viernes, 3 de septiembre de 2010

ANIMAR SONRISAS

PUBLICADO PARA HOY 4 DE SEPTIEMBRE




Por Juan Antonio Madrazo Luna


El Vedado, La Habana,(PD) Los cambios ocurridos en la década de los 90 en Cuba provocaron una metamorfosis en la estructuras de oportunidades y desigualdades relacionada con algunas condiciones de riesgo para las familias y la población en general.
Uno de los segmentos poblacionales más afectados por la cultura de la pobreza ha sido la infancia, particularmente los niños y niñas que habitan en comunidades en situaciones límite de extrema pobreza, muy marcados por la violencia intrafamiliar, la marginalidad, la deserción escolar.
Quienes habitan estas comunidades asumen conscientemente una cultura de la marginalidad, y reproducen hábitos y normas de vida inadecuadas.

Muchos de los núcleos familiares que ocupan las comunidades periféricas de la Habana Sur, que naturalizan la violencia como mecanismo de defensa, aparecen con frecuencia implicados en actividades delictivas.

Los niños que crecen en familias disfuncionales y extendidas desarrollan trastornos en sus conductas y dificultad en el aprendizaje, carecen de una adecuada protección filial, principalmente paterna, viven en condiciones de promiscuidad y hacinamientos donde las condiciones habitacionales son precarias y la intimidad es pública. Las familias que rodean a estos infantes se caracterizan por la poca comunicación, el uso predominante de la pedagogía del castigo y el bajo nivel educativo e informativo de la familia.

El grupo poblacional de mayor riesgo continúa siendo mayoritariamente la población negra y mestiza.

Investigaciones sociales realizadas por equipos multidisciplinarios del Instituto Cubano de Antropología del Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente, el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas y facultades de la Universidad de la Habana comprobaron que los niños procedentes de hogares con condiciones socioeconómicas y familiares adversas no eran adecuadamemente atendidos por lo que recibían el rechazo de maestros y condiscípulos, raramente recibían la atención pedagógica requerida y casi nunca eran seleccionado para actividades docentes y recreativas disminuyendo así sus posibilidades de participación e integración social.

Hay toda una espiral de violencia hacia los niños. En el Hospital Pediátrico de Centro Habana existen investigaciones muy exactas con niños con fracturas de cráneos, supuestamente por caídas. Se carece de todo un servicio especializado para la atención a víctimas de la violencia, tanto a mujeres como a niños pues la violencia en Cuba se registra como un asunto privado. Hay toda una cultura de la no denuncia con relación a la violencia intrafamiliar. A través de diferentes generaciones se legitima un proceso de naturalización de la violencia en la cual niños y niñas llevan la peor parte.
Se pudo comprobar también que en las relaciones interpersonales en la escuela primaria, maestros/alumnos, alumnos/alumnos se originan desigualdades de género, territoriales, raciales y socioeconómicas.

Con la apertura y desarrollo del turismo internacional a Cuba, muchos padres lanzaron a sus hijos a la calle en busca del pan de cada día. Más allá de los programas de prevención diseñados, es alarmante la presencia de niños y niñas que asedian a los turistas en los principales circuitos turísticos como el Capitolio Nacional, la Plaza de la Catedral, la Avenida del Puerto, la Plaza Vieja. Dichos niños participan de un mercado subterráneo de oferta y demanda, muchas veces amparado por la complicidad de las madres: ofertan desde una caja de habanos hasta la más inocente de las caricias infantiles.

Los niños necesitan de espacios de participación que contribuyan a mejorar su calidad de vida. El pasado 22 de Agosto la Red de Bibliotecas Cívicas Reinaldo Bragado Bretaña tomó por asalto la Comunidad de Tránsito La Esperanza, en Calabazar, municipio Boyeros, con la intención de ejecutar el proyecto ‘Animando Sonrisas’.

La Red más allá de ser una plataforma de comunicación social, es una aduana de intercambio que ha logrado establecer una comunicación horizontal en las comunidades en la cual ejecuta su radio de acción. Animando Sonrisas junto al desarrollo y ampliación del servicio de mensajería son dos de las iniciativas más dinámicas de este proyecto animado por su coordinadora nacional, Omayda Padrón.

Esta iniciativa ciudadana que no es una camisa de fuerza se ejecuta en otras comunidades como el Reparto Capdevila en Boyeros, el Reparto Dolores en San Miguel del Padrón y más recientemente en la comunidad rural Ojo de Agua, en el municipio Güira de Melena, en provincia Habana.

En dichas comunidades, según las investigaciones desarrolladas, la violencia contra los niños son diversas (físicas, psicológicas, sexuales, económicas): los padres hacen cotidiana la utilización del castigo y la violencia física como métodos educativos.

Hacer participar al niño de diferentes reacciones emocionales, restaurarle valores, hacerlo participar del rescate de juegos tradicionales infantiles es la mayor ambición del proyecto, que sin el beneplácito de algunos actores de las comunidades, sería imposible. Defender y proteger la infancia es una obligación de todos.

cubainterracial.gl@gmail.com


Fotos: Juan A. Madrazo

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