miércoles, 2 de octubre de 2013

La injusticia y el racismo descarnados


Guillermo Ordoñez
sonia-ramonCuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) El gobierno cubano ha vuelto a dar otra vuelta de tuerca a la tradicional dinámica de ensañamiento racista que le ha caracterizado a través de tantos años.
La petición fiscal de diez y catorce años para la activista cívica y antirracista Sonia Garro y su esposo Ramon Alejandro Muñoz, respectivamente, ha causado una generalizada conmoción a causa de lo desproporcionado e injusto de la intensión condenatoria.
El matrimonio fue sacado por la fuerza de su domicilio en la populosa barriada habanera de Marianao hace más de un año y medio para vivir un calvario en las prisiones castristas, víctimas de todo género de atropellos y desmanes.
A diferencia de muchos opositores y activistas pro democracia eventualmente detenidos acusados de disimiles delitos y que han sido liberados en más o menos tiempo, estos activistas soportando todo el rigor de la intolerancia represiva del régimen
El lector puede preguntarse cuál ha sido el gran crimen de estos activistas para ser tan duramente castigados. Se asombrarían de saber que Sonia Garro se dedicaba a promover la apertura de espacios de desarrollo cultural y recreativo para los niños de su comunidad, en su mayoría afrodescendientes y en precaria situación socioeconómica.
La capacidad demostrada por Sonia Garro y sus colaboradores para abrir nuevos horizontes de conocimientos, cultura, crecimiento espiritual y esperanzas a estos niños y niñas que deben crecer entre las carencias materiales de sus familias y el agobiante adoctrinamiento político, ha sido una pésima noticia para el gobierno cubano, que sometió a la activista y a sus compañeros a un largo rosario de detenciones arbitrarias y agresiones físicas antes de su injusto encarcelamiento.
Tradicionalmente el régimen no ha perdonado el talento y la proyección independiente de muchos cubanos de piel oscura que se han visto sometidos a los rigores de la más excluyente indolencia. En los umbrales mismos de la revolución, el Máximo Líder no tomó en cuenta la trayectoria y posiciones revolucionarias de los destacados pensadores y activistas antirracistas Juan René Betancourt, Walterio Carbonell y Carlos Moore, quienes expusieron claramente los pasos a dar para evitar el estado de desigualdad y disfunción social que hoy padecemos. Los tres destacados intelectuales fueron sometidos a persecución, calumnias, ostracismo y exilio.
Varios fueron los destacados sindicalistas afrodescendientes prácticamente borrados del mapa político nacional sin tener en cuenta sus ejecutorias y consagración a la causa de los derechos de los trabajadores.
El gobierno cubano llegó a dictar incluso disposiciones legales contra las manifestaciones culturales y religiosas de origen africano.
Todavía la conciencia humana se estremece al recordar con que fría crueldad fueron ejecutados en pocas horas tres jóvenes negros por intentar secuestrar una lancha de pasajeros sin víctimas ni lesionados, mientras varios homicidas y terroristas convictos y confesos gozan de magnifica salud con sus penas máximas conmutadas.
No se debe olvidar nunca cuanta cobardía y bajeza moral llevó al gobierno cubano vilmente a dejar morir al valeroso activista Orlando Zapata Tamayo después de más de ochenta días de huelga de hambre en las mazmorras castristas.
De los varios dirigentes cooptados por el propio Comandante en Jefe y luego defenestrados por supuesta corrupción o deslealtad solo Juan Carlos Robinson fue a parar tras las rejas sin que nadie supiera a ciencia cierta cuál había sido su crimen, aparte de ser afrodescendiente y de exponer el discurso oficial con sus propias palabras.
Mi experiencia personal me hace no dudar, aunque más de uno asegure que mis valoraciones están motivadas por una especie de paranoia antirracista.
Pienso en los sufrimientos de la hija adolescente de Sonia Garro y Ramón Muñoz al recordar como sus padres fueron prácticamente apaleados en su propia casa y los años de traumática separación que tal vez le depare el duro castigo que pretenden imponerles por acusaciones demencialmente ridículas como "tentativa de asesinato".
Está claro que el gobierno cubano no tiene respuesta para la gravedad del problema racial en Cuba y mucho menos para la solidez, firmeza y capacidad que va demostrando el liderazgo cívico afrodescendiente a lo largo del país; por lo tanto, solo les queda reaccionar con la ciega soberbia y el rencor racista que niegan con las palabras pero que les corre por las venas.
En el momento en que cientos de personalidades afrodescendientes del planeta se reúnen en la ciudad colombiana de Cali para continuar construyendo el consenso que impulse la consagración de la justicia histórica y el respeto a los derechos y la dignidad de millones de personas negras y mestizas, las autoridades cubanas dan una nueva señal de cruel intolerancia y total divorcio con las tendencias universales que marcan pautas de un humanismo consecuente. Ojalá esta vez no se cierren los ojos y los corazones de muchas personas e instituciones que alrededor del mundo se reconocen como comprometidas con la lucha por la justicia y la igualdad para evitar el sufrimiento innecesario de otra familia afrodescendiente y que se siga empañando la imagen de una nación a la que los africanos y sus descendientes hemos contribuido con tanta sangre, sudor y grandeza.
Para Cuba actualidad: lizama1961@gmail.com

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