sábado, 29 de noviembre de 2014

Desde mi ventana gris

Desde mi ventana gris

352_ventana-grisCuba actualidad, Guatao, La Habana, (PD) En los países cerrados todos los ciudadanos tienen temor a emitir cualquier tipo de criterios. Unos de los temas más decisivos para una sociedad (de cualquier tipo) deben ser las políticas públicas que tomen los gobiernos con relación a la economía doméstica que regirá la mesa de sus gobernados.
Pero, cuando se ha castigado durante tantos años a quienes levantan su voz y emiten criterios, críticas o sencillamente disienten del emperador, el resultado es nefasto. La pérdida del tan útil diálogo social y el debate público, da lugar al nacimiento de ciudadanos indolentes, y el difícil síntoma de la enfermedad cuasi crónica que afecta tanto, la apatía colectiva y hasta personal.
Una de las frases más importantes e ingeniosas del profesor Ludwig von Mises, para romper la inercia en la opinión pública económica y de su gremio, o sintomatología del economista neutral, fue descubierta por Murray Rothbard hace varios años. En tal sentido, Rothbard llama la atención sobre lo que escribió Mises:
“Un economista investiga si una medida a puede producir el resultado p, para cuya consecución ha sido recomendada, y descubre que el resultado de a no es p sino g, que todos, incluidos los partidarios de la medida a, consideran indeseable. Si nuestro economista expone el resultado de su investigación afirmando que a es una mala medida, no está emitiendo juicios de valor. Se limita a decir que desde el punto de vista de quienes desean alcanzar el objetivo o la medida a es inadecuada.”
Excelente justificación para los economistas espantapájaros que aún se abstienen de criticar en Cuba el desahuciado sistema económico socialista de economía planificada o despilfarrador que hemos tenido durante décadas.
Mises insiste en que el economista no es un político: ” El economista no dice que la interferencia del gobierno en los precios de un artículo es improcedente, mala o inviable. Lo que dice es que tales interferencias no mejoran sino empeoran las condiciones, desde el punto de vista tanto del gobierno como de quienes respaldan las interferencias.”
Si alguna frase inteligente aprendimos a fuerza de palos hace años, era que no importaba lo que pedíamos, sino en la forma en que lo pedíamos.
Los economistas cubanos después de leer estas encomiables sugerencias y análisis del profesor Mises, pienso y creo que, tienen la palabra, sin la temerosa necesidad de emitir juicios valorativos. Tienen la enorme responsabilidad de convencer a quienes controlan casi todo desde sus burocráticos autos y sillones.
¡Saludos desde el socialismo salvaje!
Para Cuba actualidad: joisygarcia@gmail.com

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