
Periodista independiente y escritor, reside en La Habana Vieja. ramon597@correodecuba.cu
Por Ramón Díaz-Marzo
Habana Vieja, La Habana,(PD) Recientemente al conocido cantante “Silvito el libre”, hijo del cantautor Silvio Rodríguez, y que eventualmente forma parte de la aguerrida banda de hip-hop “Los Aldeanos” que se han destacado por su arte contestatario contra la dictadura reinante en Cuba, le han permitido viajar a Venezuela para exponer su arte. Y los medios extranjeros de prensa han comentado que a “Silvito el libre” le han consentido hacer lo que para otros raperos está prohibido: salir de la Isla con posibilidades de regreso, y todo por llevar el apellido de su padre.
En realidad, la salida de Cuba de unos cubanos y la prohibición de salida para otros cubanos es un misterio que algún día, tal vez, sabremos en qué consistía. Pues no sólo es “Silvito el libre” el único que sale y entra de la Isla. La lista es extensa. Tenemos, en el mundillo de los escritores a figuras tan notables como Antón Arrufat, y una figura en proceso de crecimiento como Antonio José Ponte. Claro es que, este último, que ya había salido y entrado a Cuba en varias ocasiones, en su último viaje decidió quedarse; alegó que ya sentía que la atmósfera que le rodeaba en la Habana era enfermiza y no la soportaba más.
Antes de que comprendiera o sintiera que la atmósfera de la Habana era enfermiza y no la podía soportar más, la dictadura le otorgó el premio de la crítica y hasta le permitieron hablar contra la UNEAC en una sesión de la misma que se celebró un sábado en el pequeño teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, y donde, no estoy seguro si fue allí, le dieron la oportunidad de renunciar y entregar el mierdero carnet que hacía constar que era un miembro de la UNEAC.
No tengo todos los nombres, pero son muchos los artistas que entran y salen de Cuba y que no necesariamente simpatizan con el régimen de los Castro. No obstante, la pregunta de por qué unos sí y otros no, se mantiene en pie. Personalmente nunca he tenido la suerte de salir de Cuba. Creo que soy un rehén. Pero si algún día salgo, no sólo me quedaré porque estoy sintiéndome rodeado de “una atmósfera enfermiza que ya no soporto más”, sino porque mi mente ya se encuentra harta de tanta represión antes de dedicarme a escribir y después que me dediqué en serio a escribir.
De todos modos, tengo que agradecerle a la dictadura cubana que nunca me hayan permitido salir de Cuba, de un modo o de otro, pues ayudaron a que el escritor que hay en mí se salvara de las furias de la juventud. A estas alturas de mi vida, ya he escrito, aunque todo no está publicado, los libros esenciales que tenía que escribir. Si hubiera salido cuando joven de Cuba, tal vez el sexo, las drogas, no me hubieran permitido escribir y los libros de marras no existirían. Hay un proverbio árabe que reza: “Lo que sucede conviene”.
Así que no nos sorprendamos de ver a “Silvito el libre” en Venezuela, y a Antón Arrufat participar en un programa de televisión en Miami, según me contaron de buena fuente, y que luego regresan a la Isla y no les sucede nada.
Repito: este trapicheo de personalidades es un misterio para cubanos menos afortunados y menos informados de las maniobras de poder que la nomenclatura realiza desde sus alturas en combinación con los internacionales cómplices gratuitos o que conscientemente practican la hijeputiña.
Ya es hora de hacer evidente que para algunos escritores la salida y regreso a Cuba es un camino sembrado de flores, mientras que para otros, como Raúl Rivero, Manuel Vázquez Portal, y los que jamás llegaron ni a la esquina de su casa y se suicidaron y ahora nos observan desde la Dimensión Desconocida, ha sido una guerra sin cuartel.
Algún día, cuando Cuba sea libre, los cubanos de a pie no tendrán que contar con las maniobras de poder de un grupito de ancianos gobernantes, ni nos importará quién entra y sale de la Isla. A fin de cuentas, la vida es muy corta para estar preocupándose por futilidades que no traerán mejoras a la vida del pueblo cubano.
ramon597@correodecuba.cu
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