viernes, 13 de agosto de 2010

El OTRO MACHADO

PUBLICADO PARA HOY 14 DE AGOSTO


Por Jorge Luís González Suárez

El Cerro, La Habana, (PD) La historia de Cuba está por escribirse. La afirmación que aquí sostengo la he oído por boca de numerosas personas con instrucción y que poseen diferentes posiciones políticas en la actualidad.

Uno de los aspectos más controversiales es el relativo a las figuras de la etapa republicana. Cuando se realiza alguna cita con referencia a estos personajes, la conclusión es que eran o muy buenos o muy malos.

El caso de Gerardo Machado Morales es uno de los más significativos. Al mencionar a este hombre, ante todo debemos recordar que fue un patriota de nuestras luchas por la independencia.

Nacido el 29 de noviembre de 1871 en Santa Clara, Las Villas, se incorporó al Ejército Libertador el 15 de junio de 1895 bajo las ordenes del teniente coronel Juan Bruno Zayas, con el grado de comandante. Alcanzó durante la contienda diferentes grados militares y ocupó las posiciones de escolta, teniente gobernador de su ciudad natal, jefe del regimiento de caballería y participó en numerosos combates. Al finalizar la guerra era ya general de brigada.

Después de su licenciamiento, fue electo y reelecto alcalde de Santa Clara desde 1900 hasta 1901. Ingresó en la Guardia Rural en 1903 con la jerarquía de teniente coronel. Durante el año 1908, pasó a ser segundo jefe del Ejército Nacional y ocupó después la plaza de inspector nacional en el mismo. Renunció a esta última tarea en 1911 y pasó a desempeñar la Secretaría de Gobernación del gabinete del presidente José Miguel Gómez. Se acogió a la ley del retiro militar en 1913 con el mayor grado alcanzado hasta que fue elegido a la presidencia. Comenzó en esta función el 20 de mayo de 1925 siendo la etapa más funesta en su vida pública.

Es durante su mandato donde se producen atropellos, asesinatos y violaciones de los preceptos democráticos por la imposición de la Prórroga de Poderes. En este tiempo es que aparece el famoso Plan de Obras Públicas ejecutado por Carlos Miguel de Céspedes. Este Plan, pese a ser un medio de enriquecimiento para la cúpula gobernante, favoreció el desarrollo del país.

Este presidente fue el primero en darse cuenta de la necesidad de reestructurar la división política-administrativa de la capital. Propuso el primer Plan Director para La Habana insertado dentro de la ley del programa antes mencionado.

Mediante el contrato realizado al célebre urbanista Forestier se proyectaría la rehabilitación de la parte urbana, incluyendo el Gran Parque Metropolitano, en las márgenes del río Almendares, un nuevo centro de edificaciones gubernamentales y jurídicas en la Loma de la Ermita de los Catalanes, la Plaza Cívica, hoy llamada de la Revolución y un gran eje vial conectado a este centro de poder político.

Las obras serían iniciadas por Carlos Prío Socarrás, continuadas por Fulgencio Batista Zaldívar y concluidas el resto por el actual Gobierno Revolucionario; por tanto queda claro que el desarrollo urbanístico, que todavía se mantiene casi igual, no es producto del actual sistema.

Otras construcciones ejecutadas bajo el gobierno de Machado fueron el Capitolio Nacional, el Parque de la Fraternidad Americana, la Avenida de las Misiones, la Plaza del Maine, la Escalinata Universitaria, el Hotel Nacional, la Carretera Central, la Avenida de Rancho Boyeros, el Aeropuerto Internacional, los Hospitales de Maternidad, Infantil y Militar de Marianao entre varias más.

También presentó un programa de gobernación basado en la reducción de la zafra azucarera, la diversificación agrícola e industrial, la reforma arancelaria y una reforma constitucional que si no eliminaba todos los aspectos negativos anteriores era un paso progresista en su tiempo.

Es importante insistir en que todas las labores realizadas como parte de una política económico-social coherente no exculpa la forma dictatorial y represiva adoptada durante esta etapa que añadida a la crisis económica de 1929, perjudicó bastante al pueblo.

Enumerar algunos de los aspectos positivos de Machado que casi siempre se obvian al escribir nuestros anales en los libros actuales, resulta necesario pues así se puede comprender y entender mejor el pasado. Debemos conocer este con sus defectos y virtudes. De esta manera es que podremos enjuiciar con un criterio objetivo aquello que ocurrió y definir con una línea más correcta el futuro y el camino a seguir.

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