miércoles, 30 de marzo de 2011
Señales de identidad
Gabriel de la Concepción Valdés Plácido
Claudio José Domingo Brindis de Salas
Miguel Failde
Juan Gualberto Gómez
Rita Montaner
Nicolás Guillen
Wilfredo Lam
Benny Moré
Bebo Valdés
Elvira Cervera
Escrito por Lucas Garve
Mantilla, La Habana
30 de marzo de 2011
(PD) Las huellas de la identidad de negros y mestizos en la Cultura Cubana sufren todavía del escamoteo y el olvido en muchos casos. En un país donde negros y mestizos suman una cifra importante de la población, el legado más valioso de la herencia cultural lo constriñen al ritual religioso producto del sincretismo entre cultos africanos y santorales católicos.
Tras cantos rituales y bailes representativos de los orishas, esconden un legado aún más valioso en cuanto es reflejo de un alto nivel de calidad de la producción artística y literaria de mujeres y hombres pertenecientes a este grupo de descendencia.
Así se ha santificado un canon de “blanqueamiento cultural” que despoja de ejemplos de los resultados artísticos relevantes alcanzados por artistas, poetas, músicos negros. Para demostrar lo anterior, solamente, expongo algunos datos, quizás bastante someros, pero no menos evidentes.
María Martínez fue una cantante cubana negra, llevada a Europa desde su niñez, que llegó a ser conocida como “la Malibrán negra”, según asegura Francisco Calcagno en su Diccionario biográfico cubano, D.E.F. Casona, New York, La Habana, 1878-1886, p. 409.
Del mismo autor, F. Calcagno (1827-1903) es la antología biográfica Poetas de Color (1878), una obra valiosa de este autor que no ha sido valorada en su dimensión más merecida. En cuanto al antologador, ya citado más arriba, es sin duda una figura clave, es difícil escribir sobre el siglo XIX cubano sin mencionarlo.
En la obra citada, en el párrafo anterior, Calcagno reúne a los poetas Plácido, Juan Francisco Manzano, Agustín Baldomero Rodríguez, Antonio Medina Céspedes y Ambrosio Echemendía. Además de las personalidades literarias de Plácido y Manzano, se destaca a nuestros ojos la de Antonio Medina.
A. Medina Céspedes fue un hombre de cultura evidentemente, pero ha sido especialmente olvidado por la historiografía oficial cubana. Nació en La Habana el 13 de junio de 1824. Sastre de oficio, alcanzó relevancia en la Literatura en su época gracias a sus esfuerzos y tenacidad por superarse mediante los estudios. Se recibió de maestro en 1861 y abrió una escuela para niños negros y mestizos que llegó a ser muy reconocida. También escribió para periódicos, hizo traducciones del francés, publicó el drama “Lodoiska o la maldición”, la zarzuela “Don Canuto Ceiba Mocha”. El autor Calcagno lo calificó como “el Luz y Caballero de los negros”, así fue el renombre alcanzado por Medina.
Reconocido abolicionista, F. Calcagno dejó en sus obras referencias de gran valor sobre personalidades negras de esa época. Calcagno fue un propagandista de la causa abolicionista y denunció en sus obras la abominación del sistema esclavista y los crímenes que se cometían en contra de los esclavos.
Asimismo está la obra de Úrsula Céspedes de Escanaverino (Bayamo, 1831 – Lajas, 1874), poetisa bayamesa y colaboradora en periódicos y revistas literarias como el Redactor de Santiago de Cuba, El Semanario Cubano, Cuba Literaria, Kaleidoscopio, El País, El Eco, La Alborada, La Abeja y en diarios de España y Méjico. En 1880 publicó Ecos de la selva. Fue también maestra escolar.
Valgan estos ejemplos como muestra de mujeres y hombres negros que son indudablemente parte de una identidad negra que ha sido menospreciada por la historiografía oficial cubana, aparentemente ocupada en resaltar los valores de otros nacionales, posiblemente muy de acuerdo meritorios, pero blancos.
garvecu@yahoo.com
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario