viernes, 8 de octubre de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 9 DE OCTUBRE


Diente perro en Las Villas


• Santos católicos que celebran su día el 9 de octubre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Dionisio areopagita, mártir, Andrónico, confesor y Santa Atanasia, abadesa

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Dionisio Areopagita y compañeros mártires Andrónico, confesor Santa Atanasia, abadesa



El 9 de octubre en la Historia de Cuba

• 1897 -

- Es relevado, por su fracaso, el Capitán General Valeriano Weyler.

• 1896 -

- Al amanecer, el General Español Echagüe salió con un convoy y trato de cruzar el río, siendo atacado por las tropas de Antonio Maceo hasta las nueve de la mañana que entró en San Diego de los Baños.

• 1895 -

- Eugenio María de Hostos.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 571-572 nos describe los aportes de Eugenio María de Hostos a la Revolución Cubana:

“Eugenio María de Hostos se sumó a la revolución cubana con entusiasmo. No le bastó poner a contribución su talento. También disciplinó su acción. La incomprensión de las aspiraciones antillanas por parte de los políticos de Madrid lo aleccionó para la lucha. La palabra seguía teniendo oficio, pero no para persuadir a los rectores de la política española, tercos en la negación de los derechos reclamados por las posesiones de Ultramar. Y la palabra, con útil empleo entre los hombres capaces de atender y entender los anhelos de Cuba y Puerto Rico, carecería de valor en tanto no se la acompañase de una actividad enderezada a remover el aparato colonial.

“Se dirigió a los Estados Unidos. Nueva York era el principal de los centros de agitación revolucionaria fomentados por los cubanos en el exterior. Ya antes de los movimientos de Lares y Yara existía allí la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico. Después del 10 de octubre de 1868 siguió en pie la idea de propugnar la independencia de las dos islas por medio de los resortes creados en Nueva York. Hostos encontró en la gran ciudad angloamericana una emigración antillana brillante, aunque fuertemente sacudida por querellas y odios intestinos.

“En los hechos por él observados Hostos advirtió dos factores esenciales: a) el carácter decididamente popular e igualitario que la Revolución adquirió por el lugar de su nacimiento, por los elementos étnicos que la secundaron y por la abolición de la esclavitud; b) el carácter reaccionario impreso por los conservadores de la emigración a los actos en que oficial y extraoficialmente intervinieron. La combinación de factores tan opuestos entre sí tuvo consecuencias felices y adversas. Hizo posible el movimiento interior de la Revolución sin genios individuales ni hombres necesarios. En contraste, al ponerse en contacto las ideas privativas de ese movimiento interior con las que en el exterior constituían el espíritu de conservación, estallo el conflicto en que patriotas de altísima calidad sufrieron un suplicio sin término y sin tregua. Lo que pudo alargar la Revolución y depararle dimensiones históricas, a juicio de Hostos, fue la presencia y actividad del genio colectivo.

“Hostos deploró profundamente la frustración del empeño revolucionario de 1868-1878. La aceptó sólo como una tregua. En la hora de la renovación de la guerra de los cubanos contra el régimen colonial, desterrado él de las Antillas -así de Puerto Rico, su país nativo, como de Cuba, su patria adoptiva-, respondió al llamamiento cívico. Desde Chile estableció contacto con los representantes de la Revolución en Nueva York. Una de sus cartas a Estrada Palma, la de 9 de octubre de 1895, exhibió sus inquietudes y alegrías en torno a lo que estaba ocurriendo en la mayor de las islas del Caribe. En los animadores y conductores del movimiento admiro un arte notable: los vio sabiendo utilizar a los hombres. Esto entraño una de las razones por las cuales la insurrección de 1895 lo enamoraba y la lejanía a que estaba de ella lo desesperaba. En su mundo interior quizá contemplaba en la nueva etapa rectificados los procedimientos y las ideas que lo atormentaron en el curso de la contienda de los Diez Años.”

• 1854 -

- Se principió a derribar el glacis de la Muralla de La Habana, empezando por el que hace frente a la puerta del Monserrate.




Juan Gualberto Gómez Ferrer
(1854 - 1933)
Patriotas Cubanos
Biografías Cubanas


El siguiente artículo lo encontramos en “Así Se Forja Una Nación” de la Bohemia del 11 de julio de 1954. Lo presentamos como lee en la revista con menores actualizaciones en la ortografía y ampliamos la abreviación de las iniciales JJG que aparece en el artículo publicado al nombre completo de Juan Gualberto Gómez. Insertamos links con el propósito de ampliar la información o permitir la consulta de temas específicos en este artículo mencionados. Los links son a páginas Web en Guije.com y sitios hermanos:

“El próximo lunes 12 de julio conmemoraremos el primer centenario del natalicio de Juan Gualberto Gómez y Ferrer. Lo que él hizo a través de una existencia fecunda de setenta y nueve años, es cosa que pertenece a la historia, pero lo que sí es necesario subrayar es la entereza conque este hombre singular y extraordinario mantuvo incólume sus ideales patrióticos, sin una claudicación, sin un altibajo, sin una vacilación. Por eso pudo decir, con muchísima razón, el día que le condecoraron con la Gran Cruz de Carlos Manuel de Céspedes, que no había diferencia entre el Juan Gualberto con Cruz y el Juan Gualberto sin Cruz.

“En el ingenio "Vellocino", término municipal de Sabanilla del Encomendador, Prov. de Matanzas, vive el matrimonio Fermín Gómez y Serafina Ferrer. Ambos son esclavos pertenecientes a la dotación de aquella fábrica de azúcar, propiedad de doña Catalina Gómez. Cuando la esposa espera la hora de dar a luz un hijo el padre toma una decisión, la de comprar, de acuerdo con las leyes vigentes, la libertad de aquel vientre para que el hijo no nazca esclavo. Por veinticinco pesos pagados al amo, se adquiere ese derecho. Así, el 12 de julio de 1854, nace Juan Gualberto Gómez y Ferrer.

“En el batey del ingenio donde los padres trabajan, comenzará a crecer el niño. Mientras los padres sirven el hijo estudia. Aprende con facilidad. Pronto sabe leer y escribir. En aquel medio esclavista saber leer y escribir es todo una conquista.

“Cuatro años tiene cuando a sus oídos llegan las primeras noticias de la Guerra de Secesión. Los esclavos cubanos clavan sus ojos en los Estados del Norte que tienen por líder a Abrahan Lincoln. En los barracones de los ingenios circula en secreto una canción, uno de cuyos versos dice:

“"Avanza, Lincoln, avanza".

“En la casa Juan Gualberto Gómez lee los periódicos de La Habana con las últimas noticias. Los esclavos tienen puestas sus esperanzas en el triunfo de Lincoln.

“Como el niño resulta inteligente los padres deciden sacrificarse, enviándolo al colegio Nuestra Señora de los Desamparados, en La Habana, que dirige Antonio Medina y Céspedes, un maestro negro que se ha inspirado en la obra de don José de la Luz y Caballero. Cuatro años lleva en aquel colegio, cuando en Oriente se sublevan los cubanos contra el dominio español. La noticia de aquel acontecimiento convierte a la capital de la isla en un hervidero de pasiones. La noche del 22 de enero de 1869 los voluntarios asaltan el Teatro Villanueva. Entre los espectadores se encuentra Juan Gualberto Gómez. Enterarse los padres y tomar una decisión son hechos que se suceden. Enviarán a París al hijo para que estudie el oficio de carruajero. En mayo de ese mismo año, en el vapor "La France", se embarca el jovencito recomendado en la capital francesa a Mr. Binder, un verdadero artesano en carruajería.

“El maestro francés enseña al hijo de los esclavos del "Vellocino" todos los secretos del oficio. Pero el joven aquel es demasiado inteligente para destinarle a un oficio. En las horas libres asiste a cursos donde aprende matemática, historia, lengua francesa. En 1870, acompañando a doña Catalina Gómez van a París los padres de Juan Gualberto. Mr. Binder les explica que es una gran lástima no hacer un esfuerzo y proporcionarle una carrera. Los padres comprenden y deciden entonces enviarlo a la Escuela Mungo, para que estudie ingeniería. La guerra franco-prusiana le sorprende en el empeño. Vive intensamente la tragedia del sitio de París por las huestes teutonas que manda Bismarck, la sublevación de la Comuna y las luchas entre la III República que pugna por estabilizarse sobre las ruinas del imperio de Napoleón III.

“Hasta ese momento nada de la inquietud cubana de la época ha logrado hacerse fuerte en su espíritu. En julio de 1872 llega a París el Vicepresidente de la República en armas, Francisco Vicente Aguilera. Como necesita un amanuense que conozca correctamente francés, los cubanos le recomiendan a Juan Gualberto Gómez. Y es así como el patricio bayamés y el hijo de los esclavos del "Vellocino" se conocen y ayudan en la empresa de ser útil a la patria. Andando los años Juan Gualberto Gómez evocará a la figura de Aguilera y le llamará "mi maestro en el amor a la independencia".

“En 1874 la situación de los padres es crítica. No pueden seguirle sosteniendo los estudios y así se lo hacen saber, indicándole la conveniencia de regresar a Cuba, pero Juan Gualberto Gómez toma otra decisión: la de quedarse en París, para lo cual tendrá que buscar trabajo. Es entonces cuando decide hacerse periodista. En la "Revue et Gazette des Theatres" le dan la oportunidad que necesita. Así se inicia una brillante carrera periodística, a través de la cual servirá como pocos los grandes intereses de su patria cubana.

“Tres años después, en 1877, regresa a Cuba. Es un separatista convencido. En París conoció a Claudio Brindis de Salas. En La Habana será su representante organizándole conciertos que dejan algún dinero al insigne violinista y a su empresario. En La Habana librará violenta controversia defendiendo a Brindis, a quien, por ser negro, críticos indocumentados de la reacción española le quieren negar todo mérito. Con Brindis se traslada a México. Allí conocerá a Nicolás Azcárate, quien sigue creyendo en las reformas como una solución. A pesar de las diferencias ideológicas, Azcárate y Juan Gualberto Gómez logran hacer una excelente amistad. Allí están juntos cuando les llega la noticia del Pacto del Zanjón. Para Juan Gualberto Gómez es una derrota cubana y como tal la siente en lo más vivo. Azcárate, por el contrario, ve en lo pactado la posibilidad de dar a Cuba un régimen de libertades, al través del cual puedan plantearse, en mejor forma, las ansiadas reformas que España siempre ofrece, pero que jamás llega a materializar. Es Azcárate quien convence a Juan Gualberto Gómez de que su puesto está en Cuba, donde puede hacer mucho en la defensa de su causa y también en la de su raza.

“Al año siguiente ya está instalado en La Habana. Trabaja con Adolfo Márquez Sterling, en "La Discusión". Por mediación de Azcárate conoce a José Martí. Juntos conspiran preparando la jornada de la Guerra Chiquita. El 19 de agosto de 1879 sale a la calle el primer número del semanario "La Fraternidad" que dirige Juan Gualberto Gómez. Veinticinco días después se reinicia la lucha de los mambises en Oriente. Tres semanas más tarde José Martí es arrestado en La Habana, precisamente cuando acababa de almorzar con Juan Gualberto Gómez. Las autoridades españolas deportan a Martí e inician la persecución contra Gómez. Poco después éste también es arrestado y remitido a España. El 5 de mayo de 1880 sale para Cádiz. Al llegar le trasladan al castillo del Hacho, en Ceuta. Desde La Habana, Azcárate se interesa con Labra por la suerte del prisionero y el influyente autonomista consigue primero que le liberen de la prisión dándole la ciudad de Ceuta por cárcel. Mas por el momento el desterrado prefiere quedarse en Ceuta donde reanuda su actividad periodística escribiendo para "La Discusión" de La Habana. En marzo de 1881 la tenacidad de Labra logra que le concedan al desterrado el derecho de residir en Madrid, pero Juan Gualberto Gómez demorará más de un año en realizar el viaje, entre otras razones porque le atraen mucho los amorosos brazos de Manuela Benítez, una andaluza que ha endulzado sus dolores, dándole además su primer hijo.

“En 1882 ya está en Madrid. Su actividad ahora es incansable. Labra le lleva como redactor a "El Abolicionista", donde pronto llega a ser Jefe de Redacción. Después funda otro periódico titulado "La Tribuna". Más tarde asume la dicción del periódico republicano "El Progreso". Es secretario de la Sociedad Abolicionista de Madrid, que tiene por presidente a Labra. Trabaja como cronista parlamentario. Da clases de idiomas y matemáticas. En 1884 es redactor en "El Liberas". Es esta la época en que sostiene la polémica con José del Perojo, donde defiende a los autonomistas, sin hacerse responsable de esa tesis política. Lo que él defiende es todo lo que se puede lograr a través de la obra de los autonomistas. El 25 de agosto de 1885 comienza a enviar sus colaboraciones a "La Lucha" de Antonio San Miguel. Al año siguiente comienzan a llegar a Madrid los diputados electos por el autonomismo cubano. Miguel Figueroa es de los que mejor amistad hace con el periodista. Cuando Figueroa habla por primera vez en las Cortes, Juan Gualberto Gómez envía a "La Lucha" de La Habana una bellísima crónica recogiendo la impresión magnífica que el brillante orador cubano produjera. Pero al año siguiente el mantenimiento, por su parte, de su opinión separatista, coloca en crisis sus relaciones personales con los autonomistas, que aprovechan la ocasión para lanzarle alguno que otro ataque velado en las columnas de "El País" de La Habana. Llegan a amenazarle con hacerle perder la corresponsalía de "La Lucha", pero él no cede ante ninguna amenaza. Al fin deja "La Lucha" y acepta la corresponsalía de "El Radical" de La Habana, mientras edita "El Pueblo", otro periódico republicano en Madrid. Las dificultades le aumentan. Su mujer enferma gravemente. Desde Cuba los padres le reclaman. En 1890, después de diez años de ausencia, regresa a La Habana. El Tribunal Supremo de España ha declarado lícita la propaganda carlista y republicana. Juan Gualberto Gómez considera, que por analogía, la propaganda separatista es también lícita. En La Habana se encuentra con Martín Morúa Delgado que hace periodismo. En vez de unirse ambos hombres, ya que tienen, por denominador común, el mismo empeño, en todos los órdenes, se distancian llegando a atacarse y polemizar públicamente. Jamás se reconciliaron.

“El 30 de agosto de 1890 reaparece "La Fraternidad". En el artículo titulado "Nuestro Propósito" ya anuncia cuál será su programa. El 4 de octubre es nuevamente arrestado y puesto a disposición del Juzgado de Instrucción que le procesa por calumnia a la autoridad. El motivo ha sido un artículo publicado en "La Fraternidad" titulado "A la cárcel". El 25 de octubre la jefatura de policía lo pone nuevamente a disposición del Juzgado de Instrucción acusado de proposición a la rebelión y calumnia a la autoridad. Al ser absuelto por la causa seguida como consecuencia del artículo "A la cárcel" es puesto en libertad, pero por breves días, pues el 4 de enero de 1891, es otra vez arrestado bajo idénticos cargos. Esta vez habla publicado en "La Fraternidad" un artículo titulado "La política de la cobardía" que el Fiscal consideró injurioso. El 14 de marzo se dispone su libertad por esta causa, pero continúa preso por otra, no saliendo efectivamente a la calle hasta el 29 de abril. El 13 de marzo de 1891 la Audiencia de La Habana le ha condenado a dos años, once meses y once días de prisión correccional por haber publicado, en las páginas de "La Fraternidad", un artículo titulado "Por qué somos separatistas". Contra esa sentencia apela ante el Tribunal Supremo de España. En La Habana le ha defendido González Lanuza. En Madrid sostendrá el recurso de casación su amigo Labra. El 25 de noviembre el Tribunal Supremo de España revoca la sentencia impuesta y declara lícita la propaganda separatista. "El día que se firmó tal sentencia, escribe en sus Memorias el general Polavieja, abandonamos los medios de sostener nuestra soberanía en la Isla de Cuba".

“Pero a pesar de esa sentencia la persecución de las autoridades españolas continúa. El 8 de mayo de 1892 es arrestado y puesto en libertad inmediatamente. Por esa época ingresa en la Sociedad Económica de Amigos del País. Desde los Estados Unidos José Martí saluda aquel acontecimiento. Juan Gualberto Gómez no cede un ápice en la intensidad del trabajo. Del 23 al 27 de julio de 1892 celébrase en La Habana el Congreso de Sociedades Negras. Casi todo lo que allí se discute y acuerda es obra de Juan Gualberto Gómez. En agosto de ese mismo año, cuando trabaja como editorialista en "La Lucha", recibe la visita de Gerardo Castellanos, enviado por José Martí. Así se incorpora al movimiento del Partido Revolucionario Cubano. Martí le designa su Delegado en Cuba. En enero de 1893 edita "La Igualdad". Está de lleno metido en el proceso conspirador. Ajusta los trabajos finales. Mantiene los contactos, envía avisos, notas, informes. Por esa época muere Figueroa. El 16 de octubre la Sociedad "La Tertulia" de Remedios organiza una velada conmemorativa. Hasta allá se va Juan Gualberto Gómez, invitado para pronunciar el discurso principal.

“Colabora en "La Revista Cubana" que dirige Enrique José Varona. El 31 de julio el Fiscal le denuncia por una Carta dirigida a Serafín Ramírez. Se le instruye un nuevo proceso, pero el 13 de junio de 1894 el Fiscal desiste de mantener su acción penal. El 7 de agosto de 1893 es denunciado nuevamente por una "Crónica Política" publicada en "La Revista Cubana". El 2 de noviembre de ese mismo año la Sección Segunda de la Real Sala de lo Criminal de la Audiencia de La Habana le absuelve, ordenando el sobreseimiento de la causa.

“El año de 1894 es de intensa actividad. La conspiración que desde los Estados Unidos dirige Martí reclama de Juan Gualberto Gómez mucho sigilo. A fines de ese año todo está listo aguardando por la orden de Martí. Pero en Fernandina naufragan muy nobles intenciones. Martí decide, antes de dar la orden del levantamiento, a pesar del fracaso de Fernandina, consultar a Juan Gualberto Gómez en Cuba. Este a su vez, consulta con los otros jefes provinciales y locales, reportando a Martí que fije la fecha. El 30 de enero José Martí, José María Rodríguez y Enrique Collazo redactan y suscriben la orden del levantamiento que remiten a Juan Gualberto Gómez a La Habana en un tabaco que trae el patriota Duque Estrada. Ya con la orden, Juan Gualberto Gómez convoca a los jefes inmediatos a una reunión en La Habana y a los que están más distantes les envía agentes que les notifiquen la decisión. El Domingo 24 de febrero de 1895 se producirá el alzamiento. Por su parte Juan Gualberto Gómez se ha comprometido con Pedro Betancourt a sublevarse con éste en Ibarra. El 23 sale de La Habana, escapándosele a la policía y dejando de concurrir a una invitación que para conversar en Palacio, le ha hecho el capitán general don Emilio Callejas. El 24 de febrero ya está en Ibarra. Solamente están allí López Coloma, Latapier y otros. Pedro Betancourt, detenido por los españoles, no puede llegar. Los soldados españoles marchan sobre Ibarra. Inmediatamente los sublevados abandonan el lugar dirigiéndose a Guayabal de Santa Elena donde permanecen hasta el 28 en que la Guardia Civil rodea el campamento mambí, lográndose escapar algunos, entre ellos Juan Gualberto Gómez, que se dirige entonces al ingenio "Vellocino", donde naciera en 1854. Su propietario es un buen amigo y puede protegerle. En efecto cuando se encuentran con el hacendado éste le informa de la prisión de Betancourt en Matanzas y su inmediata deportación, de la prisión de Sanguíly, Aguirre y Carrillo, en fin del fracaso. En aquella región ellos son los únicos sublevados. Insiste mucho en convencerlo para que se presente y hace aun más, trae a su presencia al teniente de la Guardia Civil Leoncio del Junco, que le aconseja se acojan al indulto ofrecido por el general Calleja. Imposible resistir. De hecho está perdido. Y entra en Sabanilla del Encomendador, su pueblo natal para rendirse. Una orden del Gobernador de Matanzas hace que le conduzcan a la capital de la provincia, donde es encerrado en el Castillo de San Severino. Allí se encuentra con López Coloma que también ha sido preso en el campo. El 2 de marzo es trasladado a La Habana. Juan Gualberto Gómez irá al castillo de El Morro, López Coloma a La Cabaña. El 15 de agosto de ese mismo año es juzgado y condenado a veinte años de prisión. El 3 de septiembre vuelve a embarcarse como deportado a España. Llega a Ceuta y es encerrado en el Castillo del Hacho, cargado de cadenas, en un calabozo inmundo, rapada la cabeza y sin comunicación. Un centinela se apiada de él y le saca una carta dirigida a Labra. La gestión de éste logra, una vez más, que le humanicen la prisión. Por de pronto le sacan del calabozo, le dejan escribir, le quitan las cadenas y le levantan la incomunicación. Allí permanece todo el año de 1896 hasta 1897 en que es trasladado a Cartagena.

“En octubre de ese mismo año la muerte de Cánovas varía la política en Cuba. Al sanguinario de Valeriano Weyler le sustituye Ramón Blanco Erenas. Como primera providencia, para ganarse a los cubanos a los que pretende someter ofreciéndole la autonomía, dicta una amplia amnistía. El 12 de marzo de 1898 abandona la prisión Juan Gualberto Gómez. España está a punto de iniciar la última fase de su lucha por defender las colonias de América, aceptando la declaración de guerra de los Estados Unidos. Haciéndose pasar por un ingeniero dominicano Juan Gualberto Gómez atraviesa España y se dirige a París. El mismo Labra le ha recomendado que no permanezca en la península. En la capital francesa visita a Betances y se embarca para Nueva York donde se pone a disposición de Tomás Estrada Palma que le utiliza, por el momento, en una misión de propaganda cerca de las emigraciones del Sur de los Estados Unidos. En esa tarea está empeñado cuando recibe la noticia de que dos Cuerpos de Ejército le han designado Representante a la Asamblea que deberá reunirse en Santa Cruz del Sur. No espera más el impaciente patriota y se dirige a Cuba. Es de los primeros en llegar al sitio fijado. Inmediatamente se entrega a la tarea de limar asperezas. Primero es lograr que Calixto García no renuncie y concurra a la Asamblea. Después zanjar las diferencias personales entre Calixto García y Bartolomé Masó. En todo ello evidencia mucho tacto diplomático Juan Gualberto Gómez.

“El 24 de octubre de 1898 comienza sus labores la Asamblea. Juan Gualberto Gómez es designado miembro de su Comísión Ejecutiva. Los trabajos de la Asamblea tropiezan con dificultades. Hay que batallar mucho. De Santa Cruz se trasladan los asambleístas a El Cano y, finalmente, al Cerro, en la ciudad de La Habana. La Asamblea choca con el general Máximo Gómez. Velando por los fueros de la Asamblea, Juan Gualberto Gómez y Manuel Sanguily no vacilan en atacarle, llegando a proponer su destitución como jefe del Ejército Libertador y su pase al escalafón de la reserva. Y colocados ya en ese plano llevan su carga más al fondo, desautorizando también a Gonzalo de Quesada que había estado actuando como Encargado de Negocios de la Revolución Cubana en Washington. El 30 de junio de 1899 se disuelve la Asamblea, quedando una Comisión Ejecutiva, de la que forma parte Juan Gualberto Gómez, para liquidar la ejecución de sus acuerdos.

“Es entonces cuando resulta designado para integrar como Vocal la Junta de Educación de La Habana. El 21 de abril de 1900 organiza el Comité Gestor del Partido Republicano de La Habana, del que forman parte además Domingo Méndez Capote y Manuel Sanguily. En el programa que se redacta, Juan Gualberto Gómez se cuida, muy mucho, de fijar claramente las aspiraciones, que quedan reducidas a tres puntos esenciales: constitución de los Ayuntamientos, Asamblea Constituyente y elecciones generales. El 8 de agosto reanuda su actividad periodística, editando "Patria" como órgano del republicanismo habanero. Desde sus columnas combate un nuevo brote anexionista. El 18 de agosto se constituye la Asamblea Provincial del Partido Republicano. Juan Gualberto Gómez resulta electo Vicepresidente de la misma. Oriente le ofrece una postulación como Delegado a la Asamblea Constituyente, saliendo electo en los comicios celebrados a esos fines el 15 de septiembre. El 5 de noviembre, en el antiguo Teatro Irijoa, hoy Teatro Martí, comienza sus labores la Asamblea. Juan Gualberto Gómez es un líder natural de la misma. En todo se le ve intervenir con sagacidad y espíritu patriótico. Sus ideas avanzadas encuentran, día a día, manera de evidenciarse. Defiende el voto a la mujer, se declara contrario a la pena de muerte, defiende el sufragio universal, aspira a que la República sea de verdad, la que soñaron los hombres que por ella, en una u otra forma, se han sacrificado. El 24 de febrero de 1901 ya está redactando el texto constitucional cuando surge el conflicto planteado por el senador Orville Platt, presentando una enmienda a la Ley de Presupuestos del Ejército de los Estados Unidos, a través de la cual cercena toda la soberanía de la aun no constituida República de Cuba. Juan Gualberto Gómez se declara enemigo de la Enmienda Platt. La combate despiadadamente. Nada le convence. Primero es en la Comisión para dictaminar sobre las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Cuando la Comisión acuerda acceder a la Enmienda Platt Juan Gualberto Gómez redacta un voto particular. Y en esa actitud le vemos mantenerse en la Asamblea. El 9 de septiembre de 1901 la Asamblea aprueba la Enmienda Platt, incorporándola como un Apéndice al texto constitucional. Pero entre los votos contrarios a tal cosa, está el de Juan Gualberto Gómez.

“El proceso comicial se acerca. Juan Gualberto Gómez ha pensado en apoyar la candidatura presidencial de Tomás Estrada Palma, pero con la condición de que éste se comprometa a realizar toda clase de gestiones para obtener la derogación de la Enmienda Platt. Cuando TEP rechaza esa condición, Juan Gualberto Gómez no vacila en ofrecer su apoyo a la candidatura del general Bartolomé Masó. El 31 de diciembre de 1901 se celebran las elecciones generales. A última hora el masoismo se ha retirado y Estrada Palma concurre como candidato único, logrando fácilmente el triunfo. Juan Gualberto Gómez retorna al periodismo. Edita "La República Cubana". Desde sus columnas desarrolla activa campaña contra la Enmienda Platt. Para defender los derechos del negro se organiza el Comité de Veteranos y Sociedades de Color. Nada de racismo hay en ello. Lo que se quiere, a lo que se aspira es a que no haya discriminaciones por razones del color de la piel, a que el negro sea igual que el blanco en cuanto al ejercicio de sus derechos ciudadanos.

“En 1902 interviene buscándole un conflicto a la huelga que con extraordinario vigor han mantenido los tabaqueros. El 31 de diciembre de ese mismo año, el Partido Republicano Independiente se fusiona con el Partido Nacional Independiente. En lo sucesivo se llamará Partido Liberal Nacional. En los comicios de 1903 figura como candidato a representante por los liberales de Oriente. Obtiene una abrumadora cantidad de votos, pero en las Juntas le escamotean el triunfo y resulta suplente. En 1905 los liberales nacionales se fusionan con los republicanos villareños que tienen por líder al general José Miguel Gómez. El Partido se llamará Partido Liberal. Frente a la candidatura liberal el Partido Moderado ha presentado la candidatura reeleccionista del Presidente Estrada Palma, acompañado, en esta ocasión, por el general Domingo Méndez Capote como Vicepresidente. La campaña es violenta. Para imponerse mejor TEP apela a la organización del llamado Gabinete de Combate. En Cienfuegos muere Enrique Villuendas. En los comicios Estrada Palma impone su voluntad. Previamente los liberales sin garantías han ido al retraimiento. Máximo Gómez se muere declarando que se percibe el olor a revolución. Y así es en efecto. En mayo de 1906 toma posesión nuevamente Estrada Palma y en agosto los liberales se lanzan al campo de la insurrección. Juan Gualberto Gómez sufre nueva prisión en el Castillo del Príncipe junto con José Miguel Gómez, Jesús Monteagudo y su eterno rival Martín Morúa Delgado. Estrada Palma renuncia y el gobierno de los Estados Unidos se ve forzado a intervenir. El nuevo Gobernador Magoon designa una Comisión Consultiva integrada por doce miembros, a fin de que redacten una serie de leyes que se consideran indispensables para la buena marcha de la República. Juan Gualberto Gómez es designado Secretario de la Comisión Consultiva que redacta una Ley Electoral, una Ley Orgánica Provincial, una Ley Orgánica Municipal, una Ley Orgánica del Poder Judicial, otra del Servicio Civil, etc. En política se reconcilia con el zayismo y contribuye a la reorganización liberal. Cuando Zayas acepta la candidatura presidencial de José Miguel Gómez, el periodista Juan Gualberto Gómez se declara contrario a ello y decide retirarse de la política.

“Ya electo José Miguel Gómez decide atraérselo. Le designa Comisionado del Diario de Sesiones y del Archivo de la Comisión Consultiva y Académico Fundador de la Academia de la Historia. Cuando se produce la sublevación dedos elementos del Partido Independiente de Color, Juan Gualberto Gómez, es de los que condenan el movimiento, lanzando un manifiesto que suscribe junto con Nicolás Guillén, Generoso Campos Marquetti y otros. Después de liquidado el movimiento, censura la crueldad empleada para reprimirlo y aconseja la adopción de medidas que impidan en el futuro, la repetición de situación similar.

“En los comicios de 1912 retorna a la política para defender otra vez la candidatura zayista. En las elecciones generales pierde el Partido Liberal el poder, pero dos años después los liberales habaneros eligen a Juan Gualberto Gómez Representante a la Cámara por esta provincia. El 5 de octubre de 1915 toma posesión. El 7 de diciembre de aquel mismo año, pronuncia el elogio del general Maceo en la sesión solemne conque este cuerpo colegislador conmemora la efeméride. En 1916 es electo Senador. Cuando se produce la sublevación liberal en febrero de 1917 el gobierno conservador ordena el arresto de Juan Gualberto Gómez, pero inmediatamente se dispone su libertad. Será la última vez que sufra prisión por sus ideas políticas. El 2 de abril toma posesión en el Senado de la República. En 1920 se reproduce la pugna entre zayistas y miguelistas dentro del liberalismo. Alfredo Zayas, seguido por Juan Gualberto Gómez se lanza a la organización de fuerzas propias dando vida al Partido Popular. Juan Gualberto Gómez es factor decisivo cerca de los conservadores para lograr la integración de la Liga Patriótica, al través de la cual, conservadores y populares, postulan al Dr. Zayas candidato presidencial frente al general Gómez que ha obtenido la postulación en la boleta liberal. Pero su sino es siempre luchar. Cuando al fin el Dr. Zayas está instalado en la primera magistratura de la nación, Juan Gualberto Gómez se siente agraviado por algunos actos que considera desaires. Y rompe con el zayismo. En 1924 sus divergencias con el zayismo se ahondan porque el Dr. Zayas decide llevar al Partido Popular a la integración de un frente con los liberales para apoyar la candidatura presidencial del general Gerardo Machado y Juan Gualberto Gómez es de los que creen que el Partido Popular debe mantener su alianza con los conservadores, defendiendo, en esta ocasión, la candidatura presidencial del general Menocal. Los comicios del 1º de noviembre de ese año de 1924 dieron el triunfo a la coalición liberal-popular. Juan Gualberto Gómez, a punto de abandonar el Senado por expirar su mandato, edita nuevamente a "Patria". Desde esas columnas fustiga al gobierno machadista. Cuando se asesina a Armando André protesta y cuando se anuncia la intención de prorrogarse vuelve a protestar y cuando se maniobra para reformar la Constitución de 1901, vuelve a protestar. Cuando el grupo Unión Nacionalista se organiza, uno de sus fundadores es Juan Gualberto Gómez. El general Machado trata de atraerse al viejo rebelde. Le concede la Gran Cruz de Carlos Manuel de Céspedes. Los amigos le organizan un homenaje nacional en el Teatro Nacional. El 10 de mayo de 1929 se lleva a cabo aquel acto. Hablan Pedro Betancourt, Domingo Méndez Capote y Miguel Angel Céspedes. El Presidente Machado pronuncia unas palabras elogiosas y, finalmente, Juan Gualberto Gómez contesta con un discurso en el que subraya enfáticamente que no es hombre que se doblega, ni que abjura, ni da pasos hacia atrás. De este discurso es aquella frase que ha pasado a la historia: "El Juan Gualberto con Cruz es el mismo Juan Gualberto sin Cruz".

“Pero está viejo. Los años le vencen. En 1932 ya ha roto con el nacionalismo. La crisis política nacional precipita su crisis personal. Un buen día de 1932 Orestes Ferrara tiene la osadía de invitarle a discutir en público una posible solución de la crisis nacional. La posición de Ferrara es muy desventajosa, porque para ello tendrá que defender lo que no tiene jamás defensa, el gobierno personal, la dictadura, la mandonería de los mal llamados Hombres Fuertes. Juan Gualberto Gómez es, a pesar de sus años, el mismo periodista de las grandes polémicas. Ferrara tuvo muy pronto que replegarse y dar por terminada la polémica, porque de haberla continuado Juan Gualberto Gómez hubiera sacado mucho y muy buen partido para su causa.

“Son los tiempos finales. Vive en una modesta casita de madera. Está muy enfermo. Maltrecho el cuerpo sufre en medio de la escasez económica. El 5 de marzo de 1933, cuando ya la dictadura machadista se tambaleaba, cerró sus ojos para siempre Juan Gualberto Gómez y Ferrer, un cubano cabal, cuyo recuerdo vivirá eternamente entre los cubanos de todas las épocas, como un símbolo magnífico de patriotismo y lealtad a las ideas.”

Artículo en la Bohemia del 11 de julio de 1954. Lo presentamos como lee en la revista con menores actualizaciones en la ortografía. Insertamos links con el propósito de ampliar la información o permitir la consulta de temas específicos en este artículo mencionados. Los links son a páginas Web en Guije.com y sitios hermanos:

“Juan Gualberto Gómez Ferrer:
“"Cooperar con los poderes de facto...
“sería aceptar lo que rechaza mi conciencia..."”


“Ya Gerardo Machado se ha prorrogado arbitrariamente en el poder, tras la reforma en el 28 de la Constitución de 1901, cuando la limpia figura de Juan Gualberto Gómez le expresa diáfanamente su pensamiento al respecto, al doctor Rafael Guas Inclán, entonces colaborador del tirano, ahora presidente, por designación del gabinete de Fulgencio Batista, de la flamante "Comisión Organizadora de los Actos y Homenajes del Centenario de Juan Gualberto Gómez y Ferrer". "Cooperar en cualquier forma -le dice- con algunos de los poderes de facto, nacidos con este vicio de origen paréceme que sería aceptar, más o menos, su legitimidad, lo que rechaza mi conciencia amante del derecho y repudia mi corazón de incansable luchador por la libertad, la democracia y la dignificación de nuestro pueblo".

“La historia de su vida -entregada, sin un solo desfallecimiento, a la defensa de los principios insoslayables de la Revolución Cubana- no le permitía pensar de otro modo. Aquel gallardo ideal que lo trajo, desde el sosiego de la vida parisina, a los riesgos de la conspiración frente al poder metropolitano español, que lo convirtió en el proscripto de Ceuta y que le puso las armas en la mano el 24 de febrero en Ibarra, no podía tener, en su conciencia sin dobleces, el vuelco de amparar en la República "con formas más aparentes que reales", el "Espíritu autoritario ni la composición burocrática de la colonia". Para el logro de un régimen "de sincera democracia" se había desangrado, en una guerra espantosa, el pueblo cubano y no para erigir -si bien bajo la bandera tricolor y a los acordes del Himno de Bayamo- un régimen de "tiranía y usurpación".

“La República "con todos y para todos" -única que valdría las lágrimas de nuestras mujeres y la sangre de nuestros bravos- no podía convertirse, sin la protesta airada de Juan Gualberto, en feudo ni capellanía de nadie". Para los continuadores de Weyler quedaría el afán de mandar en Cuba "como se manda un campamento", no para los continuadores genuinos de los mambises, guardianes celosos de las libertades públicas.

“No ha tomado posesión Gerardo Machado de la presidencia de la República y comentando el discurso en que, como presidente electo, éste promete en Columbia no utilizar el ejército para las contiendas públicas, nuestro patricio afirma que "hay que pedirle a Dios que le de todas las fuerzas necesarias para cumplir fielmente su promesa". Subraya que los poderes en una República nacen enfermos cuando no vienen asistidos del favor popular. Que la imposición, sin apoyo mayoritario ni fuerza moral, apela a medios tortuosos para mantenerse. Y no ha cumplido aquel gobierno tres meses en el poder cuando la palabra previsora del gran demócrata le recuerda: "El pueblo cubano odia el despotismo, la arbitrariedad y la soberbia de los gobernantes". Entregado, finalmente, "el egregio" -con el látigo en la mano- al crimen y al latrocinio, el revolucionario que no estaba hecho para la complicidad de contemplar en calma la consumación de un crimen, se entregaría, sin vacilaciones, al combate por la restauración de las libertades perdidas.

“Más de setenta años de edad no aplastarían el entusiasmo rebelde del hombre que "nunca perdió la fe en los destinos de nuestro pueblo". Sabría siempre, como lo supo el Maestro, "que los pueblos, como las bestias, no son hermosos cuando bien trajeados y rollizos cabalgan al amo burlón, sino cuando, de un vuelco altivo, desensillan al amo". A Machado, y en Machado a todos los que se empecinaran en proclamar el derecho de la fuerza, mandando desde un cerco de bayonetas, le cita la frase de Cavour: "Con el estado de sitio, cualquier imbécil puede gobernar".

“En verdad todos los gobiernos cubanos, de Don Tomás a Machado, recibirían el impacto de su fiscalización justiciera y valiente. "Lo que busco es que la República inspire a todos confianza por la lealtad de sus procedimientos y su respeto a todos los intereses legítimos"... "Es preciso que la República sea mejor que los regímenes anteriores", proclama en los albores republicanos.

“El respetuoso acatamiento a la voluntad popular, el estricto cumplimiento de la Constitución y las leyes, el virtuoso ejercicio de todas las magistraturas y la defensa sin vacilaciones de los intereses populares, son para él presupuestos indispensables a la buena administración de la cosa pública, en el ordenado desenvolvimiento de una genuina democracia... "Todos deben saber que pasaron para siempre los días de prevaricación y escándalo".

“Si Estrada Palma, como candidato presidencial recibe el apoyo del primer gobernador militar yanqui y éste no accede a otorgar lo que se le reclama como garantía de imparcialidad en las elecciones, Juan Gualberto exclama, con palabras que recobran actualidad en este minuto que vivimos: "habrá comicios, pero no elecciones... De las urnas saldrán los representantes de un pueblo como salen los empleados de la pluma de un ministro... Preferimos el amargo aislamiento a la victoria vergonzosa de su segurísimo triunfo".

“"Antes que la paz quiero la libertad de la Patria y -la conservación de los ideales revolucionarios" ratifica más tarde cuando nuestro primer presidente amalgama de honradez en lo económico y empecinamiento en lo político se inscribe en el partido Moderado, lo utiliza coma instrumento de su reelección y nombra el Gabinete de Combate, tropa de choque contra sus adversarios.

“Quien piensa que "la República tendrá gobernantes honrados o perecerá en la anarquía cubierta de oprobio y de baldón" y da el ejemplo de una vida modesta, sin el disfrute ilegal de una sola prebenda gubernativa, es un opositor temible de todas las irregularidades administrativas.

“Tiburón se baña, pero salpica", dirá el cínico gracejo de los que estarán dispuestos a perdonar los "negocios" de José Miguel Gómez, con tal de que les alcance alguna participación en las ganancias. Pero Juan Gualberto será de los que se mantendrán a distancia, sin aceptar, por distinguido que aparezca, ni un solo cargo: así conservará la independencia necesaria a su función moralizadora. Los consejos en contrario- ¡siempre los consejos de la mediocridad ramplona! -no conseguirán ablandar su carácter para las concesiones cómplices. A uno de tales consejeros que lo visita, acaso como emisario del Presidente, le responde con su historia en punto al dinero: "Cuando niño el dinero que me daban mis padres lo gastaba en dulces que yo daba por botones a los demás muchachos. Con los años, amigo, no he variado en nada. Sigo siendo el niño de antes. El dinero lo doy por cualquier cosa... Lo único que no cambio es el decoro".

“Si Menocal, de espalda a los intereses del pueblo, permite el medro del capitalismo extranjero, se entrega a afanes reeleccionistas y acentúa el caudillismo ("mira que viene el mayoral sonando el cuero", dice la conga vociglesa aludiéndole), Juan Gualberto se levanta en su encaño de Representante para dejar constancia de su honda preocupación cubana: "Me inspira inquietud y zozobra, afirma, pues va a poner en peligro la República y no hay Presidencia que valga el sacrificio de la República... "La reelección es un crimen", dice repitiendo a Máximo Gómez.

“De Alfredo Zayas, él que seria llamado "más Zayista que Zayas", se aleja cuando el académico mandatario, entre discursos floridos y asiáticas habilidades, comienza a incumplir los compromisos contraídos.

“Así se enfrentaría siempre a las extralimitaciones o a las negligencias del Ejecutivo, sin que quedaran, tampoco al margen de su visión de estadista honrado, los demás poderes del Estado, ni las diversas instituciones republicanas.

“Piensa que en la independencia, la preparación y la virtud de los Magistrados está la garantía del feliz desenvolvimiento del Poder Judicial. "Nuestro país como culto y civilizado que es no puede vivir sin que en él impere, entera y robusta, la justicia, resorte de la vida moral." Esto dice desde el Congreso refiriéndose al Poder Judicial y condena las ingerencias de los demás poderes en sus altas funciones de administrar justicia... No precisa, ciertamente, mucha imaginación para afirmar la actitud que asumiría hoy el gran repúblico ante la actuación de muchos señores magistrados que, en este minuto doloroso de Cuba, no han dudado en entregar sus togas para almohada de la usurpación. Como no podemos negar que aplaudiría, con orgullo de cubano, el gesto levantado de los que, defensores del derecho del pueblo, han echado su suerte del lado de la libertad y de la justicia.

“Para cuando en Cuba, reconquistadas sus libertades, ahora escarnecidas, tengamos nuevamente Congreso, habría que escribir, donde todos las vieran, en la "Casa de las Leyes", estas palabras del Juan Gualberto congresista: "El Congreso tiene que velar por la garantía del libre ejercicio de sus funciones, pero no puede ser asilo de delincuentes comunes". La inmunidad parlamentaria, para este honesto representante del pueblo, no debe convertirse en patente de corso para delinquir.

“La observación del proceso histórico Latíno-americano, con sus castas militares envanecidas, con sus traidores golpes de estado, con el imperio del sable sobre la ley, lo lleva a repudiar para nuestro país, el ejército permanente, verdadero peligro para la democracia. Piensa que una organización de tipo policiaco basta para la custodia de nuestros campos; y para la defensa nacional propugna las milicias ciudadanas con la organización de un servicio militar popular y obligatorio.

“"Ma" Concha, la esclava del Ingenio "Vellocino" no se había equivocado, según vemos, frente al futuro del hijo de Fermín Gómez y Serafina Ferrer, nacido el 12 de julio de 1854... El "pardito" que no permite un vejamen ni soporta una imposición de los compañeros de juego, entre los que figuran los hijos de los dueños, será, con los años, "un hombre muy grande"... Como que encarnaría, al precio de todas las abnegaciones, un excelso ideal de redención humana. La injusticia -llamárase discriminación, poder colonial, imperialismo o dictadura- le tendría por enemigo insobornable... Un día Sabanilla del Encomendador, pueblo a que pertenece el Vellocino, cambiará su nombre, en honroso gesto de agradecimiento hacia el hijo ilustre, por el de Juan Gualberto Gómez...

“Sus hermanos de piel negra, no contemplarán, bajo el látigo inclemente del mayoral y sumidos en oprobiosa ignorancia, el olvido de quien pudo haber disfrutado egoístamente de la emancipación comprada para él por sus padres, en el claustro materno o del saber acumulado en La Habana o en la culta Francia.

“Ni su libertad, ni su cultura lo autorizan, para virar las espaldas al prójimo humillado. Ambas, libertad y cultura, serán para él -sin mirar "de que lado se vive mejor, sino de que lado está el deber" -instrumentos al servicio de la dignidad humana.

“Lejos de la Colonia esclavizada, en España, piensa en los negros de su Patria: "Aquí tenéis un esclavo de Cuba -exclama- aquí tenéis a uno de aquellos desdeñados que presencia vuestros sentimientos. Porque si yo debo al acaso la fortuna de haber nacido libre, si mis sentimientos al igual que mi instinto me dan la seguridad de que jamás podría vivir sin libertad, en tanto que uno solo de mis hermanos arrastre la pesada cadena de la servidumbre, yo me sentiré esclavo como ellos porque su afrenta está en mi frente estampada y su dolor encuentra eco en mi pecho".

“Imbuido de un noble afán de confraternidad entre todos los hombres, su tarea no será banderín de enganche para auspiciar, demagógicamente, logrerías personales, ni para azuzar odios ni resentimientos. "Pero tampoco esquivaría el tema: No es para rebajar al blanco -dice- sino para elevar al negro". "Desde el instante que en la esfera pública y social -afirma- no existan entre negros y blancos pretensiones y anhelos privativos de los individuos de una raza, no habrá agrupación de raza posible, dejando de existir el hombre de raza para dar nacimiento al hombre sin adjetivos"... "Dígase hombre y se habrán dicho todos los derechos" exclamaría su hermano de ideales José Martí.

“Para -los rezagados racistas de hoy -que existen, afirmen lo que afirmen los observadores miopes- como para los racistas de su tiempo, Juan Gualberto se vería en la necesidad de mostrar ejemplos contundentes de su propia vida, desarmando sus sofismas antihumanos:" la mulata a quien debo el ser en punto a honradez, castidad y virtud, puede aceptar la comparación con la mujer blanca más merecedora de la estima pública". Como en su época aplaudiría todo paso sincero que se diera en el camino de la fraternidad cubana y condenaría -sin disimulos- cada asomo de divisionismo, bajo la bandera de la República, que él quisiera ver triunfante, "una y cordial", para el disfrute del derecho de todos.

“Y si su anhelo igualitario no admite prejuicios, su cubania entrañable no permite mixtificaciones. Hombre de una sola pieza, vertical en la conducta y diáfano en la expresión, intransigente, hasta el sacrificio, en los principios que sustenta, no será él de los que cancelen el ideario de la manigua, ala salida de las tropas españolas de nuestro territorio.

“No se habían empuñado las armas para otra cosa que no fuera la independencia cubana, en generosa función de americanidad: la independencia de la Patria "que desde sus trabajos de preparación, y en cada uno de ellos, vaya disponiéndose para salvarse de los peligros internos y externos que la amenacen" ...La Patria que cumpliera "en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que se situación geográfica le señala". No es para cambiar la dependencia a Madrid por la servidumbre a Washington o a Wall Street, para lo que el pueblo de nuestros mayores asombró al mundo con su gesta libertadora.

“Si la esclavitud del negro y las coyundas coloniales mantienen a Juan Gualberto Gómez en perenne postura de vigilia, las acechanzas del imperialismo, vale decir, las viejas pretensiones estadounidenses en relación a Cuba, lo encuentran siempre -símbolo de nuestro pueblo- en la denuncia de sus maniobras y en la organización de la defensa de nuestra soberanía.

“"Yo no soy hombre de los que se archivan" es la respuesta que utiliza para rechazar, desde sus agobios económicos, el bien retribuido cargo de Jefe del Archivo Nacional con que el primer Gobernador Militar yanqui, quiere atraerse al integérrimo cubano... Leonardo Wood, el inescrupuloso enviado del Norte le llamará en los mensajes a su gobierno, demagogo y racista, agitador de dudosa moralidad y tratará de impedir su elección como delegado a la Asamblea Constituyente. Mas el pueblo oriental le otorgará sus votos y le sacará triunfalmente... Mientras haya un solo pecho de cubano, libre de malsanos complejos de inferioridad, latirá emocionado ante el recuerdo de sus batallas antiimperialistas en el seno de aquella Asamblea. Con lógica irrebatible y con altiva independencia de juicio, fue refutando la falacia de los argumentos en que los Estados Unidos pretendieron basar de derecho a intervenir en nuestros destinos como pueblo.

“"Reservarle a los Estados Unidos la facultad de decidir ellos cuándo está amenazada la independencia, y cuándo por lo tanto deben intervenir para conservarla, equivale a entregarles la llave de nuestra casa, para que puedan entrar en ella a todas horas, cuando les venga el deseo, de día o de noche, con propósitos buenos o malos"' Que no escondan, por lo tanto los Estados Unidos, su garra imperialista, bajo la afirmación de de que pretenden "conservar la independencia cubana", porque el delegado Oriental se encargará de recordar desde el escaño que "si los Estados Unidos tienen interés en conservar la independencia cubana, mucho mas debe tener el pueblo de Cuba".

“Ni que se escuden tampoco en la afirmación de que el derecho a la intervención será utilizado para "el mantenimiento de un gobierno ordenado" porque así "sólo vivirán los gobiernos cubanos que cuenten con su apoyo y benevolencia; ...condenados a vivir más atentos a obtener el beneficio de la Unión, que a servir y defender los intereses de Cuba".

“...Los anexionistas de nuevo cuño, siempre genuflexos ante los dictados Norteños, encontrarían hoy, de frente, -denunciándoles su ruin entrega de nuestra política y de nuestra economía- al irreductible mantenedor de nuestros atacados derechos nacionales. En este punto, como en los demás, el programa de la Revolución Cubana no le encontraría, seguramente, entre los arrepentidos, ni entre los traidores.

“Al cumplirse, este año, el centenario de su nacimiento y desaparecido ya del palenque ciudadano, el ejemplo de la vida y las directrices del pensamiento de Juan Gualberto Gómez siguen siendo armas de combate. La razón de su presencia viene dada por la perdurabilidad, a estas horas, de males contra los que se irguió en su tiempo y para la erradicación de los cuales nos dejó la pauta a seguir. Homenajearlo es algo más que cumplir honroso deber de hijos agradecidos. Es darle satisfacción a una necesidad profundamente sentida por los pueblos en sus momentos de congoja: la de asirse a sus grandes conductores del pasado. A los que en su tiempo vieron claro, señalaron el camino y lo siguieron sin titubeos medrosos ni arrepentimientos claudicantes. Por ser voces entrañables de la Nación, se las escucha con más confianza: en ellas lo sectario no disminuye la magnitud del consejo. El de Juan Gualberto Gómez, es, pues, mensaje que tiene vigencia en esta hora de tinieblas. Asimilarlo y serle fiel es como encender faros orientadores o como levantar antorchas guiadoras.

“Los hombres que a su hora actúan como él, siguen vivos en cada uno de los sucesores que cumplen sus consignas.

“Juan Gualberto nace de nuevo al combate, en un nacimiento más cabal que el de aquel 12 de julio de 1854, en Vellocino, en cada gesto rebelde del pueblo cubano ante las cadenas que él nos enseñó a deshacer.

“No es únicamente nombrándole "Gran Ciudadano" -como le acaba de nombrar el Consejo de Ministros de la Usurpación- como se le rinde el homenaje puntual a la figura del gran revolucionario. Ni su invocación por los violadores de sus principios, borrará la imagen cabal que el pueblo se tiene forjada del verdadero Juan Gualberto Gómez.

“...Machado pretendió un día atraerse a su opositor otorgándole la "Gran Cruz" de Carlos Manuel de Céspedes: Juan Gualberto la aceptó como tributo de la República, pero al recibirla dijo estas palabras frente al dictador: "No tengo esta noche ideas distintas a las que tenía ayer. Y el General Machado ni un solo instante ha creído que yo habría de cambiar mi cerebro, ni habría de variar mis sentimientos. No hay tal. El Juan Gualberto con cruz es el mismo Juan Gualberto sin cruz". ¿No responderla ahora en igual forma, al festejo oficial, de los que traicionan, la obra de los fundadores, mientras los siguen invocando hipócritamente? No, no podrán homenajearlo sinceramente en el centenario de su natalicio los que en esta hora ocupan un lugar que él no hubiera ocupado: los divisionistas con pujos raciales, los servidores de la dictadura, los salteadores del erario, los defensores de la explotación extranjera, los amparadores de privilegios, los reaccionarios, siempre interpuestos en el camino progresista del pueblo. Para hacerle el homenaje preciso al combatiente sin claudicaciones, al demócrata sin desvíos, al cubano sin humillación que hubo en Juan Gualberto Gómez, habrá que ocupar la trinchera de dignidad popular desde la que él mismo, tan presente como antes, sigue batallando por la unidad, por la justicia, por la independencia, por la democracia, por la libertad de los cubanos.

“Vivir en forma que Weyler hubiera aplaudido o como Wood hubiera recomendado y cantarle loas al Juan Gualberto Gómez, enemigo de los que ambos significan, es una contradicción imperdonable.”




POR: GUIJE CUBA

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