Cuba actualidad, Alamar, La Habana, (PD) Quedé sorprendida al escuchar el término "Corte de Mujeres", y más aún porque se refería a un grupo de féminas de Centro Habana.
Resulta que del 8 al 11 de enero se celebró uno de los tantos eventos que se celebran en Cuba: el Décimo Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios, con la asistencia de más de 400 delegados de América Latina, España, Italia, Reino Unido y Estados Unidos.
Según información consultada en un portal digital, la cita comenzó con la Corte de Mujeres de los Consejos Populares de Centro Habana, e incluyó "la presentación de historias de vida femeninas contra el patriarcado, la violencia de género y otros problemas que obstaculizan la convivencia humana".
Al investigar sobre el tema, deduje que la mencionada corte no es una ONG, ni una institución estatal, ni una terapia de grupo.
Dirigentes de la Federación de Mujeres Cubanas en el municipio de Centro Habana y organizadoras de la Corte de Mujeres en ese territorio, la califican como un "proceso simbólico". También afirmaron que las cortes "han divulgado la pluralidad de voces, de resistencias, iniciativas y creaciones populares frente a las dificultades".
Uno de los invitados aseguró que Cuba no fue el eje central del análisis porque la realidad de la mujer en Cuba es diferente a la de otras naciones.
En parte tuvo razón. La mujer cubana no tiene una ley contra la violencia doméstica que frene los abusos ni puede pedir una orden de restricción en ningún tribunal. Cuando un caso de violencia doméstica llega a una estación policial, es común que no ocurra nada, pues como dice el refrán popular, "entre marido y mujer nadie se debe meter". En algunos casos imponen una multa de 30 pesos moneda nacional y nada más.
Las Cortes de Mujeres no deberían limitarse a un espacio simbólico para narrar amargas experiencias con un final feliz. Deberían proponer, ante la Asamblea Nacional, modificaciones al Código de Familia y a la ley penal, para lograr la protección específica de esas lamentables agresiones.
No deberían ser solo un experimento de una región en particular. ¿Qué quedará para las mujeres de zonas rurales que por diversas razones, deben ser las que más sufren la violencia de género? Nunca lo sabremos, pues esas estadísticas no se publican en Cuba.
Quizá si el costo de la inscripción al evento no superara el salario promedio de tres meses de trabajo de cualquier cubana, las federadas y delegados del congreso, se hubiesen estremecido con los testimonios de Mireya, Darleivis y otras mujeres que conozco, y que aún lloran en la sombra, sin ningún apoyo.
Para Cuba actualidad: yaremisflorez@gmail.com
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