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• Santos católicos que celebran su día el 5 de noviembre:
- En el Almanaque Cubano de 1921:
San Zacarías, profesor y Santa Isabel, padres de San Juan Bautista y Santa Bertila, abadesa
- En el Almanaque Campesino de 1946:
San Zacarías, profesor y Santa Isabel, padres de San Juan Bautista y Santa Bertila, abadesa
• Natalicios cubanos:
González del Valle, José Zacarías: -Nació en La Habana el 5 de noviembre de 1820 y falleció en España el 17 de octubre de 1851. Abogado, filósofo, escritor y poeta. Catedrático por oposición de Texto Aristotélico y con inclinación acentuada por la educación. Imposibilitado de dirigir colegios por sus achaques y constitución enfermiza dio clases de latín, de moral, de literatura y gramática. Como escritor publico “Recuerdos del cólera”, “Carmen y Adela”, “Amor y dinero” (novelas), “Memoria sobre la educación”, “Breves explicaciones con motivo de algunos pasajes de Aristóteles”, “Rasgo histórico de la Filosofía”, “Viajes por Europa”, “Lecciones elementales de Meteorología”, “Luisa”, “Amar y morir”, “Parte de una conversación” y “Amor y desamor” (novelas sociales) y otras.
El 5 de noviembre en la Historia de Cuba
• 1900 -
- Convención Constituyente en La Habana.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 625-626 nos describe los acontecimientos del 5 de noviembre de 1900 en la Historia de Cuba:
“Cuba se vio en el camino del advenimiento definitivo de la República el 5 de noviembre de 1900. El Gobernador Militar había convocado al pueblo de la Isla para elegir los delegados a la Convención Constituyente. Los comicios se celebraron el tercer sábado de septiembre. Y fue señalado el primer lunes de noviembre para la reunión inicial. No podía haber duda alguna acerca de que la suma aspiración de los patriotas iba a tener feliz realización. El 5 de noviembre de 1900, con motivo de la apertura de la Convención Constituyente, fue día de intensas emociones para los cubanos. El triunfo era ya realidad magnífica. Los delegados a la Asamblea se reunían para redactar y adoptar la carta fundamental de la República, llamada a surgir no al amparo de las armas, sino en plena paz.
“El teatro Martí de La Habana fue escogido para las reuniones de la Convención Constituyente. Para la inaugural se señalo la tarde del 5 de noviembre de 1900. Los delegados electos eran Pedro González Llorente, Enrique Villuendas, Joaquín Quílez, Juan Rius Rivera, Gonzalo de Quesada, Domingo Méndez Capote, Eudaldo Tamayo, José Fernández de Castro, Joaquín Castillo, Antonio Bravo Correoso, Rafael Manduley, Manuel Ramón Silva, Elíseo Giberga, José Miguel Gómez, José B. Alemán, Rafael M. Portuondo, José de Jesús Monteagudo, Leopoldo Berriel, Alejandro Rodríguez, Diego Tamayo, Juan Gualberto Gómez, Martín Morúa Delgado, José Luis Robau, José Lacret Morlot, Luis Fortún, Pedro E. Betancourt, Salvador Cisneros y Betancourt, Emilio Núñez, Alfredo Zayas, Miguel Gener y Manuel Sanguily. No pudo tener el pueblo de Cuba mandatarios más dignos ni más ilustres en la elaboración de su carta fundamental. El mayor general y gobernador militar Leonard Wood, que ocupó la presidencia de la Asamblea, teniendo a su izquierda al doctor Enrique José Varona, secretario de Instrucción Pública, declaró constituida la Convención mediante la lectura en lengua inglesa de una alocución, que Varona tradujo al idioma español, encaminada a encarecer la obra que debían desarrollar los delegados.
“Wood dejó la presidencia de la Convención al coronel Fernando Figueredo, subsecretario de Estado y Gobernación. Este viejo paladín de las libertades patrias invitó a los delegados a elegir un presidente de su seno. El general Juan Rius Rivera propuso, con el apoyo del doctor Leopoldo Berriel, que se nombrase presidente al de más edad y secretario al más joven de entre los miembros de la Convención. Así se acordó. Y tomaron posesión de aquellos cargos, respectivamente, el doctor Pedro González Llorente y el coronel Enrique Villuendas, quienes pronunciaron breves frases alusivas a la suerte que les cabía. Inmediatamente después los delegados presentes prestaron ante el Tribunal Supremo, cuyo Presidente lo leyó, el juramento que los obligaba a cumplir fielmente los deberes inherentes a sus cargos.
“El juramento prestado había puesto en acción a los delegados. Necesario era comenzar en seguida los trabajos a la Convención encomendados. El Presidente indicó la conveniencia de adoptar desde luego, siquiera con carácter provisional, un reglamento. El general José B. Alemán propuso el de la Asamblea Constituyente de La Yaya, que fue aceptado por aclamación. A poco más se llegó en la sesión inaugural de la Convención. Los delegados Quesada, Sanguily, Fernández de Castro, Méndez Capote y Juan Gualberto Gómez mantuvieron ligero debate en torno a la comisión que examinaría las actas. Para que aquel día resultase por siempre memorable, bastaba el acto llevado a cabo en medio de transportes de entusiasmo popular.”
• 1895 -
- La Invasión Libertadora en Oriente: Avanza de Río Abajo (en aquellos tiempos en el distrito de Holguín) a Vista Alegre (Tunas), en total 5 leguas recorridas.
• 1513 -
- Fue fundada la villa de Bayamo.

Lucía Iñiguez y Landín
en Patriotas Cubanas
por la Dra. Vicentina Elsa Rodríguez de Cuesta
Lucía Iñiguez y Landín Moreno, nació en la provincia oriental.
Su familia de rancio abolengo criollo fue de las primeras en coadyuvar a la independencia de Cuba.
Se casó en únicas nupcias con el Sr. Ramón García y González, naciendo de esa venturosa unión dos hijas nombradas Leonor y María del Rosario, y un hijo Calixto, que andando los años sería uno de los más grandes Generales de la epopeya cubana.
Al estallar en Yara la primera gesta revolucionaria Lucía Iñiguez, arengó al hijo de sus entrañas en la santa causa de la Libertad y tanto y de tal manera se distinguió por su valor, sus dotes de organizador, su coraje, su serenidad y su abnegación, que aquella madre podía estar orgullosa de haber dado a la Patria un hijo de tal temple y tales merecimientos.
Lucía Iñiguez perdió a su esposo y todos sus bienes de fortuna; pero en unión de sus dos hijas, trabajó para ganar el sustento diario y trabajó más todavía en la causa de la Revolución.
Colectó fondos para los insurrectos, introdujo proclamas clandestinamente, cosió ropas para los valientes mambises, preparó hilas y vendajes, envió en algunas ocasiones sus escasos y pobres alimentos a los que nada tenían que llevarse a la boca entre el fuego ardiente de los combates heroicos
Y un día aciago, el 16 de Septiembre de 1874 su hijo Calixto se encontró en el más duro trance de su vida. Separado del grueso de sus fuerzas, acompañado tan solo de sus ayudantes y de un práctico estaba en los instantes en que fue sorprendido, en el potrero de San Antonio de Bajá, por una guerrilla al mando del Teniente Ariza.
Sus acompañantes Castellanos y Planas fueron inutilizados para seguir luchando y el General García al verse perdido irremediablemente, se aplicó el revolver debajo de la barba y se dio un tiro.
El proyectil respetó su sagrada existencia y la suerte quiso que sobreviniese hasta 25 años después, cuando estaba ya consumada la obra de la Libertad.
Moribundo Calixto García, llevaron la noticia de la captura a su madre que lo adoraba y cuyo temple se apreciaba de conocer mejor que nadie.
Al recibir Lucía Iñiguez la infausta nueva de que el General estaba herido, la considero falsa, pues creía que no era fácil su aprehensión por los españoles.
Le advirtieron, al fin, que se hallaba, sí, en poder del enemigo, pero en estado gravísimo, ensangrentado, como que el proyectil le había salido por la frente. Ante la ruda revelación, creyolo muerte antes que rendido y cuenta la Historia que aquella matrona admirable exclamó:
-“Ese, ese es mi hijo Calixto”.
Cargada de años y de virtudes dejó de existir la augusta dama, cuya ejecutoria a través de toda nuestra vida colonial republicana supervive en el ánimo de todos los cubanos que aman a su Patria.
POR: GUIJE CUBA
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