martes, 30 de agosto de 2011
La primicia del ocaso
Escrito por Juan Gonzalez Febles
Lawton, La Habana
30 de agosto de 2011
(PD) No caben dudas de que los cubanos constituyen una de las minorías nacionales más exitosas dentro de los Estados Unidos. Aunque superados en número por el resto de la comunidad latina, los cubanos se han hecho de un lobby modestamente poderoso en las lides políticas de USA. Cabría preguntarse si lo hubieran logrado de no existir las dramáticas circunstancias existentes en Cuba, o si hubiera sido posible sin el compromiso y los lazos histórico-políticos que vinculan a los pueblos de Cuba y los Estados Unidos. Otra pregunta sería si lograrían mantener el status actual, el día después a la democratización inexorable de la Isla. La otra pregunta sería que harían o no para posponer ese día.
Luego de una transición real y verdadera a la democracia en la Isla, los genios políticos miamenses tendrían que cambiar la orientación de sus esfuerzos hacia el suministro de agua, la calidad de los servicios comunitarios o problemas estrictamente locales vinculados a la asistencia médica, programas educativos y otros asuntos administrativos menores como podría ser el color de los uniformes de la policía, etc. ¿Estarían dispuestas nuestras personalidades de la otra orilla a asimilar cambios tan drásticos?
Mientras Cuba adentro el gobierno trata de marear con reformas que no lo son y la “actualización del modelo económico”, desde la otra orilla tratan de retrotraer las medidas propulsadas por el presidente Obama y por citar un ejemplo, en el mejor estilo inaugurado por sus tíos, el legislador cubano americano Mario Díaz Balart, trata de separar a la familia cubana, una vez más.
Las primicias del ocaso vienen precedidas por intentos del gobierno cubano de minimizar y hacer resbalar en el olvido horrores más o menos recientes. Recurren a shows de mayor o menor impacto, recrudecen con sordinas el acento represivo de golpizas y brutalidades dirigidas a aterrorizar y hacer abortar desde su inicio cualquier asonada popular.
Desde la otra orilla, se intentó sin éxito ahogar a la prensa nacional independiente de Cuba, se promovieron héroes y gastaron sin medida el dinero de los contribuyentes en premios y promociones dirigidos a impedir hablar por sí misma a la resistencia autóctona. Podría establecerse un patrón de coincidencia entre los esfuerzos velados de la policía de Seguridad del Estado por crear su disidencia light y la torpeza evidente o la mala leche demostrada por los grupos de poder cubano desde el exilio, capaces de inventarse desde un líder hasta un libro o un escritor, si viene bien a sus intereses locales.
Mientras el gobierno cubano se afana en cerrar toda fisura que amplíe la información del pueblo, ya sea a través de la red de redes o el acceso a televisoras extranjeras y otras fuentes informativas vinculadas en mayor o menor medida a las nuevas tecnologías de la información, desde la otra orilla se desgastan en discutir si se permite o no que Pablo Milanés cante por allá lo mismo que ha cantado por acá, desde hace cuarenta o más años, con los mismos resultados o la misma falta de estos, por todos conocida.
La caída del régimen militar totalitario en la Isla, presupone igual cantidad de perdedores en una u otra orilla. Tanto unos como otros resienten pérdidas por venir y se aprestan para desde un bando continuar la lucha antiimperialista y para desde el otro, prolongar un tanto más la lucha por el restablecimiento de la democracia en la Isla. A fin de cuentas, a todos les interesa mucho la lucha. Se trata de mantenerla a todo costo y a toda costa, cada uno al cuidado de lo suyo.
Se perfila la primicia del ocaso para los interesados del Palacio de la Revolución y para sus contrapartidas de Florida y Washington. ¡Enhorabuena!
juanchogonzal@gmail.com
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