Cuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) Desde hace unas décadas -aclaro que después de 1959-, en Cuba no hay mucho gusto por el pescado. La cuota normada de pescado (jurel, chicharro, macarela y lo que llamaban merluza) era criticada por quienes pedían jamón y otros cárnicos desaparecidos por aquel entonces, a pesar de que la carne de res sí era distribuida de manera sistemática.
Si algunos se quejaron del jurel que le correspondía, ahora tienen que estar enfermos para recibirlo como dieta.
Las pescaderías de MERCOMAR venden el pescado y sus derivados en moneda nacional, pero todo es muy caro. En ocasiones se venden mariscos y pescados de gran aceptación como el pargo, la cherna y el bonito.
Aunque aparece en tablilla el precio por kilogramo, a nadie que esté en sus cabales se le ocurre pedir un kilogramo, o medio kilogramo, porque el dependiente le vira la cara y se pone a despachar al próximo cliente en la fila.
Hay que llevarse el pescado completo, bien congelado para que pese más, y sin filetear o descamar. ¡Allá va eso! Quienes salen de la pescadería, van peor que el hombre del bacalao a cuestas de la emulsión Scott. O lo tomas o lo dejas. Pero siempre hay quien lo compra. Es una cuestión de sobresalir por encima de los demás para que sepan que tienes dinero o una estrategia de quien pretende mejorar su calidad de vida.
Ahora es noticia en el Granma del miércoles 10 de julio, nada más y nada menos que la claria. Traída de Thailandia por alguien que seguro nunca la ha degustado, se ha convertido en el rico manjar de quienes no pueden escoger qué llevarse a la boca.
Según el periodista Pastor Batista, en Las Tunas, "poco a poco pierde fuerza aquel rechazo que inicialmente hicieron muchos ciudadanos: unos por desconocimiento o falta de información y otros dejados llevar quizás por la infeliz denominación de pez gato".
Otros no mencionados en el trabajo periodístico padecieron la pesadilla de ver entrar en sus casas al horrible pez, o salir a tropel de embalses o pozos donde se reprodujeron en demasía. Anécdotas sobre la claria y sus andanzas, las hay para conformar un libro.
Lo cierto es que se venden en filetes y en picadillo. Ojos que no ven, corazón que no siente. Sus precios la convierten en un manjar de lujo. Ya es hasta favorecida por el visto bueno del paladar foráneo.
Para los que la comen porque no tienen otro alimento, es mejor tragar y no pensar en su aspecto. Especialmente en sus bigotes.
Para Cuba actualidad: aimeecabcu2003@yahoo.es
Foto: Yoel Espinosa Medrano
Pescadería
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