lunes, 20 de octubre de 2014

La vuelta de la rifa

La vuelta de la rifa

La lotería migratoria estadounidense, reeditada este año, no tiene el mismo impacto en la cotidianidad cubana que hace unas décadas.
Las posibilidades de que los ciudadanos cubanos puedan migrar legalmente a EEUU se han ampliado con el Diversity Visa Program (DV) que el Congreso estadounidense anualmente asigna a su Departamento de Estado.
Durante la década de los 90, las ilusiones de llegar a EEUU que no pasaran a través de la Sección de Intereses en La Habana (donde resultaban insuficientes los otorgamientos de visa) o través de los impensables riesgos que implicaba la "crisis de los balseros", se sostenían en un programa similar al DV, que en Cuba fue conocido como "el bombo". Con el requisito único de tener un familiar residente en EEUU —o persona que lo representara—, cada miembro adulto de una familia se inscribía en el sorteo.
La esperanza era depositada en que cualquiera de los inscritos le llegara la suerte, se estableciera y después reclamara al resto de la familia bajo la premisa de la "reunificación familiar". La frase "a Fulano le llegó el bombo" llegaría a convertirse en la metáfora de un hit parade que encabezaba el listado de éxito de toda conversación, o rumor, a lo largo y ancho de la Isla.
La noticia sobre el programa DV-2016, aunque ha prendido en la cotidianeidad cubana, no tiene, sin embargo, el mismo impacto que distinguiera al bombo de los 90. Ello se debe a que el Gobierno cubano, entre las reformas, aperturas y cambios acaecidos a partir de 2008, incluyó en las nuevas medidas migratorias la extinción del permiso de salida. Permiso que operaba como otra herramienta de control, aplicada a través de su Departamento de Inmigración y Extranjería. Sin el permiso de salida, los ciudadanos cubanos pueden viajar a cualquier región sin que medien cartas de invitación, personales o institucionales.
Aun así, el sinnúmero de ciudadanos ocupados en inscribirse ahora en la lotería del DV demuestra que muchos cubanos continúan optando por EEUU como destino. Quizás porque resulta todavía impensable que un cubano común pueda costearse, con su remuneración salarial, un boleto con destino a cualquier otro país donde tendría que asumir todos los gastos que implica.
El programa, que puede consultarse a través del sitio en internet  —y que no solo es excepcional para Cuba sino para seis regiones geográficas— tiene algunas variaciones respecto al bombo de los 90: no necesariamente debe existir familiar residente en EEUU; solo un miembro de la familia puede aplicar para el sorteo y declarar en su planilla de inscripción a su cónyuge y descendientes; y todo el proceso es a través de correo electrónico y sus consultas a través de internet.
Una joven licenciada en Lengua Inglesa y profesora titular de la Facultad de Lenguas Extranjeras en La Habana cuenta que ha sido solicitada por amigos, familiares, allegados y hasta vecinos, para la traducción de las instrucciones de DV-2016. "Si se me ocurriera vender cada copia de la documentación traducida, me podría comprar un nuevo televisor", dice entre risas.
La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) no registra el índice de ciudadanos que ahora acceden al DV-2016 como otra alternativa para migrar. Como sucedió con el fenómeno del Bombo, entre sus estadísticas tampoco existe ninguna referencia confiable sobre cuántos cubanos migraron a través de aquella opción. La única referencia de aproximación ahora sería registrar cuántas personas solicitan el servicio de traducción a terceros, o cuántos piden el favor (o pagan) para el servicio de enviar sus planillas en correos electrónicos, pues la opción de ETECSA con sus cuentas @nauta.cu no respalda el envío de imágenes y entre los requisitos obligatorios para aplicar al DV-2016 está el envío de fotografía del solicitante.
"Bombo, lotería, rifa… no importa el nombre. Lo importante es viajar para prosperar y reclamar a los tuyos", dice Eliecer Barrientos, uno de los que no tuvieron suerte en los 90.
A volver a intentarlo.

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