lunes, 21 de marzo de 2011

La hora de cambiar el rumbo



Escrito por Julio Antonio Aleaga Pesant


El Vedado, La Habana,


21 de marzo de 2011,


(PD) No hay por qué creer que la política exterior cubana esté en condiciones de cambiar, aunque lo debe hacer lo antes posible. Sigue secuestrada por aquellos o los hijos de aquellos que desvirtuaron el rol de la nación en el escenario internacional. Rompieron, a sabiendas y con pretensiones de lacayos imperiales (recuerden la crisis de los misiles o las intervenciones militares en el exterior), el coherente discurso nacional, cuyo punto más alto fue la participación en la fundación de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Desinflado por estos días el imaginario bienestar augurado por el gobierno que vendría tras la prospección de petróleo en la zona norte occidental de la isla, luego de la salida de Petrobras del área de explotación; a punto de ser considerado por la comunidad internacional, como un estado fallido, momentos antes de implosionar; con deudas impagables, una economía insolvente y una dependencia perniciosa de los subsidios extranjeros, en especial del gobierno venezolano, urge al gobierno cubano reencontrarse con la comunidad internacional y abandonar el inmaduro papel de Estado adolescente y trasgresor.

El último capítulo de esa política exterior ineficaz e incoherente con los intereses de la nación, que nos da enemigos y amigos bribones, es el apoyo al sátrapa libio Muammar el Kadafi.

Esta situación emparienta al gobierno insular con lo peor de los regímenes mundiales (nada nuevo) y sostiene nuestro aislamiento en el plano internacional.

Juntarnos a la comparsa de los gobernantes de Venezuela, Nicaragua y Bolivia (Chávez, Ortega y Morales), sólo ubica al gobierno cubano en el grupúsculo de gobernantes latinoamericanos, que pertenecientes a la Alianza Bolivariana (ALBA), optan por mantener un discurso y un accionar confrontacional, que impide ante todo la construcción de un escenario que haga mejor el mundo en que vivimos y después el retraso de la llegada de la democracia a otros países.

Kadafi, es un dictador de 42 años de experiencia, ignorante, excéntrico como pocos y promotor de atentados terroristas como el ejecutado contra el avión de Panam, sobre Lockerbie, Escocia. Kadafi en el último mes, luego de las manifestaciones multitudinarias contra su gobierno, bombardeó a los manifestantes y radicalizó la confrontación. En el colmo del paroxismo, acusó a los Estados Unidos y a los terroristas de Al Qaeda por igual de drogar a sus opositores y lanzarlos a la contienda. Pero además usa mercenarios para enfrentar al pueblo, con el dinero personal, robado de las arcas de un Estado rico en petróleo y gas natural.

El rechazo al gobierno libio en la arena internacional es claro y evidente. En los últimos días fue condenado en la Asamblea de las Naciones Unidas y suspendido del Consejo de Derechos Humanos de Ginebra y de la Liga Árabe. El Coronel es procesado por la Corte Penal Internacional por violación de los derechos humanos. La Unión Europea, preocupada por una nueva crisis humanitaria que recuerda la ocurrida en la antigua Yugoslavia tras su desintegración, observa con preocupación los acontecimientos. Mientras, los países africanos retiran sus embajadas.

Apoyar a ese déspota y corrupto personaje es una torpeza que no resiste ni al cruel realismo político. Sitúa al Estado cubano en contra de los anhelos de libertad del pueblo libio y echa por tierra nuevamente la hipótesis revolucionaria de apoyo a los pueblos oprimidos, abanderada desde 1959 por el gobierno militar. Califica de inamovible, torpe y reaccionaria la política exterior cubana, tan necesitada de cambios estructurales.

Las acciones públicas de apoyo a la dictadura libia, en reuniones internacionales del Canciller Bruno Rodríguez Parrilla y del Vice Canciller Abelardo Moreno, los descalifica para el servicio exterior de la nación. Convierten al Estado cubano en aliado y soporte de otra dictadura.

En los últimos tres años hubo cambios al interior de la nación. No son suficientes. Pero son cambios. Comenzó la liberación de los presos políticos. También se liberalizaron algunas acciones económicas y se pretende disminuir el tamaño del Estado. Es hora que de alguna manera la política exterior empiece a cambiar.

El apoyo al Consejo Nacional para la Transición (CNPT), representación más importante de las fuerzas democráticas libias, y el envío de ayuda humanitaria al pueblo libio, puede ser el primer paso de la cancillería cubana para insertarse en el mundo real y alejarnos de las viejas prácticas que tanto daño nos hacen.

aleagapesant@yahoo.es

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