miércoles, 13 de octubre de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 14 DE OCTUBRE


Transporte en Camión en Cuba


• Santos católicos que celebran su día el 14 de octubre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Calixto, papa y Evaristo, mártires y Santa Fortunata, virgen y mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Calixto, papa y Evaristo, mártires y Santa Fortunata, virgen y mártir



• Natalicios cubanos:

Bernal, Calixto: -Nació en Camagüey el 14 de octubre de 1804 y falleció en Madrid en 1885. En 1822 se recibió de abogado en La Habana, pasando a ejercer la profesión en su ciudad natal. En viaje de salud emprendió rumbo a Europa en 1841, estableciéndose en Madrid en 1842. En 1844 publicó “Impresiones y recuerdos”; en 1848, “Teoría de la autoridad”, traducida a varios idiomas; en 1877, “El Derecho. La Democratic au XIX siecle”, en francés, que publicó luego en español con el título de “Pensamientos sobre reformas sociales”. En 1866 fue electo por su ciudad para formar parte de la Junta de Información y por el partido autonomista Diputado a Cortes. Sufrió persecución en los postreros días de su vida por su amor a Cuba.



El 14 de octubre en la Historia de Cuba

• 1818 -

- La Economía Política en la Sociedad Patriótica.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 581-582 nos describe los acontecimientos del 14 de octubre de 1818 en la Historia de Cuba:

“La influencia ejercida por el capitán general Luis de las Casas en el progreso intelectual de Cuba se exhibió en forma varia. Para los días coetáneos y para los venideros fue saludable el ejemplo de altruismo, celo y diligencia de aquel modelo de gobernantes. Así como no le faltaron colaboradores generosos y dignos, tampoco se echaron de menos después de abandonar él la dirección del país elementos ganosos de continuar su obra. No había de ser detestable y nefando cuanto en la Colonia se desarrollaba. En medio de las tormentas de la política y de los resabios del absolutismo surgían alientos loables.

“Verdad grande fue aquella según la cual a las ventajas inherentes a la creación de la Intendencia de Hacienda se unieron a lo largo de varias épocas los beneficios emanados de la gestión realizada por muchos de los que asumieron el manejo de ramo tan importante. Alejandro Ramírez, llegado a Cuba en 1816, al comenzar el gobierno del general José Cienfuegos, ofreció prueba de lo acabado de aseverar. Sus lauros anteriores, cosechados en Guatemala y en Puerto Rico, no pudieron parecer inmerecidos a los ojos de quienes eran en la principal de las Antillas testigos de sus afanes en pro de la cosa pública. El consenso general lo señaló como digno ocupante del cargo a que no poco prestigio había deparado José Pablo Valiente.

“Los antecedentes favorables que databan de la época de Luis de las Casas y las iniciativas felices de Alejandro Ramírez concurrieron, en armónico concurso, a mejorar las condiciones de la Real Sociedad Patriótica, cuya inauguración había presidido precisamente el primero de aquellos servidores útiles y probos de los intereses públicos.

“En la segunda década del siglo XIX se multiplicaron los adelantos de la benemérita corporación. La educación primaria, el cultivo del arte pictórico y el jardín botánico, entre otros progresos, merecieron especial atención en el seno de la Real Sociedad Patriótica. Sus componentes tuvieron el acierto dichosísimo de llevar a su dirección al propio Ramírez, incansable en la propulsión del bien común.

“La vida y naturaleza de la Intendencia de Hacienda demostraba que la marcha económica era regida por cánones científicos. La Real Sociedad Patriótica asumía papel sobresaliente en la evolución de la cultura de Cuba. ¿Cómo había de parecer extraño que en el seno de la Corporación, y en el curso de la segunda década del siglo XIX, se fundase una cátedra de economía política? No podía parecer extraña tal novedad a quienes seguían de cerca las orientaciones de los varones justos de la Colonia. El 14 de octubre "de 1818 fue un día feliz para La Habana. El establecimiento de una cátedra de economía política en la Real Sociedad Patriótica marcó aquella fecha con piedra blanca.”




Ana de Quesada
en Patriotas Cubanas
por la Dra. Vicentina Elsa Rodríguez de Cuesta


Ana de Quesada nació en la provincia oriental de Cuba, de familia distinguida y acaudalada.

Fue la esposa de Carlos Manuel de Céspedes, el “Padre de la Patria”, que se casó en segundas nupcias con ella, tiempo después de la muerte de María del Carmen de Céspedes, su primera esposa. Fue asimismo Ana de Quesada hermana de Manuel de Quesada, otro de los patriotas distinguidos en nuestra primera gesta emancipadora.

Cuando en Octubre de 1873 después de dificultades surgidas en la Cámara de la República en armas, se tomó el acuerdo de deponer a Céspedes como Presidente, este pidió que se le facilitara un pasaporte para reunido con su esposa e hijos, poder desde el extranjero seguir sirviendo a la Revolución. La Cámara no accedió a esta petición y Céspedes se retiró a la Hacienda San Lorenzo, donde como es sabido encontró la muerte, en doloroso episodio.

Ana de Quesada había seguido paso a paso todas las actividades del patricio, con el vivió intensamente los preparativos que antecedieron a la epopeya de Yara, prestó su ayuda eficaz y valiosa para la consumación de la empresa heroica del 10 de Octubre de 1868. Gozó en la victoria de la toma de Bayamo, alentó el incendio del pueblo que había visto nacer al compañero de su vida y que tan en alto puso el temple del mambí, sufrió con los vaivenes de aquella intensa jornada, trabajando sin descanso por el bienestar de Cuba, sintió como si lo recibiera su propio cuerpo y su propia alma, los desengaños y tristezas de su ilustre esposo, y con el corazón lacerado de dolor se enteró del fin de su existencia en las tierras fértiles que circunda la Sierra Maestra.

Su salida de Cuba, acompañada del poeta mártir Juan Clemente Zenea, su alumbramiento en tierra extranjera del hijo póstumo del esclarecido patriota, fueron grandes sufrimientos que sólo un alma espartana como la de aquella alta mujer podría resistir.

Después de tan azarosos momentos se dio por entero a un solo pensamiento: preparar a su hijo Carlos para servir a la Patria, cuando comenzara de nuevo la guerra para lograr la redención de Cuba”.

Lo envió a los Andes, allá por donde su her­mano Rafael poseía una hermosa hacienda, para que el joven en contacto con la Naturaleza, se pusiera en condiciones para afrontar los peligros de la futura revolución. Y en 1895, procedente de París, con el alma llena de ilusiones, con la herencia heroica de su gran padre, con el aliento de patriotismo inculcado por Ana de Quesada desde sus más tiernos años, Carlos Manuel de Céspedes y Quesada viene a su patria en una gran expedición, a la patria que materialmente no conoce, pero que la lleva grabada en el corazón.

Y la matrona ejemplar acompañó al hijo amado, al fruto de sus entrañas, para venir ella también a ayudar a combatir por la libertad de la tierra amada donde había visto la primera luz.

En el año de 1909, ya lograda la independencia de Cuba, dejó de existir Ana de Quesada, con la dicha inmensa de saber libre su país natal, donde tan grandes afectos suyos habían perdido la vida en aras del más hermoso de todos los ideales: “El Patriotismo”.



POR: GUIJE CUBA

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