martes, 26 de agosto de 2014

Epitafio del Metro de La Habana


Epitafio del Metro de La Habana

Los habaneros sufren la mitad de las guaguas que circulaban en los años 50, a pesar duplicase la población de la capital


Aqui yace un muertoLA HABANA, Cuba -Los trece municipios capitalinos, donde habitan más de 2,2 millones (Censo 2010), presentan un alto grado de polución y ruidos, que se complica con la falta de higiene, la basura sin recoger durante días, y el monóxido de carbono de autos con más de setenta años en uso, incluidos contaminantes vehículos  de la “era soviética”.
Hace más de treinta años hubo la esperanza de llevar al mínimo la contaminación vehicular con  la construcción del Metro de La Habana, .
Con la caída de la Unión Soviética, terminó la subvención. Hubo que pagar en Cash Se paralizaron grandes planes: la extensión de las Ocho vías, la construcción de la planta electronuclear soviética en Cienfuegos y, por supuesto, se engavetó el metro de La Habana.
El Metro fue comenzado en la década de los 80. La prensa de entonces mostraba mapas del recorrido, estaciones, subestaciones, costos (alrededor de un millón de dólares por kilómetro). La presencia de geólogos y equipos de perforación fue cotidiana en avenidas y barrios de la capital para extraer muestras de resistencia del subsuelo.
Cuenta Félix González Ochoa, profesor jubilado residente en Jústiz, Guanabo: “Las excavaciones comenzaron cerca de la Avenida Boyeros y Ciudad Deportiva. Recuerdo  equipos pesados, cisternas para agua, ómnibus con el logo METRO DE LA  HABANA. Parecía indetenible. Cierto día un jefe de obra nos reunió y dijo sentencioso: “Los trabajos del Metro quedan suspendidos por ahora. Pueden marcharse. Se les avisará”. Nunca avisaron. Esepor ahora rebasa los treinta años”.
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Desde comienzos del siglo XX, La Habana sueña con un metro. El crack de 1929 los pospuso. En 1980 la capital se llenó de huecos, pero un día las obras se detuvieron sin explicación
Se fastidió el Metro y con él otro modesto propósito, pero importante: el tren suburbano. Enlazaría muchos pueblos de la periferia capitalina. Poco se hizo: mejoría en las líneas férreas Habana-Wajay-Pinar del Río y se llevó el suburbano desde la Estación Central hasta Playas del Este conectando líneas en uso y ampliándose otras.  El nuevo servicio  suponía varios itinerarios diarios y reducir el endemoniado volumen de pasajeros por ómnibus, calculándose que son más de sesenta mil los residentes permanentes en áreas de playa y sus alrededores además de los  25 mil que diariamente acuden en tumulto a las playas, la distracción más popular y barata.
Se construyó una estación en Guanabo, playa a 30 kilómetros de La Habana,   hipotéticamente concebida para ofrecer servicios y bienestar a tantos pasajeros, pero ni siquiera en verano funciona porque la multitud que llega por tren alrededor de las nueve y 30 de la mañana cada día en único viaje en cinco vagones arrastrados por una cansina locomotora para retornar a las seis de la tarde con sus cerca de 800 pasajeros. El resto del año, inactivo. Estación amplia y  cómoda, pero sin empleados. Solo dos vigilantes nocturnos. ¡Qué curioso!, cerrada, sin uso. Monumento al derroche, a la falta de seriedad de un gobierno improductivo.
Hoy, Santo Domingo, San Juán, Caracas, Bogotá, Montevideo, Santiago de Chile, la mayoría de las capitales y ciudades populosas de América Latina tienen servicio de trenes urbanos, pero los habaneros están condenados a transportarse con la mitad de las guaguas que circulaban en la década del 50, a pesar de haberse duplicado la población de la capital.
Edelberto López, periodista oficialista de Juventud Rebelde, escribió (05-08-14): “Las dificultades que supone construir un metro suburbano en la capital por su alto costo, o incorporar otras modalidades de transportación cuyo despliegue también exige fuertes inversiones, obligan prácticamente a Cuba a aferrarse a los ómnibus, cada vez más costosos en los mercados internacionales, así como sus repuestos, neumáticos y combustibles, para tratar de mantener el indispensable [mal] servicio a la población”. Triste epitafio para el Metro de La Habana.

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