domingo, 24 de julio de 2011
El Chapi
Escrito por Frank Correa
Jaimanitas, La Habana
24 de julio de 2011
(PD) En este poblado de pescadores del noroeste de la capital cubana pululan los desempleados, alcohólicos, insolventes, mendigos y locos, uno muy notorio es el chapi, que en los últimos días se ha convertido en un látigo para la salubridad de sus calles, pues durante la noche voltea los latones de basuras en busca de alimentos.
El chapi era considerado hasta hace poco un loco tranquilo, andaba descalzo, mugroso, hablaba sin parar y dormía en los portales, pero su desequilibrio parece haber subido de tono, se ha vuelto agresivo, molesta a los transeúntes, detiene el tráfico, golpea a los perros, tira piedras, grita, asusta.
El chapi no toda su vida fue un loco de atar, en el pasado tuvo una vida de privilegios, pasó a la demencia de la noche a la mañana, sin conocerse jamás la razón exacta del descalabro.
De joven perteneció a la juventud comunista integrando el primer contingente que viajó a la antigua URSS a estudiar mecánica automotriz, su habilidad natural para la reparación de motores y la chapistería le agenciaron el diploma de oro de su graduación.
Al regresar a Cuba lo asignaron a uno de los más importantes aeropuertos del país, donde desarrolló un excelente trabajo en la reparación de viejos aviones que se mantuvieron activos gracias a la destreza del negro, que según opiniones de sus jefes se las sabía todas en asuntos de ingeniería.
A principios de los noventa el chapi fue designado por el alto mando para la reparación y el mantenimiento de los autos del comandante en jefe, una década después algo muy extraño ocurrió en la vida del chapista, porque de repente desapareció de escena y durante un tiempo no se supo nada de él, hasta que reapareció un día vuelto loco, sucio, descalzo, deambulando por las calles, articulando una inacabable sarta de estupideces.
Los vecinos se quejan con el delegado del Poder Popular por la basura regada en la calle, las pedradas, las amenazas y la gritería del loco, pero al final todos terminan perdonándolo, tal vez porque el chapi es hoy parte de la historia real de Jaimanitas.
beilycorrea@yahoo.es
Foto: Frank Correa
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