viernes, 1 de abril de 2011

De la UMAP a Nueva York



Héctor Santiago es no sólo un dramaturgo destacado, sino un defensor de la libertad.

Armando de Armas / martinoticias.com 31 de marzo de 2011

Foto: Cortesía de Héctor Santiago

Puesta en escena de la obra de Héctor Santiago, La diva en la octava casa.

" Se trataba de cambiar la orientación homosexual mediante métodos que llamaban científicos y que, importados de la URSS, consistían en inyecciones de insulina y la aplicación de electroshocks".

Nacido en La Habana en 1944, Héctor Santiago ha estado ligado al teatro de todas las formas y maneras, unas veces como asesor literario, director y dramaturgo, otras como actor, titiritero, coreógrafo, bailarín y pintor.

Escribió crítica teatral para La Gaceta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y para el periódico Juventud Rebelde. Pero el régimen militar de la isla ni pudo perdonarle que fuera homosexual y termino por encerrarlo en los campamentos concentracionarios de la Unidades Militares de Ayuda a la Producción, UMAP, para más tarde hacerlo víctima de la espeluznante "parametración'', mecanismo mediante el cual se dejaba sin trabajo y se condenaba al ostracismos a aquellos que en el sector artístico, vaya casi todo el sector, fueran homosexuales o lo parecieran, y más tarde pasó años en prisión por motivos políticos hasta que en 1979 logró salir de la isla.

Con 100 obras escritas, Santiago tiene nueve publicadas y 10 puestas en escena en Estados Unidos, México, Brasil y Paraguay. Su Premio Letras de Oro, por Vida y pasión de La Peregrina, sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda, se estrenó en el Teatro Avante de Miami. Por otro lado, el dramaturgo ha sido acreedor de los Premios ICRA del Instituto Cultural René Ariza, una tradición en la Colección de la Herencia Cubana de la Biblioteca Otto Richter de la Universidad de Miami.

Con motivo del turismo homosexual dirigido hacia la isla y los intentos del régimen cubano de vender el país no ya como el paraíso proletario, sino como el paraíso gay, Armando de Armas entrevistó para MartiNoticias al dramaturgo Héctor Santiago.

MN. ¿A su entender cuándo descubre el gobierno cubano que el turismo homosexual puede ser un buen filón monetario?

HS. La dictadura cubana le tiene el ojo echado al comercio sexual dirigido a la comunidad gay desde que en 1995 un informe de la Cámara de Comercio de Estados Unidos destacó la solvencia del turismo homosexual y por ese motivo es que, inmediatamente, empezó en la isla una política de supuesta apertura, apertura para hacerse con las divisas que es lo que ellos quieren. Nada de tolerancia les mueve en el asunto.

MN. ¿Qué significó para usted el hecho de haber pasado por la UMAP?

HS. La UMAP fue más terrible de lo que se ha dicho pues se trataba de cambiar la orientación homosexual mediante métodos que llamaban científicos y que, importados de la URSS, consistían en inyecciones de insulina y la aplicación de electroshocks, interactuando con imágenes de hombres desnudos, por una parte, y con imágenes de mujeres desnudas, por la otra, de manera que a las imágenes de hombres seguía un castigo, y a las imágenes de mujeres un premio, el premio de no ser sometido a la terapia de choque. Se nos aplicaba allí con una mezcla de infantilismo y perversidad el trato a los perros en el experimento de Iván Petróvich Pávlov. Un verdadero horror del siglo XX.

MN. ¿Qué tipo de organizaciones son las que promueven en el exterior los viajes de turismo homosexual a Cuba?

HS. Hay de todo. Pero muchas de las sociedades de homosexuales que promueven los viajes a Cuba son, además, sociedades de pedófilos que aprovechan la tolerancia y vista gorda de las autoridades comunistas de la isla para practicar el comercio sexual con niños. Quiere decir que el gobierno de la isla promueve un país como se fuera la meca para gente que por unos míseros dólares pueden abusar de niños y niñas.

MN. ¿Por qué la comunidad gay en Estados Unidos y en Europa no denuncia esa atrocidad del truismo sexual en Cuba?

HS. Bueno, primero porque la mayoría de esas organizaciones gay son, además, de izquierda, entre otras razones porque las dictaduras comunistas, y las dictaduras en general sean del signo que sedan, saben venderse muy bien. También tenemos que decir que el exilio cubano, por un problema quizá de prejuicios moralistas, no ha sabido hacer hincapié en el tema de la discriminación y represión que han sufrido los homosexuales en Cuba en estos cincuenta años de revolución castrista.

MN. ¿Qué tiempo estuvo en la UMAP?

HS. La UMAP comenzó mucho antes del Ier llamado en 1965: Se habían comenzado secretamente en los CDR listas de "antisociales" en cada barrio, se habían depurado de las becas y de la Universidad de La Habana, y ya desde 1961 se comenzaron las llamadas "recogidas" -Tuve el honor de caer con Virgilio Piñera en las "Tres P" -Prostitutas, Pederastas, Proxenetas, en el vivac de La Habana en plena adolescencia-, allí fui fichado e incluido con otros artistas, presos comunes y los encarcelados en la Galera 16 de los homosexuales en la Prisión del Príncipe, que formaron el primer contingente. En Esmeralda convivimos por un mes en un campo mixto, donde los homosexuales estábamos separados por cercas electrificados de los llamados "normales", después conducido a Sola, Ciego de Ávila y otros campamentos exclusivamente para homosexuales, pues te movían de acuerdo a las necesidades de mano de obra, finalmente por mis rebeldías carené en Malesar y Manatianbo: un verdadero infierno construido junto a una ciénaga con unos mosquitos que parecían mariposas y toda clase de infecciones y diarreas. Haría como un año me llamaron, me metieron en un jeep y carené en La Habana sin explicación alguna frente a mi casa: tardaría años en saber que en secreto Nicolás Guillén, Carlos Rafael Rodríguez, Mirta Aguirre y otros miembros del gobierno tramitaron la libertad de algunos artistas como José Mario, Jorge Ronet, etc, -lo que aún hasta hoy me hace sentir culpable por todos mis infelices compañeros que no tuvieron quién intercediera por ellos y encontraron el suicidio, la locura y extinguir sus supuestos 3 años -seguidos por mas recogidas, depuraciones en trabajos, Ley de la Vagancia y la Parametración de los creadores en los 70-.

MN. ¿Tiene una novela inédita acerca de los campos concentracionarios de la UMAP? ¿Por qué no la ha publicado?

HS. Tengo 2 novelas acerca de la UMAP y una obra teatral publicada pero no estrenada, todas rechazadas por las casas editoras -inclusive una que publica a exiliados-, siempre me pregunto sin son muy malas, pero después me digo que el lector sería quién lo decide. Hace dos semanas me volvieron a rechazar una. Es un proceso que cansa, ya no me molesta, pero siempre te pone en duda tu calidad, y un poco el interés por una temática conflictiva, dura, que cuestiona la complicidad de todo un país para con una de sus minorías, el cerco de silencio en torno a la temática del exilio y aun en ese exilio cuestionamientos moralistas, que sólo sirven para el olvido que el Régimen tiende sobre su llamado "errores del pasado". No me he pagado mis ediciones por muchas consideraciones -además de que viniendo de Cuba siempre deseé vivir y emplear mi dinero en hacerlo, en vez de editarme-, la necesidad de una buena distribución más allá de Miami para hacer mi voz más universal y un editor de mi confianza, pero ahora veo que es el insoslayable destino de los escritores en el exilio: o te pagas o te callas. Y quizás llegó el momento de reconsiderarlo -Tengo puesto mis ojos en Editorial Silueta. Lo que está haciendo Rodolfo Martínez Sotomayor se merece el Premio Lezama Lima de las editoras en el exilio-. Pero con una obra tan vasta quizás le deje el paquete a mi muerte a Luis y José y que la posteridad juzgue si valió la pena más de 60 años dedicados a la creación, 50 luchando por la libertad de Cuba, 30 por dejar la memoria del exilio, y 66 diciendo: ¡Aquí estoy, esto es lo que soy: o me toman o me dejan!

MN. ¿Qué significa el teatro para usted?

HS. En ese sentido sostengo lo que ya dije al ser acreedor de los Premios ICRA del Instituto Cultural René Ariza: El teatro ha sido mi vida, y a nadie deben premiarlo por vivir.

MN. ¿Qué significa Nueva York?

HS. Nueva York es mi presente que hace de Cuba mi memoria. Es una ciudad dura, indolente, difícil para el triunfo -y muy dura en el mundo cultural con los exiliados cubanos a los que nos niega un espacio-, que es para mi lo que fue el París de los 40-60 para Picasso, Hemingway, Stravinsky, Cortazar, etc., creatividad, inspiración, renovación porque nunca se detiene, y para quien vino de una dictadura que te vigilaba desde el alma hasta los pies, la más total libertad y respeto para tu individualidad -a veces rayando en la indiferencia, pero eso me gusta-, caminarla sin que te señalen es siempre encontrar personajes, historias, barrios distintos, diferentes países sin coger un avión -se hablan cerca de 80 idiomas-, costumbres, modas y sazones que nunca hubiera conocido, eso me ha hecho un hombre universal. Pero a la vez me ha hecho encontrarme con mis raíces cubanas con una profundidad que no hubiera logrado ni en Cuba: sin nacionalismos, orgullos vanos, ni falsas superioridades. Yo sé de dónde vengo, el poder de mi cultura y eso ha creado a estas alturas un ajiaco cultural muy interesante. Sigo escribiendo con el ojo cubano, ahora terminé mi ultima novela sobre la comunidad rusa en Coney Island y su similitud con Miami: la construcción en el destierro de un enclave con lengua propia, la música rusa, me encontré con Tchaikovsky que es uno de sus personajes, disfruto en restaurantes rusos, y he conocido nonagenarios miembros de la corte rusa, y desterrados del GULAG, a la vez que cruzo el Hudson para comer frijoles negros en Nueva Jersey.

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