martes, 21 de junio de 2011

Burócratas amargan aún más la vida a los cubanos



Por si fueran pocas las vicisitudes materiales que se pasan en la isla para sobrevivir, los trámites para cualquier gestión lo hacen todo mucho mas complicado.

martinoticias.com 21 de junio de 2011

Foto: Reuters

La gente hace cola frente a una oficina de trámites de licencias en La Habana.
Además de las angustias propias de los jefes de familia que cuando se levantan cada lunes se preguntan cuánto y qué habrá esa semana en la casa para comer, los cubanos viven condenados a vencer a diario un sinnúmero de obstáculos burocráticos.

En un artículo titulado “Cubanos en el Laberinto” y publicado por Cubanet este martes, el periodista independiente Víctor Manuel Domínguez señala que todos los trámites burocráticos en la isla “son un dolor de cabeza para la población” que además de tiempo también pierde dinero.

“Miles de solicitudes de todo tipo esperan respuesta en oficinas y otras instancias del país. Pero la mayor parte se queda sin solución, no importa la envergadura del trámite. La desorientación, el peloteo de un sitio para otro, los maltratos, no tienen para cuando acabar. De nada vale que la gestión sea sólo para obtener una firma o un cuño”, dice el articulista.

Domínguez cita como ejemplo el caso de Vladimir Pérez, a quien un alza repentina de voltaje en su vivienda le inutilizó cinco equipos eléctricos y todavía “aguarda desde 2008 que la Unión Eléctrica (UNE), le reponga un equipo de música que le costó 497 dólares”.

También menciona a Nidia Ruíz, víctima de un hurto en su vivienda en mayo de 2009, y que aún espera “porque la caja de resarcimiento le pague una indemnización de 9.562 pesos, sanción complementaria que dictó el tribunal contra el autor del delito. El tiempo establecido por la ley para solucionar ambos trámites era de 30 días”.

El artículo indica que miles de cubanos se hallan en esa situación, y que hasta para obtener la actualización del derecho a comprar una dieta de alimentos por enfermedad, o de un medicamento controlado, hay que aguardar por el documento nombrado “tarjetón”.

Otros casos citados son los de Elisa García, quien estuvo dos meses sin recibir la dieta de pollo que les asignan a las personas que padecen diabetes, porque no había modelos para llenar en la oficina. Y de Alejandro Suárez, que tuvo que adquirir en el mercado ilegal el salbutamol para el asma, porque la firma del médico de la familia no estaba actualizada.

Tras precisar que de nada sirven las quejas o denuncias formuladas por los ciudadanos, el artículo destaca que “según el periódico Granma, hasta el Estado es víctima de su engendro burocrático. Cerca de medio año después de la botadura al mar, seis barcos estatales de plástico permanecen anclados en espera de concluir los trámites para comenzar su trabajo”.

En tal caso la inversión alcanzó la cifra de 260 mil pesos y una fuerte suma en moneda convertible, según dice Domínguez, quien concluye que “si esto ocurre con los bienes del Estado, qué puede esperar la población”.

La moraleja, de acuerdo con el artículo, es que el que no paga una gratificación monetaria por debajo de la mesa “para resolver”, se desgasta de trámite en trámite sin lograr ningún resultado.

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