MARTES, 04 DE FEBRERO DE 2014 00:55
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Cuba actualidad, Francia, (PD) El anciano general-présidente de la isla de Cuba apareció en la ciudad de Santiago hablando de « disciplina » y de otras cosas que tienen sin cuidado a los cubanos. Fue un discurso alucinante en su aparente despiste. Era como si nuestro general de cada día hubiese descubierto secretamente que esta vez él sí tenía el arma fatal contra sus enemigos. Algo así le ocurrió a Adolf Hitler, quien hasta los últimos días de la guerra creyó que sus científicos e ingenieros producirían las Wunderwaffen (armas milagrosas). No hubo arma milagrosa y los alemanes tuvieron que vivir 47 años en un país dividido y odiado por la mitad de la humanidad.
¿Qué espera el general? ¿Acaso no entiende que hay un divorcio total y definitivo entre la gente del pueblo y lo que él representa? Claro que estas preguntas están de más, porque todos sabemos que lo que los liberticidas cubanos esperan es morir en sus camas, a sabiendas de que será la República de ciudadanos libres la que cierre cuentas a defecto de poder ajustarlas, visto que para desmontar "el muñeco infame" habrá que tragar grandes chorros de hiel.
Un ejemplo cruel: Erich Mielke, el temido jefe de la STASI de 1957 a 1989 (en lo que fuera la para siempre difunta R.D.A y de cuyo nombre completo no quiero acordarme) terminó sus días en un retiro de ancianos de Berlín, ignorado por unos y aborrecido por muchos, pero terminó en su cama. Y así, los Mielke y los Honecker fueron también el resultado dialéctico y el precio pagado por Alemania en su demente amorío con Hitler en 1933...
¡Péguele el cuño: a menos de un milagro, nuestro generalazo mantendrá la misma retórica hasta el último día.
Para Cuba actualidad: SIPENS@wanadoo.fr
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