viernes, 12 de noviembre de 2010
REHENES DE LAS SOMBRAS
Por Jorge Olivera Castillo
Habana Vieja, La Habana, 13 de noviembre de 2010, (PD) Pudiera parecer el fragmento de una novela o el conflicto central de un relato de ficción, pero el sufrimiento es real y la desesperación una especie de cuchillo empuñado por un loco, destrozando la paciencia de Tania Martínez y otras víctimas que residen en el poblado La Esperanza, de la provincia Villa Clara, ubicada en la zona central de Cuba.
Aunque resulte increíble, estas personas carecen de luz eléctrica desde el año 2001, según el diario oficial Juventud Rebelde.
Desafortunadamente, las promesas repartidas a granel por los burócratas, no producen chispa alguna y la postura tanto del presidente del Consejo Popular como del director de la Organización Básica Eléctrica del municipio de Ranchuelo, también distan de la posibilidad de ponerle fin al reino de las tinieblas.
En saco roto han caído quejas, ruegos, lágrimas y todo lo referente al ámbito de las aflicciones.
La alegría al recibir las nuevas viviendas como resarcimiento ante el devastador paso de los huracanes, se esfumó a medida que pasaba el tiempo sin que se instalara el vital servicio.
Cuenta Tania que “hace un año llevaron cuatro postes para el tendido eléctrico, y los dejaron tirados allí, sin darles más explicación”.
Pensar en una solución, para este caso que bordea el absurdo, es perderse en vaticinios con escasas probabilidades de que ni tan siquiera rocen los bordes de un desenlace satisfactorio.
En Cuba muy pocas cosas funcionan debidamente. Todo gira alrededor de la indolencia, la corrupción y una larga estela de conductas espurias que han podrido el tejido social casi de manera irreversible.
El drama de Tania y los integrantes de los cuatro núcleos familiares obligados a morar en las sombras, es representativo de la incapacidad del sistema para resolver miles de problemas sociales que no dependen de carencias materiales u otras dificultades asociadas a las estrecheces económicas, sino que su origen, desarrollo y arraigo, se debe a la pésima administración de los recursos, las indisciplinas, desvíos al mercado negro, entre un sinfín de hechos protagonizados por obreros y funcionarios de todas las categorías.
La noticia, que mueve al desaliento y a la estupefacción, es la segura continuidad de incidentes de similar naturaleza sin que existan señales de una disminución ostensible.
Sobran las causas para que se mantenga el mismo nivel de apatía y descontrol, dos de los principales estimulantes para el crecimiento de estas escenas propias de un manicomio.
Por cierto, Tania y el resto de los atribulados podrían terminar como huéspedes de estos sitios habilitados para el tratamiento de enfermedades mentales.
No es fácil soportar las palabras que describen las presuntas excelencias del sistema, en reuniones del partido, discursos y medios de comunicación, mientras la única luz durante la noche es la que despiden las velas, tal vez la ofrecida por un farol alimentado con keroseno o la que regala la luna.
oliverajorge75@yahoo.com
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