martes, 7 de junio de 2011

De la meca a la mezcla


Escrito por Odelín Alfonso Torna


Arroyo Naranjo, La Habana


7 de junio de 2011


(PD) Los cubanos despertamos, desde principios de mayo, degustando un nuevo café, mezcla chícharos y café robusta. Hace siete años, un sabor similar lo habíamos anulado de nuestro paladar, gracias a que en el año 2005, el Comandante en Jefe mandó a parar aquella mescolanza normada.

Hoy regresa el café mezclado, dicen los facultativos que mejorado, pero aumentado 32 veces su precio (de 14 centavos a cuatro pesos el sobre de 115 gramos).

El cafetín de Fidel Castro no pudo más con el bloqueo norteamericano. La nueva fórmula responde al llamado de la patria a prescindir de dos mil y tantos dólares por una tonelada de café comprada en el mundo neoliberal, amén de que éste brebaje guste a unos pocos y disguste a la gran mayoría de los consumidores cubanos.

Era de esperarse. Cuba se reforma y el café mezclado se santifica para los que resisten, mientras que las marcas nacionales de exportación, Serrano, Turquino, Cubita y Monte Rouge, despiden su aroma hacia arriba.

Un tal Oscar González, máxima autoridad en la línea de envase de la torrefactora capitalina de café "José María Pérez" (antigua Pilón), aseguró ante la periodista habitual del semanario Tribuna de La Habana, Raquel Sierra, que antes de 2005 el porcentaje de chícharos empleado para la mezcla del café normado era mayor del que hoy se utiliza.

Cuba, por su microclima en las montañas del centro y oriente del país, produce uno de los mejores cafés del mundo. Antes del triunfo revolucionario de 1959, la isla nunca importó café. Hoy, después de cinco décadas de economía centralizada y crisis sistémica sin asomos de recuperación, sólo consigue producir 1200 toneladas al año, la mayoría destinada a la exportación y a la venta en las Tiendas Recaudadoras de Divisas.

Si hoy se emplea para el café que se vende normado a la población 50% de chícharos y 50% de robusta, incluido en éste ultimo un 10% del cosechado en Cuba, ¿qué infusión tomábamos antes de 2005?

Pero lo importante no es qué tomábamos, qué tomamos o si las cafeteras se tupen y explotan en cadena, sino el representativo ahorro al país de los 17 millones de dólares empleados en la compra de café a Vietnam, Turquía o Brasil.

En el reportaje de Raquel Sierra, publicado el domingo 15 de mayo por el semanario Tribuna de La Habana, se advierte que "la durabilidad en estado óptimo del café mezclado es de 40 a 45 días, por lo que no se puede adelantar demasiado su producción".
Es por ello, la lógica lo indica, que en el mes de mayo se atrasó la distribución de café en todo el país. Una nota de prensa emitida por el Ministerio de Comercio Interior daba la arrancada en la comercialización del café mezclado.

De la meca a la mezcla hemos saltado y no sólo con el café, ese néctar necesario que nos abre las entendederas al amanecer, ameniza una visita intencionada o estampa un almuerzo a lo cubano. El café "puro" nos dejó hasta nuevo aviso. El ritual en la preparación del mezclado, ahora tropieza con gorros tupidos por el chícharo y la amargura de pagar a sobreprecio el "injusto bloqueo norteamericano".

Otra vez entenderemos la urgencia y guste o no, registraremos la nueva fórmula en nuestro paladar. Lo que no olvidaremos es que Cuba fue hace 52 años la meca del café. Mañana algún directivo de la torrefactora estatal, nos dirá el porcentaje de chícharos utilizado en las coladas de hoy.

odelinalfonso@yahoo.com

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