sábado, 9 de octubre de 2010
HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 10 DE OCTUBRE
El Jagüey de Yara en La Demajagua
• Santos católicos que celebran su día el 10 de octubre:
- En el Almanaque Cubano de 1921:
Santos Francisco de Borja y Luis Beltrán, confesores y Santa Eulampia, virgen y mártir
- En el Almanaque Campesino de 1946:
Santos Francisco de Borja y Luis Beltrán, confesores y Santa Eulampia, virgen y mártir
• Natalicios cubanos:
Sellén, Francisco: -Nació en Santiago de Cuba el 10 de octubre de 1838 y falleció en La Habana el 9 de mayo de 1907. Periodista, poeta, escritor y polígloto. Si como poeta alcanzó altura notable, como patriota libró el buen combate del separatismo. Desterrado a España por sus ideas, escapó y se alistó en la fracasada expedición de Goicuría; no aceptó luego la paz del Zanjón. Es uno de los fundadores del Partido Revolucionario del Apóstol, con el cual cooperó activamente en sus trabajos para libertar a la patria. De amplia cultura, no creyó desmerecerse en compartir las inquietudes y luchas del pueblo cubano: uno de los pocos grandes que comprendieron, admiraron y amaron a José Martí.
El 10 de octubre en la Historia de Cuba
• 1898 -
- Se reunió en Yaya, Camagüey, la Asamblea de Representantes que aprobó la nueva Constitución y eligió a las personas que debían integrar el gobierno y que fueron: Presidente, Bartolomé Masó; Vicepresidente, Dr. Domingo Méndez Capote y Delegado en el Exterior, Tomás Estrada Palma; Calixto García, lugarteniente del Generalísimo, confirmado en su alto puesto. La asamblea de representantes, presidida por el Dr. Domingo Méndez Capote, da lectura al Manifiesto de la Revolución rechazando la autonomía ofrecida tardíamente por España.
• 1871 -
- Ignacio Agramonte, al frente de 36 hombres, partió al galope para rescatar al general Julio Sanguily, que iba escoltado por 120 rifleros españoles. Fue tanto el ímpetu y la decisión que puso Agramonte al frente de su reducida comitiva para rescatar al cautivo, que después de una seria refriega consiguió su objetivo, escapándose el prisionero de sus conductores y volviendo al seno de sus compatriotas.
• 1868 -
- Grito de Yara - Alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes - La Demajagua y el Jagüey de Yara.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 573-574 nos describe los acontecimientos del 10 de octubre de 1868 en la Historia de Cuba:
“Carlos Manuel de Céspedes era un antiguo conspirador, conocido aspirante a un franco movimiento hacia la transformación política de Cuba, cuando, en 1868, comenzó a tomar participación en los trabajos revolucionarios iniciados por Francisco Vicente Aguilera. Todavía en los primeros meses de aquel año representantes suyos y emisarios de Juan Prim, el caudillo español, habían estado en contacto alrededor de los propósitos de derribar la dinastía borbónica en la Península y propiciar un nuevo régimen en la Isla. El ingreso de Céspedes en el grupo de agitadores orientales supuso trascendentes acontecimientos. Su energía vivaz y su resolución de grande hombre aportaron al acervo moral de los animadores de la independencia elementos psicológicos de que acaso hubiese carecido sin la presencia de varón tan inclinado a lances de riesgo y ventura.
"Aunque existió el acuerdo de no realizar el levantamiento sino a principios de 1869, "el 7 de octubre de 1868, y en el ingenio Rosario, propiedad de D. Jaime Santiesteban -relató Angel Maestre, uno de los allí presentes-, se reunió D. Carlos Manuel de Céspedes con todos los que trabajaban por la independencia de nuestra querida Cuba, para deliberar sobre la actitud que debía tomarse, puesto que el gobierno de España estaba en antecedentes de los trabajos que se practicaban, y no tardaría en tomar sus medidas. Daban las 12 de esa noche memorable, y bajo guardias armados se abrió la sesión, nombrándose presidente a D. Carlos Manuel de Céspedes, y vocales a D. Bartolomé Masó y D. Jaime Santiesteban, quien actuó como secretario. Después de una discusión general, se acordó extender en seguida el acta de la independencia de Cuba, la cual fue firmada por todos los concurrentes, y, levantada dicha sesión, nos retiramos a esperar los mandatos del superior jerárquico". La Revolución quedó entonces pendiente sólo del aviso de Céspedes, quien debía comunicarlo de un momento a otro.
"Los trabajos de Céspedes a principios de octubre de 1868 se desenvolvieron sin la intervención de Aguilera en ellos. Prácticamente, el propulsor sucedía al genitor. Aguilera concibió y preparó el plan revolucionario, pero su temperamento apacible, su moderación habitual y sus precauciones ante posibles reveses enervaban el ejercicio de su acción bélica. Céspedes, incorporado a la conspiración, contempló con ojo avizor la frustración de los planes guerreros, de que era servidor acérrimo, si, de posposición en posposición, se deparaba a las autoridades coloniales la coyuntura de conocer en sus pormenores la trama insurgente y asestar a ésta golpe mortal.
"Los sucesos se precipitaron con celeridad en la primera decena de octubre de 1868. Céspedes y sus seguidores extendieron el acta de la independencia de Cuba el día 7. Cuarenta y ocho horas después el conspicuo patriota, hecho ya jefe de la Revolución, comprendió que no podía retardar el estallido bélico, puesto que los funcionarios hispánicos conocían sus graves proyectos y se disponían a aniquilarlos. Y en la madrugada del 10 de octubre de 1868 se produjo el alzamiento de Céspedes, decidido a encabezar la causa por la cual se lanzaba a los campos de Cuba libre.”
• 1512 -
- El cacique Hatuey es quemado vivo por los conquistadores.
Emilia de Córdova
en Patriotas Cubanas
por la Dra. Vicentina Elsa Rodríguez de Cuesta
Nació esta insigne patricia en la finca “San José”, en el Termino Municipal de San Nicolás, provincia de la Habana.
De raigambre revolucionaria por ser su familia de ideas separatistas, Emilia de Córdova pasó su juventud iluminada por la idea gloriosa " de la libertad.
Paralelos a sus sentimientos patrióticos crecieron sus ideales caritativos, aumentando su piedad sin límites, las desgracias de los mambises que en la época trágica de Weyler eran conducidos al Foso de los Laureles, en la Habana.
Sacerdotisa de la caridad pública, asistió casi diariamente a la capilla de los patriotas condena dos a muerte y sus lágrimas regaron el sendero de los que por la fuerza de su ideal, marcharon al fatídico lugar donde sus vidas útiles y santas fueron inmoladas.
En su hermoso peregrinar, aquella joven esbelta, de rasgados ojos, tan negros como las noches de sus desventuras, ayudaba con eficacia a los compatriotas enfermos y colectaba fondos para la causa de la libertad.
Pronto, empero, se hizo sospechosa por su actuación, y las autoridades españolas radicadas en la Habana, ordenaron que fuera deportada de la isla.
Logró, tras múltiples esfuerzos, instalarse en Cayo Hueso y allí continuó la obra comenzada en Cuba, esperanzada en la conquista de sus más caros ideales.
Tiempo después en compañía de Clara Barton volvió a la Patria, enrolada en la Cruz Roja Americana, mereciendo una efusiva felicitación del Coronel Teodoro Roosevelt, por sus inmejorables servicios en la guerra Hispano-Cubano-Americana aquel celebre jefe de los famosos Rough Riders, supo apreciar los valores de la heroica mambisa, que cuidara con valor insuperable, enfermos y heridos, ya en los barcos de la flota de guerra, ya en los hospitales establecidos en la manigua cubana.
Terminada la contienda, restablecida la paz, logró del Gobernador Brooke, un empleo como oficinista pública.
El progresista americano, rompió, durante el Gobierno de Ocupación, el precedente de que sólo los hombres podían ocupar cargos públicos y desde entonces desempeñaron nuestras hermanas plazas en la administración del país, donde se desenvolvieron admirablemente.
Emilia de Córdova murió en la Habana el 13 de Enero de 1920.
Hace ya tiempo que sus conciudadanos queriendo exaltar la memoria de la mujer sublime que sacrificó tantas veces su belleza y su juventud, que por amor a la patria expusiera su vida sin titubeos ni recelos, le han levantado una estatua en un lindo parque de la barriada de la Víbora, en la Capital de la República, póstumo y merecido homenaje a quien se hiciera acreedora de una memoria perdurable en las generaciones presentes y futuras.
POR: GUIJE CUBA
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