dicho por el gobernante Raúl Castro en uno de sus últimos discursos. Lo que equivale a andar en cueros hasta tanto se haga la ropa.
Todo esto es real, pero lo más triste en este mosaico de escaseces y alharaca ideológica para acallar lo primero, es la suspensión del beneficio que recibían los ancianos en Cuba. A ello se suma a la precariedad del transporte en las provincias, donde hasta el momento y por los aires que corren, no habrá solución a corto ni mediano plazos y donde la única y obligatoria opción son los incómodos camiones particulares que cada día se muestran más abusivos con el cobro del pasaje sin que el gobierno se digne a poner coto al asunto.
Y es precisamente aquí, en este punto donde vale la pena preguntarse: ¿Para qué voté? Los que vivimos al margen de las votaciones sabemos la respuesta. Sabemos que se vota para cada día tener menos, sin beneficio alguno y para ser cada día más humillados y llevados a la categoría de ciudadanos de desecho. Sabemos que se vota para vivir el sobresalto del día a día .Para ver el deterioro de una población de la tercera edad que acelera su paso hacia el patíbulo. La revolución, que les prometió bienestar y tranquilidad económica, los ha vuelto mendigos ante la guadaña sádica, satisfecha en verlos morir lentamente. Porque los tan cacareados beneficios sociales, son puro bla bla bla.
Foto: Marcelo López
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