PUBLICADO PARA HOY 11 DE SEPTIEMBRE
Por Manuel Aguirre Lavarrere (Mackandal)
Guanajay, Habana,(PD) No es por casualidad el despego que muestra el régimen cubano con respecto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a pesar de Cuba ser firmante desde 1948, cuando fue proclamada. La Declaración fue acogida con beneplácito por varias decenas de países, pero no contó con la anuencia de los gobiernos que en aquel entonces constituían el bloque comunista.
Este desaire a la conciencia humana cobra en Cuba estatus oficial al estar intrínseco en la estructura y el espíritu mismo de la Constitución vigente, que obliga a la militancia de único partido y a la obligada fidelidad abyecta al socialismo.
Los regímenes totalitarios, por un elemental defecto de ideología y de los fundamentos políticos, son los peores violadores de las libertades y los derechos ciudadanos.
Los cubanos debemos sentirnos orgullosos de que el primer proyecto para la elaboración definitiva de la Declaración Universal de Derechos Humanos fue presentado por el eminente académico cubano, Dr. Ernesto Dihigo, que en aquel entonces fungía como profesor de la Universidad de la Habana.
Pero nos hemos visto privados de esos derechos al ser sustituidos institucionalmente en la Constitución de 1976, fuente de esclavitud, vileza y tiranía, que ha dado paso a segregaciones laborales, racismo evidente y una corrupción administrativa con un nivel de impunidad no visto nunca antes.
A pesar de los abusos y los privilegios de unos pocos, que no ha faltaron nunca en ninguno de los gobiernos que tuvimos, Cuba era un país pujante y soñador. La patria de Martí y de Maceo veía venir un proyecto de igualdad forjado por los mambises, para hacer prevalecer la justicia, la tolerancia y la equidad tan claramente proclamadas en cada una de las constituciones que tuvo el país.
Era la patria que no fue pisoteada y supo exigir el restablecimiento del orden constitucional cuando fue interrumpido por el cuartelazo de Batista en 1952. A propósito, triste papel jugaron los comunistas en aquel momento.
Blas Roca Calderío, secretario general del Partido Unión Revolucionaria Comunista, pactó con Batista en la Constituyente de 1940, apoyó su candidatura presidencial, lo que permitió a los comunistas, mediante una alianza ventajista, controlar la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) y obtener dos ministerios en el primer mandato de Fulgencio Batista (1940-1944) y en 1953 se opuso a la insurrección contra la dictadura. Pero luego de la instauración del estado totalitario, Roca, como Presidente de la Comisión rectora de la Constitución Socialista, ayudó a plasmar, por mandato y espíritu de servidumbre, las pragmáticas que no pudo incorporar por voto democrático en la Constitución de 1940.
makandalmm@yahoo.com
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