martes, 12 de octubre de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 13 DE OCTUBRE


Cocodrilos en Santiago de Cuba
El Cocodrilo Poroso en Las Postalitas Cubanas
Los Cocodrilos en Los Reptiles


• Santos católicos que celebran su día el 13 de octubre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Eduardo, rey y Fausto, mártir y Santa Celedonia, virgen y mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Eduardo, rey y Fausto, mártir y Santa Celedonia



• Natalicios cubanos:

Agramonte y Piña, Eduardo: -Nació en Camagüey el 13 de octubre de 1842. Estudió medicina en Barcelona y viajó por Europa para completar su cultura. Regresó a Cuba, dedicándose al ejercicio de su profesión y al cultivo de las letras, que abandonó desde los primeros días del Grito de Yara para formar como combatiente en las fuerzas cubanas y renunciando puestos civiles por ello. Murió el 8 de marzo de 1872 en acción de guerra por la independencia de Cuba.



El 13 de octubre en la Historia de Cuba

• 1896 -

- Desembarcó el “Dauntless” (en su segundo viaje) en la desembocadura del río San Juan, provincia de Las Villas, al mando del brigadier Joaquín Castillo Duany y Miguel Betancourt Guerra y con 32 expedicionarios y pertrechos importantes de guerra, como un millón de cápsulas, un cañón de dinamita y sus proyectiles especiales, 1,100 rifles de varias marcas, 1,000 libras de dinamita, medicinas, etc. Terminada la descarga acertaron a pasar los cañoneros “Contramaestre” y “Ardilla”, quienes se apoderaron de una parte del parque, que todavía no habían podido recoger los patriotas por lo escaso de las fuerzas destinadas a dicha operación. Este barco llevó otras expediciones a Cuba.

• 1868 -

- Jiguaní fue el primer pueblo libre al ser invadido por los patriotas tres días después de declarada la guerra por Carlos Manuel de Céspedes. En este pueblo se reorganizaron los patriotas que libraron el combate de las Ventas de Casanova, en el cual fue derrotada la columna que mandaba el coronel Quirós.

• 1764 -

- Intendencia de Hacienda en La Habana.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 579-580 nos describe los acontecimientos del 13 de octubre de 1764 en la Historia de Cuba:

“La vuelta de La Habana de la dominación británica a la española no fue un hecho aislado y sin consecuencias. Por efecto de causas diversas, resultó centro y motor de mudanzas de todo genero. Además de la influencia ejercida por la soberanía británica en aspectos fundamentales de la vida colonial, ya por eso mismo, ya por nobles propósitos de rectificación, trajo el nuevo orden de cosas un programa amplísimo de mejoramiento. La Metrópoli había comprendido la necesidad de cambiar de sistema. Empezó por escoger oportunamente los hombres capaces de realizar su designio.

“El ramo de hacienda era uno de los que mayor atención demandaban de parte del Estado. Los años transcurridos desde los de la conquista no habían sido bastantes para sacar de su contextura embrionaria el ordenamiento económico de Cuba. Los hombres encargados de encauzar los destinos públicos tenían que aguzar su ingenio en busca de soluciones prácticas. ¿Cómo iba a ser posible en buena doctrina dejar las cosas a merced de la fortuna? ¿No era acaso lógico, previsor y saludable adoptar medidas tendientes a la reorganización de los ingresos y egresos del país? En la respuesta a tal interrogatorio estaba el secreto de una solución fructuosa.

“Así fue cómo nació el pensamiento de crear en La Habana la Intendencia de Hacienda. El problema de Cuba era estudiado en sus distintos aspectos. En la Corte tomó forma y fuerza el proyecto de establecer en la Colonia una dependencia reguladora de la vida económica, encauzando las entradas propias del Fisco, regulando el empleo de los fondos públicos, refrenando excesos y extirpando concupiscencias. La iniciativa se abrió paso. En 13 de octubre de 1764, resumiendo en un resultado práctico todas las gestiones realizadas, descendió del trono español la orden de instalar en La Habana la Intendencia de Hacienda.

“En España se buscó a un funcionario digno de ocupar la intendencia creada en 13 de octubre de 1764. La elección recayó en Miguel Altarriba, de cuyas aptitudes hablaban los servicios prestados en la invasión de Portugal. Sus esfuerzos en Cuba respondieron a la confianza en él depositada. Se posesionó del cargo y entró en funciones en 15 de febrero de 1765. Desplegó desde luego a atividades extraordinarias. El cultivo del café, los gastos de las fortificaciones, el secuestro de los bienes de los jesuitas expulsados del país y la disciplina en la administración pública fueron otros tantos motivos alrededor de los cuales giró la perseverante labor del intendente Miguel Altarriba.”




Miguel Jerónimo Gutierrez
en Próceres
por Néstor Carbonel

“Nació el 15 de junio de 1822.”
“Murió el 20 de abril de 1871.”


“En Cuba, como en Grecia, los poetas han sabido también ser caudillos. En la guerra de los diez años fueron muchos los que cambiaron la lira por la espada: la abyecta ciudad por la montaña rebelde! Uno de los que más renombre alcanzó en la cruzada estupenda iniciada por Céspedes, fue Miguel Jerónimo Gutiérrez, trovador de amores en la paz infame de la colonia, y tribuno y legislador y soldado en la guerra sin cuartel por la independencia. El ruido de los hierros al chocar intimida sólo a los poetas femeniles, pero no a los que, siendo poetas, no han dejado de ser hombres. Al trabajo, al estudio, a predicar entre los suyos el bien y la justicia., estaba dedicado Gutiérrez, cuando la patria llamó a sus hijos a pelear. Y entonces, hijo ferviente de la patria, salió a pelear, y a caer sin ventura en un trágico idilio de la traición y la venganza...

“Cuba tiene todavía en olvido a muchos de sus más grandes hijos: en cambio tiene a otros, enanos de cuerpo y alma, elevados a alturas considerables... Verdad que hay quien sube como sube la piedra que tiene encima una montaña sube con la montaña! Otros son montañas, y no suben porque son lo alto...

“Nació en Santa Clara. Fueron sus antecesores gente buena y honrada. En el Colegio de los Padres de San Francisco de Asís, establecido en aquella ciudad, recibe instrucción primaria. De este colegio fue uno de los alumnos predilectos, tanto por su amor al estudio como por sus bellas prendas morales. Apasionado por la literatura, casi niño, comienza a colaborar en el periódico titulado El Eco de Villaclara; y a los veintidós años, ensortijado el cabello, soñadores los ojos, el alma como un pájaro, es considerado un poeta. Su casa fue en ese tiempo lugar de reunión de cuantos rendían culto a la divina poesía, ya en prosa, ya en verso. Hay poetas en prosa, y hay quienes escribiendo versos no son poetas. Partidario ferviente de la enseñanza, y conocedor de la necesidad de extenderla entre sus paisanos, vivía predicando las ventajas de la escuela y el deber en que estaba cada uno de cultivar su inteligencia.

“En la obligación de ganar el pan, dedicóse al ejercicio de la profesión de procurador público, profesión en la cual, por sus simpatías personales, y por su competencia reconocida, tuvo siempre mucho trabajo. Casado en 1849, supo fundar un verdadero hogar. En 1866, con motivo de haber llegado a Villaclara Eduardo Asquerino, director de un importante periódico que se publicaba en Madrid, y que abogaba por las reformas ultramarinas, hubo fiestas y banquetes. En uno de los efectuados con ese motivo habló Miguel Jerónimo Gutiérrez. Su discurso fue un himno a la palabra hablada, y un himno también a las reformas y a todas las ideas trascendentales que pregonaran progreso y bienestar.

“Gracias a Gutiérrez y a Eduardo Machado, triunfó en 1866 la candidatura de Manuel Fernández Bramosio, como comisionado por Villaclara a la Junta de Información. Esta Junta de Información en nada contribuyó a mejorar la situación política de los cubanos que en ella pusieron grandes esperanzas. Desilusionados él y otros muchos hijos prominentes de Villaclara, fundan un Comité Revolucionario, del cual es nombrado Presidente.

“Es un hecho que aquellos hombres, sin noticias de si en Oriente y el Camagüey se conspiraba en favor de la independencia, conspiraban y preparaban la guerra para la conquista de la libertad. Sin conocimiento, Gutiérrez y sus compañeros, del movimiento revolucionario que habrían de capitanear Céspedes y Aguilera, el Comité de Villaclara quedó pendiente de las órdenes de José Morales Lemus, presidente de la Junta de la Habana, quien le ofreció armas y municiones, las que irían en una expedición que desembarcaría en aquella provincia.

“Apenas se conoció en Las Villas el levantamiento de Céspedes en la Demajagua, el alma del pueblo iba y venía como una marejada. Mucho hubo que contener para que los villareños no se fueran al campo sin esperar la hora propicia que sus jefes venían aguardando. Llega enero del año 1869: la revolución sigue su curso en Oriente y Camagüey. Al principio se pensó en poder sublevar, en favor de la revolución, la guarnición española de Santa Clara. Pero esto fracasa, razón por la cual Gutiérrez sale para la Habana, donde conferencia con los hombres de la Junta Revolucionaria, quienes le aconsejan que espere órdenes. Con ese criterio vuelve a Santa Clara. Pero ya en su pueblo natal, comprueba, por los distintos choques personales que habían tenido lugar entre cubanos y españoles, que era imposible esperar más, y resuelto se echa al campo, seguido de familiares y amigos, proclamando la independencia de Cuba.

“El pronunciamiento de las Villas tuvo efecto el día 7 de febrero de 1869, en la finca Cafetal, propiedad de José González. En esta finca, enclavada entre Santa Clara y Manicaragua, se congregaron algunos miles de insurgentes. Allí se reunieron las fuerzas de Remedios, mandadas por el polaco Roloff; las de Trinidad, mandadas por los hermanos Cavada; las de Cienfuegos, mandadas por los hermanos Díaz de Villegas; las de Sancti Spíritus, mandadas por Honorato del Castillo, y las de Esperanza, Ranchuelo y otros pueblos de la provincia. La bandera que los villareños enarbolaron fue la misma que López tremoló en Cárdenas y más tarde en Las Pozas, y fue hecha por manos femeninas, las de la señorita Inés Morillo Sánchez, ungidas por el más puro patriotismo.

“En el mismo lugar se designó general en jefe de las fuerzas sublevadas en las Villas a Florentino Jiménez Favelo, quien renuncia el cargo, recayendo entonces en Joaquín Morales Enríquez. Miguel Jerónimo Gutiérrez redacta una proclama dando a conocer los móviles de la revolución. Aunque un numeroso contingente siguió a los directores de la guerra en esa provincia, las tropas carecían de disciplina y de armas con que emprender las operaciones. Solamente había armados unos doscientos hombres y para eso con escopetas los más. Esta situación, esta falta de armas y municiones, hizo que las gentes se sintieran desmoralizadas y comenzaran las presentaciones, nuncio de la muerte de la rebelión en aquel pedazo del territorio cubano. Reunidos para tratar de la difícil situación distintos jefes de fuerzas, Miguel Jerónimo Gutiérrez fue partidario de que se pusieran todos en camino de Oriente, no con el fin de quedarse allí, sino con el de pedir recursos a Carlos Manuel de Céspedes. La idea, aunque tuvo de opositores a Roloff y a Eduardo Machado y a otros, se puso en práctica, y marcharon a los pocos días camino del Camagüey, en viaje a Oriente.

“En el trayecto tuvieron noticias de la desavenencia existente entre los revolucionarios de Oriente y Camagüey. Unos y otros trataron de ganarse a los de las Villas. Llegados a Guáimaro los de las Villas, tuvieron una reunión preliminar con los distintos representantes de la Asamblea de Camagüey y de Oriente, entrevistas que dieron por resultado concertar una Constituyente, la cual sería la encargada de redactar la Constitución, base del establecimiento del Gobierno. Indudablemente la presencia de los villareños en el territorio camagüeyano, primero, y luego en el oriental, fue sin duda la primera piedra puesta para la unión de todos los cubanos en una sola aspiración y un sólo afán: la independencia y la república. Y todo esto fue obra, más que de otro, de Miguel Jerónimo Gutiérrez, quien con su inteligencia y su gran corazón sabía guiar y enfrenar pasiones.

“En la Asamblea de Guáimaro, Gutiérrez tomó parte importante. Nombrado vicepresidente, de la misma, por ausencia frecuente de Salvador Cisneros Betancourt, tocóle presidir continuamente. El era quien ocupaba la presidencia de la Cámara cuando, reunida el 17 de diciembre de 1869, acordó deponer a Manuel de Quesada del cargo de general en jefe del Ejército. Partidario de la anexión de Cuba a los Estados Unidos, tomó parte en el acuerdo de la Cámara solicitando del Gobierno de la gran nación la incorporación a ella; y más tarde, con motivo de la conmemoración del 4 de julio, aniversario de la declaración de independencia de los Estados Unidos, pronunció un discurso en el cual augura que Cuba pasaría a ser americana, a ser una estrella más en su constelación de estrellas. Indudablemente el alma de Cuba, el pensamiento de sus más grandes hijos, andaba extraviado en aquellos tiempos. Sólo así se explica que habiendo ido al monte a morir por la independencia, solicitaran la anexión!

“Durante uno de los recesos de la Cámara, en 1871, Miguel Jerónimo Gutiérrez, ansioso de hallarse cerca de los suyos, en su patio, pasa la trocha de Júcaro a Morón y se incorpora a las fuerzas del general Villamil. En la región villareña se encontraba, acompañado de un grupo de hombres, cuando, delatado por un tal Juan Castellón, es sorprendido en el monte nombrado El Purgatorio, por guerrilleros desalmados, los cuales lo encuentran tendido en su hamaca, y le disparan a quemarropa, hiriéndolo gravemente, y luego -¡martirio horrible!- desangrado, lo atraviesan en un caballo, y así lo llevan una larga jornada, mientras el pobre dejaba entre las breñas del sendero, jirones de su propia carne, los últimos alientos de su vida, de aquella vida meritísima y gloriosa.

“Su cadáver, espantados los cobardes asesinos, no quisieron llevarlo al cementerio de Sancti Spíritus, y lo enterraron no se sabe dónde, o lo dejaron tal vez insepulto para que de él se hartaran los perros jíbaros y las auras...”




POR: GUIJE CUBA

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