domingo, 24 de abril de 2011
Un tanque, un cañón y el tiempo por delante
Escrito por Luis Cino Álvarez
Arroyo Naranjo, La Habana
24 de abril de 2011
(PD) El Comandante no estuvo en la Plaza de la Revolución para la parada militar del 16 de abril. En su lugar estuvieron el tanque T-34 y el cañón autopropulsado SAU-100 que utilizó en la batalla de Girón. Ambos remozados y en movimiento.
Pero por mucho que se esforzaron con los artefactos en trucos e injertos los técnicos de la industria militar cubana –la única que parece funcionar razonablemente bien en el país-, ya nada es lo mismo. La parafernalia bélica chapisteada y con colorete de hace medio siglo, más que impresionar, recuerda los almendrones yanquis de los años 50 con ruidosos motores soviéticos de los 80.
A estas honduras del desastre económico no esperaba que se volviera a efectuar a corto plazo un desfile militar de esta envergadura. Pero los mandarines sacaron de donde no hay y tiraron la casa por la ventana para mostrar sus hierros en el aniversario 50 de la proclamación del socialismo verde olivo.
Lo más probable es que sea el último gustazo marcial que se dé la dirigencia histórica. Jugar a los soldaditos antes del largamente aplazado VI Congreso del Partido Comunista es casi como el último deseo en vísperas del patíbulo.
Con los Lineamientos de Política Económica y Social cual si fueran las Tablas de Moisés, pero con elásticos, pinzas y dobladillo para zafar o apretar en caso de necesidad, la dirigencia histórica emprende las timidísimas reformas -que ni siquiera se atreve a llamar así- para entrar pasito a pasito en un socialismo de mercado y Partido Único que más bien se asemeja al corporativismo fascista.
La elite aspira a “perfeccionar” el socialismo verde olivo sin socialización ni libertades políticas, con mentalidad de bodeguero, calcos neoliberales y algunos ingredientes del arroz frito según las recetas de los camaradas chinos. ¡Vaya zambumbia más original!
El pasado diciembre, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el General-Presidente advirtió que las reformas, que no eran tales sino “actualización del modelo económico”, eran inaplazables porque estábamos al borde del precipicio.
No hay por qué no creerlo. Se sabe que el general Raúl Castro no habla de más ni es muy dado a las metáforas.
Entonces, si luego de evaluar los resultados de los debates, el VI Congreso hace caso a los retranqueros y desacelera los retoques estructurales hasta que vengan tiempos más propicios para el apretón o tengan preparados sabrá Dios qué amarres (¿para la conferencia nacional del Partido Comunista dentro de nueve meses?), es de suponer que si no caímos en picada, es porque nos balanceamos sobre una telaraña tejida sobre el abismo. Y debajo no han puesto la malla de salvamento.
De lo que sí no hay dudas es de que los octogenarios dirigentes, por muy mañosos que sean y muy fuertes y saludables que digan sentirse, no tienen por delante todo el tiempo del mundo para seguir en sus tretas por ganar tiempo a ver de dónde rayos viene la salvación esta vez.
A propósito, pudieran haber invitado a Omara Portuondo para que amenizara la clausura del VI Congreso. ¿Se imaginan a los ancianos generales y a los burócratas fosilizados de la partidocracia comunista corear con la diva, en vez de La Internacional, aquello de: “Lo que nos queda por vivir”...?
luicino2004@yahoo.com
Foto: Marcelo López
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario