Ivan Lopez | Miami, Florida
18 de febrero de 2011
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El profesor de Física, Luis Grave de Peralta Morell, vive en libertad en Estados Unidos y se siente feliz aunque sus años de cárcel en Cuba destrozaron su hígado
Foto: Luis Grave de Peralta Morell
Los científicos cubanos, Luis Ernesto Grave de Peralta Morell (i), Robier Rodríguez Leiva (c) y Arquímides Ruiz Columbié.
"Es un precio alto, pero la libertad no es gratis".
El gobierno de Fidel Castro arrestó a tres físicos y un especialista en computación que trabajaban en la Academia de Ciencias de Santiago de Cuba en los años 90 y los condenó a largas penas de cárcel bajo cargos de rebelión, aunque el Acta de Sentencia dice claramente que jamás se inclinaron a la violencia y ninguno tenía antecedentes penales. Es más. Los magistrados precisaron que los cuatro habían descartado la violencia como medio de fomentar cambios en la isla.
El líder del pacífico cuarteto de intelectuales era Luis Ernesto Grave de Peralta Morell. Salió en libertad en 1996 gracias a Amnistía Internacional, la Academia de Ciencias de Estados Unidos y el gobierno de Bill Clinton, entre otros. Ahora vive en Texas, es profesor y está feliz, aunque sus años en la cárcel afectaron su salud y el pasado verano le practicaron un transplante de hígado, condición que podría ser culpa del régimen comunista de Fidel Castro.
El profesor Luis Grave de Peralta Morell.
"Es un precio alto, pero la libertad no es gratis", aseveró Luis en entrevista con Martí Noticias, al contemplar su vida y circunstancias. Cuando estaba en la cárcel, lo obligaban a afeitarse con la única cuchilla rusa que usaba la población penal. La limpiaban con agua y la compartían. Eran obligados a afeitarse, particularmente cuando llegaban visitas. Por dos años, no tenía permiso para poseer una cuchilla de afeitar personal. Finalmente le permitieron una propia y moderna, pero fue demasiado tarde. El resultado, explica Luis, fue Hepatitis B, una enfermedad peligrosa que suele provocar cáncer de hígado, como ocurrió en su caso.
Ante esa situación, Luis recibió tratamiento y se anotó en la lista de transplantes, y un día lo llamaron en la ciudad de Lubbock, en el norte de Texas, donde enseña física en Texas Tech University. Seis horas después estaba en un hospital de Dallas y cuando despertó estrenaba hígado nuevo. La transición fue buena, Luis se siente bien en términos generales, pero tiene algunos dolores bastante graves.
No obstante, recibe tratamiento, piensa que el dolor se irá. El es optimista y conoce casos de personas que han vivido una o dos décadas con hígado ajeno. Eso le provoca alegría. Se acuerda de lo que vivió y sufrió y acusa al gobierno comunista de los Castro de haberle provocado sus problemas de salud. Pero está libre, con su familia, y eso lo hace feliz. "Es una cosa que uno aprende cuando sale de Cuba. La libertad se conquista cada día. Ese fue el precio. Fue un buen precio. La libertad vale la vida".
Luis y sus colegas, Robier Rodríguez Leyva, Arquímidez Ruiz Columbié y Carlos César Orúe Caballero, eran pacíficos intelectuales. Con la excepción de Carlos, eran físicos. Luis trabajaba en Sismología. Los otros en el departamento de Lluvia Provocada. Amnistía Internacional dice que los cuatro eran prisioneros de conciencia que estaban en la cárcel por ejercer sus derechos de Expresión y Asociación. Se reunían en Santiago de Cuba para hablar sobre la situación en el país, y Luis escribió un libro que analizaba los discursos de Fidel.
Fueron arrestados el 22 de febrero de 1992 y acusados de rebelión, porque querían una Cuba diferente, independiente, "sin recurrir a la violencia", dijeron los magistrados que firmaron las largas condenas.
Luis fue trasladado a la unidad de la Seguridad del Estado en Santiago de Cuba. Un lugar que le dicen Versailles. Después fue llevado a la cárcel de Boniato, en Santiago de Cuba, y luego a Kilo 8, en Camaguey. Es una cárcel dura, le dicen "Se me perdió la llave". Ahí vio mucha violencia, particularmente contra los cubanos de la raza negra. Más tarde regresó a Boniato. En ambas cárceles, Luis fue respetado por los otros reclusos, comunes y políticos, y realizó huelgas de hambre y protestas para defender los derechos de todos. Sus compañeros de la Academia de Ciencias de Santiago de Cuba sufrieron un destino similar.
La Sala de Delitos Contra la Seguridad del Estado, en el Tribunal Provincial Popular de Santiago de Cuba, se ocupó del caso. Los jueces fueron Maglys Vaquero Castillo, Sonia Romaridy Madruga, María Milanés Torres, Elpidio Portuondo Luma y Dominador Alonso Toriño. Era el 15 de junio de 1992. La causa 29 de 1992.
El Acta de Sentencia dice que Luis tenía 34 años de edad. Era investigador de la Academia de Ciencias. Robier tenía 25. Era meteorólogo. Arquímidez tenía 39. Era jefe del Departamento de Influencia Activa de la Academia de Ciencias. Carlos tenía 26. Era auxiliar de Investigación Meteorológica.
Fueron acusados de "intentar reemplazar de forma ilegal el régimen erigido en Cuba, y de concebir la idea de instituir un grupo que denominaron Nueva Generación Revolucionaria".
Los jueces dicen que a iniciativas de Luis, se acordó "que cada uno debía buscar personas interesadas en compartir sus criterios y acciones, las que debían estar vinculadas a diversas ramas de la vida social en aras de lograr amplitud de opiniones y valoraciones sobre la forma de llevar a efecto una labor, basada en dos objetivos fundamentales".
"Uno táctico que define con la siguiente frase: ABAJO LA TIRANIA, ABAJO EL TIRANO, ABAJO FIDEL, y otro estratégico: ver a Cuba independiente, con una floreciente economía de mercado, un sano y democrático sistema político sustentado en el pluripartidismo y donde exista un Estado de Derecho que garantice el respeto de todas las leyes y el ejercicio por todos de los derechos universalmente reconocidos", agrega el Acta de Sentencia.
"Las reuniones tenían lugar en el domicilio de Luis, sito en calle 9, 255, entre 10 y 12, Reparto Vista Alegre, municipio y provincia de Santiago de Cuba, donde valoraban la situación económica, política, social existente en nuestro país y las formas de alcanzar sus objetivos, para lo cual se elaboraban diferentes documentos que se discutían y aprobaban en el colectivo", precisa el documento jurídico.
"Se expone su odio a la Revolución y a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, que califica de tirano omnipotente, llamándose a luchar por la independencia de Cuba, sin recurrir a la violencia puesto que en su criterio la violencia contrarrevolucionaria genera irremediablemente violencia revolucionaria", dice el texto.
El plan, señalan los jueces, era utilizar la propaganda escrita para llegar "al mayor número de personas, a través de varias métodos con empleo de sus conocimientos físicos, lo que le permitiría no ser descubierto, así como el reproducir sus proclamas y llamamientos y su inserción en las computadoras así como la creación de un virus para introducir en las computadoras del Centro de Cálculo de la Academia de Ciencias, donde laboraban".
Los jueces destacaron que todos tenían una conducta social normal, sin que le consten antecedentes delictivos. Pero concluyeron que habían cometido el delito de rebelión, previsto y sancionado en el artículo 99 del Códgio Penal, pues ejecutaron actos tendentes a cambiar el régimen económico, político y social del Estado Socialista.
El Acta de Sentencia, antes de precisar el fallo, recurre a la política, e indica que millones de cubanos han elegido como única opción: "La Patria, la Revolución y el Socialismo y la inmensa mayoría de los trabajadores, en distintas ramas de la ciencia, la economía y los servicios realizan ingentes esfuerzos, dedicando su tiempo e inteligencia a resolver los problemas del país desde una posición innegablemente revolucionaria. Se evidencia en cada uno de los inculpados rasgos egoístas, individualistas, destacándose aun más en Grave de Peralta Morell y Arquímedes Ruiz Columbié un gran espíritu de autosuficiencia y prepotencia, pues con su actuar querían hacer ver que son personas con una inteligencia tal que pueden abordar los temas más variados de política, filosofía, historia y economía, quedándose inmerso en su propia ignorancia científica del mundo circundante y en su propio intento de subvertir el orden social establecido en nuestro país".
El fallo: "TRECE AÑOS de privación de libertad para Grave de Peralta Morell, DIEZ AÑOS de privación de libertad para Arquímedes y Robier y SIETE AÑOS de privación de libertad para Orúe Caballero".
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