Publicado para hoy 10 de julio
Por Miguel Iturria Savón
El Cotorro, La Habana,(PD) Desde hace una década los críticos hablan de la poética barroca, telúrica y zoomorfa del pintor Ibrahim Miranda Ramos (Pinar del Río, 1969), quien expone su enjambre de metáforas en la galería Villa Manuela de la UNEAC, donde nos invita a desentrañar sus alegorías sobre Cuba y el mundo a través de las serigrafías de sus series Castigo, Cautiverio y Mapas, hilvanadas bajo el carpenteriano título Los Pasos perdido, del cual se apropia mediante una xilografía sobre papel, que ofrece un rostro tatuado por ríos y escoltado por carretas con mercancías sobre un fondo rojo.
En uno de los salones de Villa Manuela Miranda sorprende al visitante con una instalación de telas multicolores y dimensiones variables titulada Sin destino. Las telas parecen un pretexto para volver a los ríos e inferir los límites y los caminos cruzados que entrelazan las búsquedas del hombre. La tendenciosa cercanía entre el Nilo, el Tigris y el Danubio con el Hudson, el Yantzet, Ganges y Mekong ejemplifica la abarcadora mirada geográfica del creador.
La búsqueda de caminos y las inquietudes filosóficas de Ibrahim Miranda se vislumbra en las sugestivas figuras recreadas en los mapas. La originalidad de su cartografía pictórica galopa en las serigrafías Un cerdo en Sao Paulo, Un toro en Tel Aviv, Caballo en Madrid, Elefante en Berlin, La bestia de Sanlúcar y Caballo en Londres, las cuatro primeras del 2007, las siguientes son acrílicos sobre tela del 2010.
Si bien esta mapoteca surrealista parte de una hermenéutica que desafía nuestros códigos y enigmas, vale suponer una conceptualización que va de la historia a la percepción del creador y su instrumental técnico, aunque inicialmente Ibrahim se inspiró en el poema de José Lezama Lima “Noche insular: jardines invisibles” y luego en la novela de Alejo Carpentier Los pasos perdidos.
Más la autenticidad de los mapas y el sentido filosófico narrativo de los mismos, conecta al artista con una ruta más cercana, la cartografía de Cuba, dada en dos series: Castigo y Cautiverio, ambas en collage sobre papel del 2006.
En la serie Castigo, el montaje fotográfico de una mujer desnuda que le pega al hijo deviene metáfora para sugerir el dolor de Cuba, entrelazada por mapas superpuestos que exteriorizan la noción de adentro y afuera: la Isla pega a sus hijos que, según las imágenes exteriores, dejan de sentir pero lamen y cargan con ella.
En la serie Cautiverio, de colores menos intensos, los límites intuidos son más externos y de connotación social: la discriminación genera emigración. Rostros, mapas y aves inducen espacios y búsquedas.
Otros códigos espaciales animan la poética y las inquietudes filosóficas del pintor Ibrahim Miranda Ramos, quien ha expuesto en otras galerías de La Habana, Suiza, España, Estados Unidos, Brasil, Austria y Canadá, e impartido conferencias sobre su obra en museos y universidades de Europa y América.
Hasta mediados de julio las serigrafías de Miranda nos esperan en las paredes de Villa Manuela, donde fluyen sus ríos y de los mapas saltan aves y animales que activan la reflexión, iluminan la memoria y enriquecen nuestra imaginación.
culturakiss@yahoo.es
Foto: Ana Torricella
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