Bueno, bonito y barato en Cuba no hay zapatos
LA HABANA, Cuba, agosto de 2013, www.cubanet.org – Está a punto de comenzar el curso escolar y los padres recorren las tiendas en busca de un par de zapatos para los muchachos. Hace muchos años que no se venden aquellos zapatos de piel y cordones que complementaban el uniforme escolar, conocidos como zapatos colegiales. Eran duraderos, protegían los pies y evitaban los hongos.
Hace algún tiempo se venden unos tenis deportivos negros llamados Pionero por 120 pesos cubanos (CUP) –aproximadamente 5 CUC-, y aunque a los niños no les gustan, los padres los buscan, les hacen coser las suelas y así duran bastante. Pero según algunos, lo difícil es encontrarlos y que haya el número deseado.
Y cuando los Pionero no aparecen, hay que acudir a la shopping (en CUC), donde la calidad no es buena y los precios son muy elevados. Toparse con un modelo de buen gusto es difícil. Además, muchas veces al mes de usarlos hay que llevarlos al zapatero para que cosa y pegue las suelas.
Para hacer mandados
Por otra parte, es imposible encontrar zapatos de señora cerrados y de tacón bajo, apropiados para las largas caminatas diarias que conlleva hacer mandados. Nada justifica este hecho si se tiene en cuenta la cantidad de mujeres mayores de cincuenta que viven en nuestro país.
Hace algún tiempo la Oficina Nacional de Normalización reconoció que productos importados en Cuba –entre ellos los zapatos- eran de baja calidad. ¿Por qué entonces les ponen tan elevados precios? El resultado es que permanecen tanto tiempo en las vidrieras de las peleterías que ya muestran señales de deterioro cuando en raras ocasiones son finalmente rebajados.
Un vecino, Juan Alberto, se compró un par de zapatos en una boutique. Pagó por ellos 46,75 CUC y la segunda vez que se los puso la piel de estos comenzó a descascararse.
Ortopédicos, ni hablar
“Buscar un par de zapatos ortopédicos es un laberinto difícil de recorrer”, dice a su vez Gloria, una mujer de 72 años que quedó hemipléjica a causa de un infarto cerebral, por lo que necesita calzado especial. Después de que el ortopedista le hizo la receta, Gloria fue al taller de confección. Allí le dijeron que debía solicitar el turno por teléfono, pero que por el momento no estaban admitiendo nuevas recetas.
Por fin, luego de varios meses, logró sacar un turno. Una vez en el taller le tomaron las medidas y le dijeron que viniera a recogerlos a los noventa días. Pero cuál no sería su disgusto al comprobar el día señalado que los zapatos eran dos números por encima de su talla y tenían velcro en lugar de hebillas. Al reclamarle al empleado, este, molesto, le dijo: “Si no se lleva esos, no hay más.” Gloria se los llevó a casa, y hoy los usa a modo de pantuflas.
Una opción muy socorrida la podemos ver muchas veces en los portales o en áreas cercanas a centros comerciales: Algunas personas venden zapatos recuperados por los “buzos” de los contenedores de basura, que previamente arreglan y limpian. Su precio puede oscilar entre los cuatro, cinco, o diez CUP, y aunque no se crea, siempre aparecen compradores, sobre todo entre los ancianos jubilados.
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