viernes, 9 de mayo de 2014

Viejo, pobre y abandonado

Viejo, pobre y abandonado

Un señor lleva cuatro años esperando por un asilo de ancianos. Está solo. Vende libros viejos para sobrevivir. Paralelamente, la prensa habla de calidad de vida en la tercera edad

Tercera edad en Cuba_foto tomada de internet
Tercera edad en Cuba_foto tomada de internet
LA HABANA, Cuba -El 28 de abril el periódico Granmaanunciaba en primera plana la reunión organizada por la Asociación Médica del Caribe (AMECA) y por el Club de los 120 Años. El evento duraría hasta el 30 de abril y en él se darían cita científicos de varios países para intercambiar experiencias sobre cómo prolongar con mayor calidad la vida del ser humano. En ese ámbito se realizó el XII Seminario Internacional “Longevidad Activa y Satisfactoria”, el X Encuentro Internacional de Centenarios, el 8º de Enfermería y el Simposio de Salud Bucal en la Longevidad.
Casualmente, también por esos días, después de varios meses sin saber de él, Teo, un anciano de 77 años, vino a mi casa como siempre, con varios libros para vender. Lo noté más delgado y algo demacrado. Sin que yo se lo preguntara, me explicó que le había dado un infarto.
Hace ocho años, Teo ejercía de carpintero, pero la Policía lo arrestó cuando transportaba la madera para hacer una puerta. Además de confiscarle sus herramientas, le impusieron una elevada multa. Entonces, para sobrevivir, comenzó a vender sus libros, que no eran pocos. Ahora compra y vende por encargo.
Teo vive en una pequeña y maltrecha casa de madera que el comején (termes) se ha empeñado en derrumbar y que él, con sus 270 pesos de pensión, no puede arreglar. Tampoco va a pedir un crédito pues dice que a su edad y con su delicada salud ya no está para esos trajines.
Este señor lleva cuatro años esperando para entrar en un asilo de ancianos. Aunque no deja de hacer gestiones, no tiene muchas esperanzas, pues sabe que vive en uno de los municipios más envejecidos del país –Diez de Octubre-, donde para colmo de males el hogar de ancianos con mayor capacidad (el “28 de Enero”, en la calle Dolores y 12, Lawton) cerró hace unos años por derrumbe. Además, ahora su problema más inmediato es que las medicinas le cuestan 110 pesos mensuales, por lo que le quedan solo 160, que no alcanzan para comer y cubrir otras necesidades elementales.
Pero las dificultades que atraviesa Teo para alimentarse, comprar las medicinas, vestirse y vivir decorosamente son comunes a muchos otros ancianos.
Al comentarle sobre lo publicado en la prensa (“salud, alimentación, actividad física, cultura, motivación y entorno son elementos a tomar en cuenta en la búsqueda de la longevidad que cada vez se hace más notable en nuestro país”), me respondió que no ha visto esas acciones que supuestamente realiza nuestro gobierno en aras de lograr una longevidad activa, productiva y feliz. Y añade con irónica picardía:
“Y creo que yo debería estar enterado, pues tengo más de 70 años”.
Y yo me pregunto: ¿Se analizó sin tapujos la terrible situación de muchos ancianos en Cuba? ¿Se emprenderán acciones efectivas para resolverla definitivamente? ¿O quedará en simple propaganda lo cacareado por los medios?

No hay comentarios:

Publicar un comentario