miércoles, 31 de agosto de 2011
Las vacaciones de verano
Escrito por Jorge Luis González Suárez
A Enrique Núñez Rodríguez, quien dejó un legado escrito de imágenes tradicionales cubanas.
Plaza de la Revolución, La Habana
31 de agosto de 2011
(PD) Las vacaciones de verano son una tragicomedia con calor. Se supone que usted descanse pero termina cansado. Primero cuente con el ahorro que nunca alcanza, después planifique. Es algo así como la ciencia ficción. Jamás logrará hacer lo que pensó.
Uno de los lugares que más visita el cubano es la playa. Exceptuando las mejores, que son para el turismo. Son más de 1500kms de costa. Si se descuentan las exclusivas, tiene como opciones las Playas del Este, el campismo, el Malecón y el diente de perro. Este último es el de mayor alcance popular.
Las dos palabras mágicas para disfrutar son: dificultades y dinero. Las primera: sobran. Lo segundo, siempre está en falta.
Poner de acuerdo a toda la familia es impensable. Ni la mesa redonda logra consenso. El jefe de la familia siempre da la palabra final: “Hagan lo que ustedes quieran”.
Optemos por la variante playa. Sacrifíquese para levantarse a las 4:30 am. Prepare condiciones. Salga antes de las 6:00 am a buscar la ruta 400. Haga una cola de una hora para ir de pie. Móntese y reciba empujones. Llegue a su destino. Deje su ropa al cuidado de alguien o regresará a casa en trusa. Lleve, si quiere economizar, merienda o comida. Incluya agua para beber. No busque sombra pues no la hay. El regreso será lleno de sal. Con quemaduras por doquier. Extenuado hasta la saciedad. Cuando concluya el día, creerá haber tenido cuarenta combates de boxeo ininterrumpidos.
Los niños merecen también su recompensa. Hay dos opciones: el Parque Lenin y Expocuba. Ambos en casa de las quimbambas. Más cercano está el nuevo Coney Island: “La Isla del Coco”. Seguro que tiene que meterle el coco a la cuenta. Nunca baja de tres guarismos o su equivalente en divisa. El paseo fue delicioso. Se convirtió en Rockefeller por un día.
Adalberto Álvarez dice que todos tenemos un pariente en el campo. Parece una buena oportunidad. Así también nos reunimos con la familia. Cuando va a sacar los pasajes, nada baratos, se acabaron. Tuvo que ir con tres meses de antelación. Salga para la “Lista de Espera”. Duerma allí una semana o soborne un empleado con $10.00 cuc por asiento. El regreso es un poco más complicado. No importa, adopte el mismo sistema. Regresará feliz. Le deberá a las once mil vírgenes y a cada santo un peso.
La mejor oportunidad es que venga un familiar del exterior. Pasamos una temporada encantadora a costa del que llegó. Viajamos en tur. Comemos hasta reventar. Soñamos con todo lo hermoso. La cosa concluye igual que el cuento de Cenicienta a las doce de la noche.
La mejor selección es nuestro bondadoso malecón al atardecer. Puede ser muy económico. Compre un paquete de rositas de maíz con un granizado. Coja la brisa gratuita que viene del norte. Eche a volar su mente. Suponga que fue de visita allá. Eso no cuesta nada. Lo que cuesta es no poder. Resistir es la palabra de orden. Expresada por quienes no lo padecen.
Parece increíble que el derecho más elemental del ser humano, descansar, se viole. Mientras jerarcas y militares gozan de prebendas, los más humildes trabajadores carecen de recursos para un merecido esparcimiento. ¿Cuántos cubanos se ven limitados del disfrute por razones económicas? ¿Donde ir si casi todo es prohibitivo? No hay otra salida que poner nuestra insufrible televisión y sino acostarse a dormir junto con la calabacita. En fin, que la cosa está como el título del desaparecido programa del sábado: “para no salir de casa”.
primaveradigital@gmail.com
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