jueves, 22 de septiembre de 2011

Falsas facilidades al cuentapropismo 2.




Por Aimée Cabrera.


En el análisis anterior se escogieron las palabras textuales de la titular del Ministerio del trabajo y Seguridad Social (MTSS) Margarita González, en la conferencia de prensa del lunes 12, publicada en el Juventud Rebelde al siguiente día.
Como éstas no fueron lo relevante que se suponían, lo que lograron fue dejar, en su lugar la “inseguridad social”, no solo a los cuentapropistas, sino a quienes quisieran serlo, o sienten motivación por conocer más sobre esta modalidad laboral.
No se sabe si fue a continuación de sus palabras, a al final de la mismas, pero en la edición del mismo diario correspondiente al miércoles aparecieron algunas preguntas formuladas por los reporteros presentes.
Un cuestionamiento respondido por González fue el relacionado al deterioro ambiental que surgió a partir del auge de las actividades por cuenta propia. “Está regulada lo mismo la tala de árboles por el Ministerio de la Agricultura, que el vertimiento de desechos. Pero para cualquier persona, no solo para los cuentapropistas. Son reglas generales, no hay que hacer ninguna especificidad para esta actividad.
“En la capital existió cierta desorganización y se les permitió a estos trabajadores hacer cosas que nunca se debieron autorizar, que tomaran espacios y adoptaran decisiones que no debieron aprobarse… No estoy defendiendo las indisciplinas…lo que se debe hacer es llamar la atención a toda la sociedad de que existen regulaciones y que todos tenemos que cumplirlas”-reconoció la ministra del MTSS entre otros muchos aspectos que en general poco dicen a los interesados.
“Es una lástima que hayan tantos locales que fueron tiendas muy bonitas con techo, espacio y vidrieras amplias para vender ropa y zapatos. Están llenos de bombillos, tuercas y pomos de salfumán. Debieran alquilar espacios en esas tiendas, aprovecharlas más. Mira a Fin de Siglo con más de cuatro pisos, la tienen llena de artesanos en la planta baja, o mira una de las tiendas de la Casa Alba, que es un bar de borrachos”- comenta una vendedora de ropas, zapatos y carteras en un local abierto en la Avenida Reina, llegando a Belascoaín en el centro de la capital.
Ella, quien prefiere que su identidad no sea divulgada, reconoce que a la intemperie, sus mercancías pueden perder calidad. Los días en que de pronto cae una llovizna, según la intensidad de la misma, tienen que tirar náilones o hules a modo de techo, o simplemente guardar todos los artículos.
Una serie de tiendas que venden en la Moneda Nacional CUP, mercancías nada atractivas, de poca utilidad y hacinadas en su mayoría, pudieran servir como puntos de venta de los cuentapropistas que puedan pagar el alquiler de éstas.
Otra variante es alquilar los terrenos donde antes existieron edificaciones que se desplomaron con el paso de los años y no convertirlos en parqueos de bicicletas, motos y autos, o ponerles algunas mesas y sillas para vender cervezas y otras ofertas en la moneda convertible CUC; sería mejor que con sus recursos, los cuentapropistas que pudieran asumir los pagos correspondientes, construyeran locales que armonizaran más con el resto de la arquitectura habanera.
Es cierto que la capital además de sus edificios despintados, con paredes descascaradas muestra los locales más disímiles, construidos con diversos materiales que afean aún más la destruida capital; la cual luce carteles, carretillas, y “timbiriches” (quioscos improvisados) que de por sí, no muestran prosperidad, y sí cuan difícil es la vida para sus propietarios, los únicos que de verdad están receptivos y prestos al cambio (título de la noticia de 14 de septiembre) y son víctimas del obsoleto absolutismo que pregonan titulares y funcionarios temerosos de flexibilizar el trabajo privado en la Isla.

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