lunes, 14 de febrero de 2011
Creyentes
Escrito por Frank Cosme Valdés Quintana
Santos Suárez, La Habana, 15 de febrero de 2011,
(PD) Cuando Humberto Eco concibió el best-seller "El Péndulo de Foucault" estaba en el mundo occidental en pleno apogeo el fenómeno del "New Age", una especie de religión a la carta que agrupa de manera sintética las más diversas tendencias místicas y ancestrales que por siglos ha tenido el ser humano.
El autor, que nos lleva de la mano a través del mundo por todas las manifestaciones religiosas en busca de la semilla de este fenómeno que se ha convertido en un renglón comerciable y muy promovido a través de los medios, concluye que: "Cuando el hombre deja de creer en Díos, resultado de años de educación materialista, y comienza a creer de nuevo en la vida espiritual, cree cualquier cosa".
Casi una década después de esta afirmación, a la caída del socialismo estilo soviético, en Cuba se vio cuánta razón tuvo el afamado escritor italiano. En nuestro país, donde todo lo que sucede en el mundo llega tarde, junto con el llamado "desbordamiento pastoral" en todas las iglesias cristianas y las religiones afrocubanas, llegó también esta moda del New Age.
Pero la esencia de creer o no, no se limita solo a lo religioso, aunque comúnmente se asocie esta palabra con esta manifestación del espíritu. Ser crédulo o incrédulo implica también ingerir cualquier plato que le pongan delante, sea filosófico, político, religioso, y hasta de ciencia-ficción, sin tener otro punto de comparación o evidencias y muchas veces aderezado por cierta prensa que lejos de enseñar, confunde.
Sirva de ejemplo clásico como esta prensa ya referida enfocó a principios de año el tema de los subsidios a ciertos productos en Cuba. Aunque este tema fue tocado por una colega en este mismo semanario, es necesario volver a hablar sobre esto, pues la desinformación que origina, sobre todo la del exterior, que copia de los medios oficiales, lo que hace es multiplicar el número de los creyentes.
La ley 1213 del 27 de Julio de 1967, (44 años atrás), de la que como es razonable suponer casi nadie se acuerda, dispuso en su artículo 2, (y observe en qué forma fue redactado este artículo): "A partir de la vigencia de esta ley, los salarios de los trabajadores estarán exentos de todo impuesto y se pagarán en su cuantía neta o efectiva".
Antes de esa ley aparecían descontados del salario impuestos como el de la industrialización y la maternidad obrera. Este último, en conjunto con el precio que se ha pagado por los medicamentos en la farmacia -pues la consulta médica es gratis pero las medicinas siempre ha habido que pagarlas y su precio ha aumentado con el paso del tiempo-, ha satisfecho con creces el pago indirecto del bolsillo del ciudadano por este servicio que supuestamente es gratis.
Esta tesis de la gratuidad ha sido echada a volar por la prensa foránea. Ya no hay manera de convencer a nadie de lo falso de esto: 44 años de machacar sobre esto y otras cosas hacen de las mentiras, verdades.
No voy a argumentar sobre los otros impuestos que todavía existen. Simplemente, esta ley las sacó del sobre de pago. Sólo voy a recordar que cuatro años antes de esta estafadora ley, se gravaron con impuestos "solo por dos años para resarcirnos de las pérdidas ocasionadas por el ciclón Flora", los mismos productos, que según cierta prensa extranjera, calcando lo que dice la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y los medios oficiales, "estaban subsidiados". Para citar un solo ejemplo, una cajetilla de cigarros, que en la época del ciclón Flora (1963) costaba 20 centavos, hoy vale $7.00.
Otro globo que estos creyentes nacionales o extranjeros han inflado es el tema del salario promedio, el cual fijan entre 16, 18 y hasta 20 dólares al mes. Muchas veces se basan en estas estadísticas de la ONE o en la cercanía que algún reportero extranjero radicado en Cuba pueda tener con algún "maceta", quizás algún funcionario del estado retirado con un buen salario (probablemente superior a los tan cacareados $400), y que por esas cosas sorprendentes que suceden en Cuba, "también es cuentapropista".
Desafortunadamente el hombre común de Cuba, que lo mismo puede ser un ingeniero, un obrero, un agricultor y un ama de casa, no tienen voz.
Una opinión más o menos acertada hay que tomarla de todos, hombres y mujeres, viejos o jóvenes, retirados o no, pues muchas cosas han sucedido en medio siglo cuyas consecuencias las sufrimos actualmente y que no están en la memoria ni de jóvenes, ni mucho menos de periodistas extranjeros, que contrariamente a su trabajo de buscar la verdad, prefieren ser creyentes.
glofran263@yahoo.com
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