lunes, 18 de abril de 2011

¿La gaita o el cencerro?




Escrito por Odelín Alfonso Torna


Arroyo Naranjo, La Habana


18 de abril de 2011


(PD) Por circunstancias ajenas a su voluntad, Gilberto Roque dejó de militar en uno de los núcleos del Partido Comunista de Cuba del municipio capitalino El Cotorro. Poco antes de cumplir cincuenta y tres años de edad -veinte de ellos dedicados por completo a la revolución- decidió optar por la ciudadanía española, motivo suficiente para que sus superiores lo obligaran a abandonar la organización.

Sus razones para emigrar no vienen dadas por la situación económica. Gilberto heredó de su abuelo una finca con frutales en Santa María del Rosario, un barrio situado en la periferia sur de El Cotorro. Más bien lo mueve el deseo de reunirse con su hija y nietas, quienes desde el año 2002 viven en Tenerife.

No fue fácil para Gilberto determinar entre ser español o llevar colgado al cuello el cencerro de los ¨leales¨ fidelistas. Tampoco admitir que después de tantos años de militante, sus compañeros lo llevarán contra la pared en tal decisión. Finalmente, sin mirar atrás, comenzó el papeleo para cumplir el sueño de muchos cubanos: ser persona fuera de su país. Para este empeño, escribió a su parentela española en Tenerife y a partir de ahí, comenzó el largo y tedioso camino del papeleo.

Muchos militantes del Partido Comunista con hijos en el extranjero, como es el caso de Gilberto Roque, albergan la esperanza de abandonar el país. Esto desata la intolerancia de una organización que se precia de proteger los derechos de sus miembros.

¿Cuántos militantes han colgado sus hábitos en pos de buscar el sueño americano, el antepasado gallego o un matrimonio arreglado en Ecuador?

En los debates sobre los Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista sobre la política económica de país, no hay espacio para hablar de esos militantes que son expulsados del Partido por querer emigrar o salir de Cuba temporalmente.

Según cuenta Gilberto, cuando cumplió misión internacionalista en la guerra de Angola –entonces era miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas con apenas 18 años- no hizo falta siquiera comunicarle al comité de base de la UJC que iba a cumplir misión”. Fue una movilización relámpago.

La paradoja de esta historia es que hoy Gilberto Roque espera la tarjeta blanca (el permiso gubernamental para salir del país) y sin embargo, se encuentra movilizado por la reserva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. No entiende por qué, si ideológicamente está defenestrado, ahora lo utilizan para preparar esa guerra que nunca vino ni vendrá.

A pesar de todos los tropiezos, Gilberto no desmaya la idea de ser militante comunista. Según él, se abrió un libro de firmas en la embajada de España, para que se registren aquellos cubanos expulsados de las filas del PCC que deseen militar en la Madre Patria. ¿Será cierto esto?

¿Acaso no es factible para el régimen cubano fundar colonias de comunistas en Tenerife, Guayaquil, Portoviejo o en la mismísima Florida? ¿Han pensado los cuadros comunistas, o los comunistas cuadrados, si Fidel, Raúl Castro y toda su parentela, están bendecidos con la doble ciudadanía?

Gilberto Roque escogió tocar la gaita porque ya el cencerro le aturde. Cree que la separación de las filas comunistas por su condición de emigrante, sólo genera tensiones y arbitrariedades dentro de la propia militancia. No será el primero ni el último.

El VI Congreso del PCC se acerca y aún Gilberto permanece en Cuba, movilizado por el ejército. Cuenta los días que faltan para su entrevista en la embajada de España, programada para finales de año. Pero de algo está seguro: prefiere cosechar frutas en otras tierras.

odelinalfonso@yahoo.com

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