lunes, 22 de diciembre de 2014

Obama, Raúl Castro y San Lázaro: se abren las apuestas


Se anunciaron las relaciones entre Cuba y EE UU, el Día de San Lázaro. Los cubanos celebraron al orisha, renacieron las esperanzas

Fotos: Elio Rojas Sabina
TRINIDAD. Cuba. — De La Habana al poblado de El Rincón, miles de fieles peregrinaron. A 18 km de la colonial ciudad de Trinidad (Patrimonio Mundial de la Humanidad), en la comunidad “El Condado”, en un pequeñito templo, los villaclareños celebraron al santo, con peregrinación, bailes, comelatas y apuestas. Unos asisten con el propósito de rendir tributo o pagarle alguna promesa al santo otros al orisha más popular de la religiòn Regla de Ocha o Santería cubana, para ambos casos la posibilidad de probar suerte y ganar algún dinero se presenta posible, ya que en patio del templo se organizan apuestas a partir de juegos de azahar.
Los festejos suelen comenzar días antes. En esta ocasión la arrancada fue dada justo a las 12 am del día 17 de diciembre. Tras los ritos de rigor que incluyen la matanza y el desangramiento de animales se pasa al toque de tambores y entonar cánticos y oraciones.
La festividad suele extenderse por varios días durante los cuales los devotos depositan en el altar sus dadivas que incluye dineros, tabacos, rones, dulces, u objetos personales, algunos de gran valor. Después de ofrecer la ofrenda pasan a la tina de agua bendita donde rocían sus cuerpos con el sagrado líquido y efectúan un  despojo.
El mayor espectáculo sin embargo lo ofrece la colocación y encendido de miles de velas frente al altar. La suma de todas las luminarias emite un calor que obliga al devoto a alejarse pronto de ellas y salir al patio en busca de un respiro, sin saber que allí, le espera la más increíble de las sorpresas.
Foto de la fundadora del templo
Lo primero que observa es una inmensa valla donde se pelean gallos de esplendoroso plumaje y afiladas espuelas, que luchan entre sí por agrandar el patrimonio monetario de sus dueños, que apuestan duro al ave que nunca les ha defraudado. Mientras se lanzan al ruedo los gladiadores un par de guardias caminan nerviosamente entre la multitud mirando para otro lado mientras el apuntador registra las apuestas. La orden que tienen es la de intervenir solo si arma alguna trifulca.
Para quien no gusta de la sangre existen opciones dignas de un casino en Las Vegas.  La ruleta, el vacará, los cubiletes… Cada golpe de dados es acompañado por gran algarabía que sólo es interrumpida por el pregonero que anuncia desgalillado que tiene pan con lechón y comida criolla.
Aquellos que ganan las apuestas se dicen bendecidos por el santo, por cuanto antes de marcharse del lugar hacen las mejores de las ofrendas, al menos, monetariamente hablando.
Y junto con ellos parten del lugar el resto de los presentes. Unos con la paz espiritual de haber pagado la promesa, otros con el gozo de haber hecho una nueva amistad.
Para los cubanos fieles a San Lázaro (la mayoría de los cubanos), con el anuncio de Obama y Raúl Castro de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, renacen las esperanzas de mejorar su nivel de vida. En política y cosas del cielo: se abren las apuestas.

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