miércoles, 21 de septiembre de 2011
Yomara es diferente
Escrito por Tania Díaz Castro
Santa Fe, La Habana
21 de septiembre de 2011
(PD) Aunque sea bonita como tantas cubanas, use sayas cortas, blusas con escote, trence sus cabellos teñidos de rojo e incluso pertenezca a la famosa generación Y, cuyo comienzo pudo haber ocurrido por los años setenta del siglo pasado, Yomara es diferente al resto de las chicas de Baracoa, poblado costero del oeste habanero donde vive.
Y es diferente porque a Yomara, pese a sus 22 años, no le gustan los chicos. Así de sencillo.
Me lo confiesa mientras esperamos nuestros turnos en la peluquería propiedad de Pedrito, en el poblado de Santa Fe, donde ella asiste con frecuencia y yo me hago el corte tradicional de las ancianas de Pascuas a San Juan.
Tan diferente se siente, me dice, que no pertenece al montón de lesbianas que le hacen la corte a la hija del general, ni frecuenta los nuevos espacios creados por el gobierno castrista para tener controlada a la comunidad gay de La Habana.
Yomara prefiere la intimidad, casas de personas amigas, sin fiestas ni bulla.
Ni siquiera visita el Café Cantante Mi Habana, considerado el centro más importante de todos.
No pertenece a ningún grupo y mucho menos arrolló en la conga del 1ro de mayo en la Plaza de la Revolución.
Me confiesa que su vida no tiene nada de misterio. Sus padres la aceptan tal como es y sólo le piden discreción e inteligencia a la hora de actuar en la vida.
Le pregunto cuándo comenzó todo y por qué y me responde sin timidez alguna, firme su voz, seria su mirada, sincera como pocos: “Fue en el campo, cuando íbamos con la escuela. Una maestra del Pre Universitario me inspiró un sentimiento muy especial. Primero tuvimos una relación platónica muy linda, hasta que un día, ya en su casa, comenzamos el amor sexual. Yo tenía 16 años, era de carácter fuerte, decidida.
-¿Y luego?
-Me siguieron gustando las muchachas. Los varones de mi edad me parecían toscos, locos, pesados, interesados solamente en el sexo, sin ninguna responsabilidad. Hoy tengo un compromiso con una chica mayor que yo. Estudia Medicina y vive con sus padres. Es el amor más grande que he sentido en la vida. Creo que si me faltara, me moriría. A ella tampoco le gustan los grupos escandalosos, los lugares públicos. Preferimos la tranquilidad, la playa, el cine, el teatro. Así llevamos dos años de matrimonio, aunque muchos, que pena, ni lo entiendan, ni lo acepten como algo normal, propio de la vida que viven los seres humanos.
vlamagre@yahoo.com
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