lunes, 14 de febrero de 2011

La encrucijada fatal



Escrito por Osmar Laffita

Capdevila, La Habana, 15 de febrero de 2011,


(PD) La prensa oficial dio a conocer el primero de febrero la reunión del Consejo de Ministros efectuada los días 27 y 28 de enero. A la misma asistieron los miembros del Consejo de Estado, las máximas autoridades del Partido Comunista y los Consejos de Administración de las provincias y el Municipio Especial Isla de la Juventud. Como es usual, la información fue limitada. Se buscaba mandar un mensaje de normalidad, de que todo acontece sin ningún problema.

Trascurridos más de cuatro años desde que el General Raúl Castro y su equipo de gobierno asumieron los destinos de la nación, lo realizado hasta el presente no ha sido positivo. Esto ha echado por tierra sus anunciados y aun no materializados cambios estructurales que demandan la economía y la sociedad cubana.

Después de su discurso el 26 de julio de 2007 en Camagüey, Raúl Castro abrió expectativas al promover las críticas de los males que el anterior gobernante dejó, una epidemia de la que todavía no ha podido curarse la sociedad cubana.

Pasados los años, todo languideció y miles de propuestas fueron engavetadas por la pérfida burocracia.

La presencia del líder histórico, a quien el Presidente y los diputados otorgaron rol de asesor casi divino, figura emblemática de los grupos de poder más retrógrados, ha logrado que los anunciados cambios no se hayan materializado.

Pero el presidente Raúl Castro, para no aparecer como un rey sin corona, refiriéndose a los cambios que no se acaban de concretar, planteó que las cosas hay que hacerlas con medida, que no hay derecho a equivocaciones y menos a cometer errores.

Parece que olvidó que su mayor equivocación y la del anterior gobernante durante todo el tiempo que llevan al frente del gobierno es no poder garantizar tan siquiera las tres comidas diarias a los cubanos.

De tanto pensar, reunirse y discutir, estos envejecidos gobernantes han perdido la capacidad de solución de los problemas de la nación. Están atrapados en un síndrome a partir del cual, cualquier cambio que huela a ruptura, les aterroriza. Han llegado a un congelamiento del pensamiento práctico.

Así, continúa la contrarreforma comenzada en 1996, con la que sepultaron los cambios iniciados en 1993 con la apertura del turismo, el cuentapropismo y las inversiones extranjeras. Esto fue posible por la aparición del cisne negro que les apoyó desde su nido en el Palacio de Miraflores, en Caracas. Con sus petrodólares, asumió el financiamiento de la subversión de las democracias de América Latina y el Caribe, con la asesoría y el capital humano de La Habana.

Pero de repente, se han visto atrapados en una encrucijada fatal, con la economía hipotecada. Le deben a las once mil vírgenes y padecen la pesadilla de buscarle empleo a más de 1 200 000 trabajadores. Por su ineficiencia, no queda otra salida que ponerles de patitas en la calle. El dilema de ser o no ser en la apertura a la iniciativa privada, es que saben cómo ha comenzado, pero no como terminará.

Es tal la ineficiencia del gobierno cubano que ni con el abundante subsidio en petróleo y los miles de millones de dólares recibidos por el pago de los servicios, principalmente de médicos, que reciben del gobierno venezolano, han podido evitar que la economía cubana esté sumida en la peor crisis de su historia.

Aunque el gobierno lo oculte y se resista en aceptarlo, entre las causas de esta imparable caída de la economía cubana, están los cientos de millones de dólares dilapidados en la fracasada "Batalla de Ideas" y la fiera resistencia de los sectores más inmovilistas a la menor apertura. Esto ha producido un descalabro que marca el incierto y desventurado modus vivendi de los cubanos. Para asombro de muchos, algunos lo han convertido hoy en virtud.

ramsetgandhi@yahoo.com

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