viernes, 13 de agosto de 2010

METÁFORA TEATRAL DE CUBA

PUBLICADO PARA HOY 14 DE AGOSTO


Por Miguel Iturria Savón

El Cotorro, La Habana, (PD) Un amigo de Miami me dijo por Internet el viernes pasado, que en julio vio dos obras teatrales que representaron a la isla en festivales de los Estados Unidos, “donde hay una verdadera invasión de artistas cubanos, incluidos orquestas, trovadores, reguetoneros y grupos danzarios y de teatro, casi todos muy buenos, aunque algunos irritan por la ambivalencia de su música o las declaraciones que realizan, sin pensar que aquí no hay problemas de propaganda enemiga, ni de diversionismo ideológico”.

Las agrupaciones teatrales que representaron a Cuba en los Estados Unidos fueron El Público y Buendía, colectivos renovadores por su forma de hacer y concebir el teatro. El primero llevó Las amargas lágrimas de Petra von Kant, exhibida dentro del Out in the Tropics del GLBT Perfoming Arts Theater, en el Colony Theater, de Miami Beach. El segundo mostró su versión de La visita de la vieja dama y Charenton, estrenada en La Habana y apreciada ahora en el Festival Latino de Teatro, organizado cada dos años por el Goodman Theter de Chicago, de donde pasaron al escenario miamense del “Manuel Artime”.

No abordaré las tres propuestas, cuyos enfoques, montajes y estrategias de encantamientos revela la pluralidad del teatro insular, signado por temas universales y locales, la sobriedad escenográfica y diálogos que implica a los espectadores, cuya avidez se aprecia en las salas habaneras.

Me detendré en La visita de la vieja dama, comedia cruel y descarnada reescrita por Flora Lauten (directora) y Raquel Carrió (asesora) sobre el original del alemán Friedrich Durrenmatt, cuya línea argumental conserva, pero con un elenco menor que condensa personajes y cambia detalles del lenguaje y el estilo narrativo, lo cual favorece su cercanía a lo nuestro.

Con La visita de la vieja dama, el Buendía ofreció una metáfora teatral del acontecer cubano, marcado por el encierro, la miseria y la intolerancia. Tras décadas de expulsión Clara Zajanin retorna enriquecida al empobrecido pueblo de Gula, donde es recibida como hija pródiga y talismán de futuro. Ella evoca su pasado de sombra y frustraciones, la traición del amante juvenil, convertido en alcalde, quien será centro de sus venganzas, mientras los pueblerinos que la aborrecieron la adulan en espera de créditos y otros favores.

Tan abarcadora mirada escénica parece un pretexto para dialogar con el público sobre problemas que erosionan la existencia humana, recreados desde la magia teatral, con actuaciones excelentes, música en vivo que acentúan la nostalgia mediante la mítica voz de Martha Strada, y asociaciones alusivas al contexto insular, como si para el elenco de Buendía las piezas foráneas sirvieran de soporte a nuestros imaginarios y utopías. la forma de abordar lo mítico y lo cotidiano y de problematizar sobre el presente y el futuro.

Hay derroche de encanto y soberbias actuaciones en ese retablo de pasiones escénicas, donde la comedia le gana la partida a la tragedia y las máscaras revelan algunas claves de lo mítico y lo cotidiano, sin evadir los problemas del presente y el futuro.

Quienes seguimos la escena insular, sabemos que el Teatro Buendía, fundado en 1986 por la actriz y profesora Flora Lauten, parte de la inteligente selección de sus obras, cuyas versiones llegan al público y le hablan de los temas, retos y circunstancias que pueden mover sus vidas.

La favorable recepción del público y la crítica en Chicago y Miami a La visita de la vieja dama y Charenton, obras recientes de Buendía, debería estimular las búsquedas de este colectivo dramático, con sede en la iglesia copta de Loma y 39, municipio Plaza, donde sesionan, además, como Taller de investigación y Centro de formación de actores, directores y técnicos.

culturakiss@yahoo.es

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