Cuba actualidad, Jaimanitas, La Habana, (PD). El primer llamado del Servicio Militar Obligatorio en Cuba fue en 1967 y se recuerda como "de sangre y fuego". Entre los sargentos a cargo de implantar el orden interior en aquellas primeras unidades, había fanáticos del naciente comunismo cuyos excesos añadieron aversión a la palabra "servicio".
Los soldados eran sometidos a entrenamientos sumamente duros. Casi siempre dormían a la intemperie, en hamacas amarradas a matas, picados por bichos. Eran tratados con demasiado rigor, algo que provocó una marcada antipatía colectiva, en vez de verlo como un deber y sentirlo como el sagrado llamado de la patria.
La División 50, más conocida como Mangos de Baraguá, es un nombre cuyo recuerdo aún asusta a muchos. También El Jején, en Pinar del Río, donde en cada maniobra moría un soldado. O Vaca Muerta, en La Habana, donde la tropa era tratada como reclusos, o el trabajo de sol a sol en la 1005 de Holguín, una mutación de las tristemente célebres UMAP.
A partir del decimosegundo llamado mejoraron las condiciones de vida para los soldados y se cambió su nombre por el de Servicio Militar General. Se dictó la ley 18, según la cual los reclutas con nivel preuniversitario podían ser licenciados antes de tiempo por buena conducta y se les propiciaba continuar estudios en la universidad. Además se instauró el sistema de pases y estímulos.
Pero todavía, cuando un joven cumple dieciséis y es llamado para el servicio, se aterra y comienza una batalla por tratar de eludirlo. Una comisión de expertos les realiza un examen médico antes de alistarlos, y muchos fingen durante los análisis para que los declaren no aptos, aunque solamente pies planos, problemas cardíacos, úlceras y trastornos mentales los salvan de subir al camión y alejarse de la comodidad del hogar hacia las inclemencias de la vida militar.
Los médicos pocas veces son engañados por las invenciones juveniles. A no ser el truco del botón tragado en ayunas, que arroja úlcera en la radiografía, los pies planos son imposibles de simular, al igual que los problemas del corazón.
Los intentos de fingir locura casi siempre son desenmascarados por los psicólogos, pues las versiones de los muchachos, por manidas, resultan rebatibles. Una muy famosa es la de aquel recluta de una unidad de tanques que sacó un SAU-100 de la preservación y lo emplazó en una loma apuntando hacia la formación en el polígono, y en vez de creerlo trastornado fue acusado de subversivo.
La otra ocurrió en la Brigada Fronteriza, cuando un soldado de nuevo ingreso al que apodaban "Gelatina" pensó que agarrarle una nalga al coronel sería la prueba irrefutable de su locura, pero se llevó un gran chasco cuando el militar, volviéndose, le preguntó: "¿Quién te lo dijo? ¿El político?"
Para Cuba actualidad: frankcorrea4@gmail.com
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