Publicado para hoy 10 de julio
Por Lucas Garve
Mantilla, La Habana,(PD) Fueron los hermanos franceses Lumière los inventores de una maravilla tecnológica que todavía convoca a multitudes a asistir a una sala oscura para vivir la vida de otros.
El invento del cinematógrafo desembarcó en Cuba en las postrimerías del siglo XIX en las maletas del también francés Gabriel Veyre. Desde esa fecha a acá, en nuestra isla antillana millones de cubanos han pasado por las salas de los cines.
En la actualidad después del Festival Internacional de Cine de La Habana, el otro gran evento cinematográfico en Cuba es el Festival de Cine Francés.
El Festival de Cine Francés en la edición 2010 muestra en las pantallas de seis cines capitalinos un conjunto de corto y largo metrajes amplio y diverso. Tan es así que es la muestra de cine francés más importante y numerosa fuera de las fronteras galas.
El público interesado acude a las salas de cine desde el 18 de junio hasta el 7 de julio en busca de un encuentro con una cinematografía que les propone una manera de hacer diferente a la que está habituada a ver. Las películas en exhibición abordan temas muy interesantes y contemporáneos.
Auspiciado por organismos culturales cubanos e instituciones y firmas francesas asentadas en Cuba, este Festival nos ofrece a los cinéfilos cubanos la oportunidad de aproximarnos a una cultura nada ajena a la nuestra.
Generalmente, las películas obedecen a la línea del cine de autor. En ellas, la mano del realizador está presente para imponerles el sello de su autoría, aunque no deje de ser una producción de la industria cinematográfica gala.
Particularmente en esta edición, la abundante presencia de cortometrajes caracteriza la muestra y sirve de ilustración del desarrollo alcanzado en la producción francesa de animados. Especialmente en animados para adultos, lo cual no deja de ser interesante por no estar acostumbrados a este tipo de oferta cultural. Resalta entre estos el empleo de la computación en el logro de la animación con técnica bi y tridimensional lo que añade un interés suplementario al resultado artístico.
En más de una década de festivales de cine francés, los descendientes de los hermanos Lumière se han ganado un público admirador de estas producciones y al mismo tiempo ofrecen una mirada diferente de ver el mundo, sus gentes y sus costumbres.
El Festival de Cine Francés de La Habana es una ventana por la que el reflejo de la cultura francesa penetra en la mirada de los espectadores. De esta forma la visión cultural de los cubanos queda enriquecida con el matiz tan propio de las producciones francesas. Esto último atribuye un interés añadido a la presencia de una cinematografía que no cesa de atraernos.
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