lunes, 7 de febrero de 2011

En gestación…




Escrito por Juan Gonzalez Febles


Lawton, La Habana, 8 de febrero de 2011,


(PD) Hace veinte años y más, se hizo evidente un movimiento espontáneo de regreso a la fe en términos generales y de vuelta a Dios en términos más específicos. Pero aquellos fenómenos regresivos no se quedaron sólo en lo confesional.

En el terreno fertilizado por las proscritas y hoy desaparecidas revistas Sputnik y Novedades de Moscú, reverdecieron viejas postales y florecieron otras, germinadas para la ocasión. La canción ‘Nuestro día’, del cubano Willy Chirino, recorría los hogares junto a la exitosa programación de la emisora Radio Martí. En aquellos momentos, centrada y muy para la Isla.

Se volvieron a escuchar olvidados boleros y guarachas de victrola. Reverdecieron laureles, Orlando Vallejo, Celia Cruz, Orlando Contreras, Ñico Membiela y otras figuras del cancionero cubano pre comunista. Pero todo se congeló en un momento indeterminado y el ‘hombre nuevo’ retomó su mal gusto, su reggaetón y su actitud desaprensiva, un tanto mayor, conformista.

De todo ello quedó, la naciente búsqueda y reencuentro con lo milagroso y la promesa incumplida desde aquellos tiempos. Como dijimos, todo quedó en lo confesional y en la manipulación que de este fenómeno hicieron los gurúes de la ingeniería social en las cámaras ocultas y siempre conspirativas del Partido Comunista.

Rebasada la parte confesional, estamos ante un fenómeno similar. Regresa el soundtrack subversivo de los años 50. La música de victrola vuelve con Blanca Rosa Gil, la recién fallecida Olga Guillot y Benny Moré, (más Bárbaro y rítmico que nunca) con el resto de aquel elenco de sueño.

De entre las filas del hombre nuevo, algunos muy jóvenes y otros no tan jóvenes se desmarcan. Ellos afirman que sus mujeres, las madres de sus hijos no ‘matarán jugada’ (léase prostituirse) por mucha hambre que les caiga encima. Buscan atajos para vivir sus viditas con la menor intervención oficial o sin ninguna.

La gente de a pie, comenzó a hablar y a criticar lo que nunca se habló o criticó en público. Aquel famoso e infamante tapabocas que el viejo Comandante y su viejo gobierno exhortaban a dar a los inconformes que se manifestarán en público, ahora lo reciben aquellos defensores a ultranza de la dictadura. Se les dice alto, claro e inequívocamente: “¡Cállate chivatón!”

Algo está en gestación. Estoy seguro de eso. Mientras camino y esquivo charcos de agua sucia y orines en la calle Picota, escucho en off. Como soundtrack triunfante del momento, Tejedor, uno de nuestros ciegos de oro, proclama su anhelo de remontar las estrellas con su amada, para no ser visto por censores de entonces, del amor prohibido.

En la ciudad vieja son algo más pragmáticos. Sólo les bastaría remontar el Estrecho de la Florida. Pero hasta esta perspectiva, se hace cada vez más y más difícil. Entonces, otra solución, la impensable se corporiza cada vez con más fuerza en medio de la frustración de todos. Una sana vergüenza por llorar como mujeres no lo que no se aprendió a defender como hombres, recorre asordinada las calles.

“Salir de ‘esta gente’, no puede ser tan imposible. No hay que dejarse avasallar por unos cuantos chivatones” Algo se incuba en silencio, está en el aire. En los silencios y en los exabruptos. En la ira enmascarada por el miedo. En la frustración. En el odio que se esconde y se presiente. Algo está en gestación…

juanchogonzal@gmail.com

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