domingo, 5 de junio de 2011

El color púrpura cubano


Escrito por Juan Gonzalez Febles


Lawton, La Habana


5 de junio de 2011


(PD) Existe en la actualidad un interesante problema de competencia y de representatividad. Los diálogos iglesia-estado, representados por las conversaciones entre el arzobispo habanero, cardenal Jaime Ortega Alamino y el general y presidente designado Raúl Castro y caracterizados por su atmósfera casi conspirativa, falta de transparencia y claridad públicas, dejan en el aire la pregunta sobre a quién y a qué representan ambas partes.

Como esbozó el líder político Manuel Cuesta Morúa, no se sabe si el cardenal habla en nombre de la iglesia o de los católicos cubanos, lo que está más que claro es que no lo hace en nombre de todos los cubanos y esto marca la diferencia con el general presidente, que al menos, lo hace desembozadamente en nombre de todos los "revolucionarios".

Se dice que el cardenal Ortega fue elevado por Roma a la dignidad cardenalicia, a partir del cabildeo del en aquel entonces jefe de estado, Fidel Castro. Pero estos son sólo rumores, que consiguieron saltar desde las sacristías al espacio incierto en que se mezclan las intrigas clericales con intereses políticos muy profanos.

Si esto fuera cierto, entonces sería comprensible que la élite de poder verdeolivo cuando necesitó aparentar aperturas y un grado de absolutismo inferior al real, echase mano a su purpurado afín. Así, hubo diálogo. Pero aunque se trate de una ficción o una puesta en escena llena de trucos y efectos especiales, su carácter positivo, (que no debe sobredimensionarse) está dado en que es la primera vez en 52 años en que el gobierno cubano a nivel doméstico habla con alguien que supuestamente representa el punto de vista del otro o los otros. Eso vale.

La muy compleja situación nacional, por el momento parece favorecer al gobierno cubano. Por una parte existe en la Isla una clase política favorecida por grupos de poder y presión política en USA, que es vista por crecientes sectores de opinión interna, como la versión laica de las cómodas relaciones iglesia-estado que se fabricó el régimen a partir del innegable talento conspirativo de Fidel Castro.

Esta clase política contribuye por una parte a ofertar la clásica visión de "oposición fragmentada" y por otra, roba espacio y visibilidad a una sociedad civil, ya no tan incipiente. Esto sucede en no pocas ocasiones con la complicidad tácita del gobierno de los Estados Unidos.

Se dice en círculos políticos y académicos en La Habana, que los Estados Unidos volverán a aliviar las tensiones internas del régimen militar cubano, mediante otro sorteo de visas en ciernes. El nuevo sorteo desangraría en varios miles de potenciales desafectos la lucha por la democracia en la Isla, al desplazarse hacia los Estados Unidos con sus frustraciones y contradicciones no resueltas, con y por el régimen militar cubano.

Entonces, algunas posiciones y actitudes de los grupos de poder y presión política en USA podrían interpretarse del mismo modo favorable al régimen o al menos a su permanencia. En fin, que las posiciones de la iglesia y la representatividad del arzobispo habanero, cardenal Jaime Ortega, ciertamente no favorecen el interés del ciudadano en Cuba, al igual que ciertas posiciones asumidas por algunos entre los grupos de poder cubano en USA.

El color púrpura cubano se viste con una coloratura variopinta que remeda los trajes militares de camuflaje, tanto en la iglesia como fuera de ella. La democratización de la Isla y el fin de más de cinco décadas de totalitarismo insular no encuentran ecos en las sacristías ni en determinados salones de poder cubano en USA. Como aquel famoso serial, Expedientes X, se puede decir que la verdad, está más allá.

juanchogonzal@gmail.com

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