domingo, 10 de agosto de 2014

Empresarias cubanas hablan de sus nuevos negocios, en el MDC

Empresarias cubanas hablan de sus nuevos negocios, en el MDC


 

JTAMAYO@ELNUEVOHERALD.COM


Una de las mujeres cubanas fabrica jabones de lujo. Otra es una planificadora de fiestas, y la tercera es dueña de una combinación de peluquería y gimnasio. Otra es propietaria de un restaurante, y la quinta sueña con expandir su pizzería “al resto de Cuba y más allá”.
Ellas usaron su propio capital para comenzar sus negocios, están sacando ganancias y tienen la esperanza de expandirse a locales nuevos o mejores y a nuevas líneas de productos, dijeron las mujeres el viernes en una conferencia en el Miami Dade College (MDC).
En una visita de grupo al sur de la Florida, las mujeres, quienes están entre los 20 y los 40 y tantos años, son algunas de las caras del lado exitoso de los esfuerzos del gobierno cubano por permitir más microempresas privadas que podrían ayudar a rescatar el país de su estancamiento económico.
Obtener las licencias para sus negocios no fue difícil, dijeron, y ninguna de ellas se quejó de los altos impuestos ni de inspectores del gobierno que piden sobornos, ambas áreas que han provocado quejas de otros cubanos cuentapropistas.
Los negocios pueden anunciarse con carteles y afiches, en la versión cubana de las páginas amarillas e incluso en Conocehabana, una aplicación para smartphones. Además, ellas pueden dar descuentos y otros privilegios a sus clientes más frecuentes, dijeron las mujeres.
El profesor del MDC Juan Antonio Blanco advirtió que, a pesar de las experiencias positivas y el optimismo de las mujeres, Cuba carece en estos momentos de “la ecología jurídica e institucional” que poseen otros países para garantizar la empresa privada.
Sin esas garantías, muchas preguntas quedan pendientes en el futuro de las microempresas en la nación insular -- restringidas a 201 categorías específicas -- dijo Blanco, director del Centro de Iniciativas Latinoamericanas y del Caribe del MDC.
La advertencia de Blanco se hizo eco de los comentarios hechos por el activista de oposición Eliecer Avila durante una presentación hecha el jueves en la noche para el Instituto de Investigaciones de Cuba en la Universidad Internacional de la Florida.
Las reformas del gobernante cubano Raúl Castro están beneficiando sólo a “pequeños sectores” del país, tales como restaurantes en áreas turísticas o en vecindarios densamente poblados como el de Centro Habana. Pero “no son prácticos para la mayoría de los cubanos”, agregó.
Las cinco mujeres están en una gira por Estados Unidos, para hablar de sus experiencias y reunirse con microempresas estadounidenses en sus mismos campos, organizada por el Grupo de Estudios Cubanos (Cuba Study Group), el cual está a favor de mejorar las relaciones de EEUU con La Habana.
Algunas recibieron entrenamiento en la empresa privada a través de Cuba Emprende, un programa que lleva a cabo la Iglesia Católica, y otras dijeron que ellas habían llegado por su cuenta al tipo de microempresas que los cubanos llaman autoempleo.
Yamina Vicente Prado, ex profesora de Economía de la Universidad de La Habana, dijo que ella empezó su negocio de planeamiento y decoración de fiestas, Decorazón, con su hermana que es fotógrafa, porque requeria poco capital.
La elegante tarjeta de negocios blanca y negra del Decy Salón de Decire Verdecia, afirma que se trata de una peluquería, barbería y gimnasio, y ofrece manicuras, pedicuras, masajes faciales y corporales y limpiezas faciales.
Sandra Aldana, entrenada como maestra de educación especial, fabrica y vende su línea de jabones de lujo D’Brujas, y Niuris Higueras lleva Atelier, uno de los restaurantes mejor conocidos en el barrio habanero del Vedado.
Marianella Pérez dijo que ella espera abrir una segunda Pizzanella en La Habana, y luego expandirse al resto de Cuba y fuera de ella. Higueras dijo jocosamente que ella tiene ocho proyectos en mente, pero el más intenso de ellos es una escuela para mujeres interesadas en los negocios.
En el caso de algunas de las microempresas, la mayoría de los clientes son cubanos. Para el restaurante Atelier, el 85 por ciento de sus comensales son extranjeros, dijo Higueras, y su margen de ganancia en un período de un año representa entre el 20 y el 25 por ciento.
Las mujeres agregaron que muchos cubanos prefieren trabajar para los negocios privados porque no sólo ofrecen mejores sueldos sino también mejores condiciones de trabajo y más motivación que la burocracia estatal.
Sus problemas principales, estuvieron de acuerdo las cinco mujeres, fue encontrar equipos y locales apropiados para sus negocios, cantidades y precios estables para los suministros que necesitan y entrenamiento para seguir mejorando sus negocios.
Alquilar locales de propiedad estatal es un proceso largo y complicado, y usualmente requiere reparaciones importantes, dijeron. Espacios particulares pueden ser más fáciles de alquilar pero más caros, y ninguna de las dos opciones responde por completo las preguntas con respecto a las garantías de contrato.
Higueras dijo que ella compra especias y utensilios cuando viaja al extranjero, y Vicente dijo que ella quiere tener su propio espacio para fiestas en Centro Habana. Ella agrego que seria bueno si los cubanos de Miami pudieran contratarla para organizar celebraciones para familiares y amigos en La Habana.
Una de las mujeres dijo que ella estaba considerando comenzar el largo proceso de establecerse como una cooperativa privada, recientemente permitidas por el gobierno, con la esperanza de importar sus propios suministros. Todas las importaciones están ahora en las manos del gobierno.
Las mujeres reconocieron además que el entusiasmo inicial por las microempresas, suscitado cuando el gobierno de Castro empezó a abrir las puertas a la empresa privada en el 2008, parece estar bajando.
El crecimiento explosivo inicial de Cuba en el número de licencias otorgadas para cuentapropismo se ha ralentizado, y sus cifras oficiales más recientes muestran que sólo 455,577 personas tenían licencias en un país de 11 millones de habitantes.
Casi 58,000 eran para la preparación y venta de alimentos y 48,000 para el transporte de pasajeros y carga, dos negocios que conjuntamente representaron 92,000 empleados contratados. Se otorgaron otras 30,000 licencias para el alquiler de casas o habitaciones.
“La marea está empezando a bajar”, dijo una de las mujeres.

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