domingo, 10 de julio de 2011

El poder de la desinformación


Escrito por Rogelio Fabio Hurtado


Marianao, La Habana


10 de julio de 2011,


(PD) Los cubanos somos muy probablemente el pueblo peor informado del mundo. Eso, que a primera vista interpretamos como una adversidad, resulta que hasta tiene sus ventajas. Una de ellas es que nos hace incrédulos; otra, que nos obliga a leer entre líneas, atar cabos al vuelo y desatar la imaginación, porque el mezquino racionamiento informativo no nos ha podido privar de la avidez de estar al día.

¿Recuerdan aquellos tetes que al caer no iban al suelo, sino que soltaban un mini paracaídas que los hacía flotar hasta que la mamá o el propio bebé los atrapaban en el aire, o la Coca Cola que se enfriaba al destaparse? Maravillas que jamás existieron en otro sitio que no fuera en nuestra imaginación de gente bloqueada por donde quiera.

Es verdad que los medios de confusión oficiales procuran desinformarnos a mansalva, pero llevan tanto tiempo en lo mismo que ya no engañan a casi nadie. Si realizaran una encuesta de sintonía, verían que la mayoría de los televidentes de su programación política son opositores, sobre todo para estar al día en las réplicas, aunque no puede excluirse cierta cuota de masoquismo. La gente común no pierde su tiempo con ellos.

Estoy leyendo El Crash de la Información, un excelente libro de un alemán experto en todas las malignas triquiñuelas capitalistas, de las que nos hemos librado gracias a la miseria generalizada que disfrutamos bajo la dominación de los hermanos de Birán.

Al principio el libro no me gustó, me parecía un texto escrito para la gente adinerada, no para meros siervos de la gleba, pero paulatinamente me ha ido interesando. Max Otte, su autor, ejerce la crítica del sistema capitalista, pero su finalidad es constructiva. No aspira a destruir el sistema, porque conoce bien las consecuencias catastróficas del experimento.

Aunque no ha sido escrito precisamente para nosotros, que seguimos atrapados entre los lineamientos, constituye una lección valiosa, tanto para quienes deciden escapar por cuenta propia de la Isla como para los que decidimos quedarnos, para estar aquí cuando el futuro se nos venga encima.

A los primeros, los prepara un poco para el mundo adonde van a entrar de buenas a primeras, como si cayesen dentro de un tren en marcha de cabeza por una ventanilla, luego de criarse y habitar aquí, donde lo que no está prohibido es obligatorio.

En las primeras páginas de su Autobiografía Precoz, el poeta Evstuchenko advierte que al morir Stalin, cada soviético se vio forzado a pensar por su cuenta, responsabilidad de la que hasta entonces los había aliviado el Gran Dictador.

En el modelo totalitario, la cúpula que detenta el poder político somete la economía a su arbitrio y la utiliza una y otra vez para asegurarse el control sobre la sociedad, que se convierte en un objetivo esencial para continuar ilimitadamente en el poder, que se vuelve un fin en sí mismo, por más miserables que resulten los resultados. La elite totalitaria sabe utilizar la matemática y las estadísticas tanto como a los economistas y políticos al servicio de los grandes consorcios capitalistas, quienes dictan de acuerdo con sus intereses las líneas políticas a seguir.

Apuesta el autor por una economía social, apoyada en las empresas familiares, a las que considera capaces de eludir las deficiencias del actual modelo de capitalismo regido por los gestores profesionales. Por supuesto, aboga por un modelo de estado fuerte, que sea capaz de apoyarlas y defenderlas. Esto parece, en principio, en sintonía con los tímidos estímulos al cuentapropismo entre nosotros, sólo que el Estado burocratizado y prepotente, dista mucho del descrito por Max Otte en su libro.

Por último, citaré una de sus objeciones a los programas de tertulias políticas, porque le viene a la medida a la mal llamada Mesa redonda: "Sometimiento a determinados intereses en lugar de independencia y seriedad. En las tertulias no reina precisamente la ponderación e interpretación de las informaciones ofrecidas...Por último, las tertulias desgraciadamente no son más que la punta de lanza de un conglomerado mediático cuyo principal objetivo no es la información sino la desinformación y cuya faena no es el esclarecimiento sino la transfiguración".


rhur46@yahoo.com

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