PUBLICADO PARA HOY 21 DE AGOSTO
Por Dania Virgen García
San Miguel del Padrón, La Habana,(PD) Recuerdo que cuando era niña, mi mamá siempre tenía serios problemas para comprar los uniformes escolares para mí y mis hermanas. Nunca aparecían cuando tenía que comprarlos, antes del inicio del curso. Cuando los localizaba en alguna tienda, tenía que hacer largas colas, con el corazón en la boca por el temor de que no alcanzaran para todos los que esperaban. Cuando con disgusto compraba aquellos uniformes, raras veces encontraba las tallas que buscaba. Entonces, casi a última hora, tenía que empezar a coser los uniformes de cinco hijos.
Cuando salías para la escuela, parecía que ibas para un circo o una fiesta de disfraces. Pero, por suerte, era muy difícil que se burlaran de alguien. Los demás niños estaban en la misma situación. Todos parecíamos mamarrachos. Y las mamás, ¡las pobres! orgullosas de haber hecho lo mejor posible con la aguja y el hilo.
Para cuando mi hija empezó la escuela, todo seguía igual. O peor. En mi caso, tenía una sola hija por quien preocuparme por conseguir el uniforme y luego arreglárselo, porque nunca había la talla de ella. Pero no sé coser. ¿Se imaginan?
Ahora todo es idéntico a los años de mi infancia y la de mi hija. Siguen las colas (a veces de un día para otro) y las tallas invariablemente son demasiado grandes o demasiado chicas.
Pero por el noticiero de la TV nacional (el NTV, ese lugar idílico, casi de ciencia-ficción) repiten la misma mentira de que para el próximo curso escolar (este sí) que se inicia el cinco de septiembre, hay uniformes garantizados en cantidad y calidad en todos los municipios y se pueden comprar en cualquier tienda donde los haya.
¡Y que haya empleados y clientes, sonrientes a la cámara y asintiendo con la cabeza, que se presten para tal mentira!
En definitiva, no hay que hacer mucho caso al NTV. Tampoco en esto de los uniformes escolares. A prepararse las madres que no saben coser para pagar a las costureras que cobran como si fueran famosas, de alta costura y como si estuvieran en otro país porque todo lo cobran (hasta un dobladillo) en moneda convertible.
dania.zuzy@gmail.com
Foto: Marcelo López
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