miércoles, 27 de febrero de 2013


¿Nuevos dirigentes en Cuba?

 | Por Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org – La aparición sorpresiva de Fidel Castro en la sesión constitutiva de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 24 de febrero, originó en los cubanos la preocupación de que se dispusiera a retomar la presidencia del Consejo de Estado, al transmitirse en el noticiero del mediodía de la televisión, aunque pocos habían conocido la broma lanzada a los periodistas días antes por Raúl Castro de que podría renunciar. En la tarde se disiparon los sobresaltos, cuando la transmisión en vivo presentó al presidente ratificado realizando el discurso de clausura.
El retiro de Ricardo Alarcón de Quesada, seguramente involuntario, se preveía desde que no fue nominado como diputado en las elecciones de enero.  Se comentaba que lo sustituiría Esteban Lazo.  Resultó una despedida lúgubre, a pesar de que él trató de aparecer en cámaras con una sonrisa.  En realidad, sus actuaciones solo se distinguieron por destacarse en las campañas de Fidel Castro dedicadas al retorno del niño Elián González y luego la campaña de liberación de los 5 cubanos condenados en Estados Unidos.  Para mitigar la omisión, en el resumen sobre el desarrollo de la Asamblea, el periódico Granma al día siguiente señaló en el último párrafo que, en una intervención en el transcurso de la sesión, Raúl se refirió a la labor de Alarcón –pero no aparecen calificativos-  y especialmente a la tarea de defensa de los 5 espías, que continuará realizando.  Con ello garantiza sus gustados viajes al exterior y público para sus catilinarias.
No obstante el revuelo en la prensa internacional sobre el anuncio de Raúl Castro de que este sería su último mandato, no se trataba de una novedad, ya que  la Conferencia del Partido Comunista efectuada en 2012 anunció que los altos dirigentes “solo” podrían permanecer dos períodos de 5 años, y el actual constituye el segundo del general, que concluirá con 86 años de edad.  Una “innovación” será esa  modificación en la Constitución de la República, acompañada de edad límite para los altos cargos, mencionada por él en esta ocasión, pero ya no afectará a los dirigentes históricos que habían garantizado escaños en el poder casi de por vida.
Aunque existía  la incógnita sobre la permanencia de José Ramón Machado Ventura como primer vicepresidente, su relevo por Miguel Díaz Canel ha sido el resultado más llamativo de la composición del Consejo de Estado.  Raúl Castro en su discurso de clausura encumbró a Machado, con el obvio fin de despejar dudas sobre una democión y recalcar que se mantendría como vicepresidente, lo cual creó la impresión de que se trataba de una verdadera caída, que situaba a Canel como un eventual sustituto del mandatario.  Pero no puede soslayarse que el poder dimana del  presidente, rodeado de la dirección del Partido Comunista. Téngase en cuenta que horas antes de iniciarse la sesión de la Asamblea Nacional, se efectuó el VI Pleno del Comité Central del Partido, en el que su primer secretario, Raúl Castro, informó sobre las propuestas para integrar el nuevo Consejo de Estado, y enfatizó que  “si bien el Partido no postula, tampoco puede desentenderse de la elección de los máximos dirigentes del gobierno”, según el diario Granma.  Previsiblemente, como su segundo secretario, Machado continuará los recorridos y reuniones por el país, no solo en el chequeo de los asuntos económico-productivos como hasta el presente, sino también relacionados con los próximos congresos de otras organizaciones, como la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).  No puede omitirse que es una persona estrechamente vinculada con ambos hermanos Castro desde la lucha guerrillera.
En cuanto a Díaz Canel, su sostenido ascenso y las recientes representaciones de Raúl Castro en relevantes actividades internacionales nutrían los comentarios de ser el dirigente joven (52 años) en auge.  Pero no parece posible que reciba un poder real ni exprese sus propios criterios, teniendo en cuenta lo acontecido tradicionalmente con  los jóvenes vistos como eventuales sustitutos o reformadores – Luis Orlando, Roberto Robaina, Felipe Pérez Roque y Carlos Lage-,  a pesar de que en su discurso Raúl Castro expresó que “esta decisión reviste particular trascendencia histórica porque representa un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país, mediante la transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de los principales cargos, proceso que debemos concretar en un quinquenio y actuar en lo adelante de manera intencionada y previsora, a fin de evitar que se nos repita la situación de no contar oportunamente con suficiente reserva de cuadros preparados para ocupar los puestos superiores del país y asegurar que el relevo de los dirigentes constituya un proceso natural y sistemático”.
Posiblemente, las dificultades en Venezuela por la súbita enfermedad del presidente Hugo Chávez hayan contribuido a acelerar ese propósito; en este caso  tener disponible un primer vicepresidente o vicepresidente ejecutivo, formado con proximidad al actual presidente.  Pero en lo inmediato, más allá de la esfera cultural, educativa y de propaganda atendida como vicepresidente del Consejo de Ministros, el nuevo cargo lo situaría como representante del presidente en las actividades internacionales como la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y las bilaterales, aunque la ejecución de la política exterior, las negociaciones y otras actividades afines continuarán realizándose por el canciller Bruno Rodríguez, recientemente promovido a miembro del Buró Político y ahora a vicepresidente del Consejo de Estado –a pesar de estar muy cercano a Raúl Castro, carece del desempeño relevante en el Partido.
Muy importante será la aceptación de los militares del auge de dirigentes ajenos a sus filas.   Hasta 2006, las fuerzas armadas diseñadas por Raúl Castro constituían el soporte del poder, concentrado en Fidel Castro, pero no lo ejercían.  Desde 1989, al iniciarse el Período Especial,  poco a poco se habían diseminado en sectores fundamentales de la economía, debido a la creación de empresas de turismo y  tiendas de venta en divisas.  Con la presidencia, el General los situó sin prisa pero sin pausa en todos los puestos claves.  La llamada actualización del modelo económico está en sus manos, a través del vicepresidente Marino Murillo y otros dirigentes.  También podría haber reacción solapada del entorno de Fidel Castro, otros dirigentes históricos e incluso de la burocracia partidista enquistada en sus comodidades decenales. Posiblemente por esos motivos, el presidente esté conformando la idea de su despedida a corto plazo (5 años) y se propone que el “relevo de los dirigentes constituya un proceso natural y sistemático”.
Solamente se obvia que los procesos naturales no se dictan desde el poder, y los dirigentes deben ganarse el respeto y el apoyo de los ciudadanos, que los elijan libremente.  Indudablemente en Cuba se atraviesa un curso histórico de cambio desde hace varios años, pero no debe determinarse por enfermedades súbitas ni el agotamiento del ciclo vital.  La crisis económica dura casi 25 años, y, al agravarse, ha devastado el país, mientras las miserias materiales han abierto las mentes y los corazones de los cubanos.  En ese tránsito suave a que se aspira, la represión no puede continuar,  debe haber apertura a las opiniones diversas y la participación ciudadana en la toma de decisiones, y renuncia a las herencias políticas. Debe haber verdadera voluntad de reconciliación y el reconocimiento de que Cuba es la patria de todos sus hijos, donde quiera que se encuentren.

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