lunes, 9 de febrero de 2015

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA: ACAMPARON EN SAN CRISTOBAL.

POR: GUIJE CUBA


El 9 de febrero en la Historia de Cuba


• 1896 -

Antonio Maceo y sus fuerzas acamparon en San Cristóbal, con el fin de atender a sus heridos. La Ciudad de San Cristóbal estaba en poder de las tropas invasoras.
- Adolfo Dollero en “Cultura Cubana (Pinar del Río)”, Imprenta de Seoane y Fernández, La Habana, 1921, página 84: Diario del general Alberto Nodarse de la Invasión en la Provincia de Pinar del Río.

   “"El día 9 en las afueras de San Cristóbal fue duramente batida otra columna que se encaminaba a Candelaria. A las 10 de la mañana emprendimos marcha con rumbo a Las Lomas", acampando en el demolido Ingenio "Flora" a las 5 de la tarde.”

- José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 54-55 describe los acontecimientos del 9 de febrero de 1896 en la Historia de Cuba:

   “El día 9, estando Maceo en San Cristóbal, una sección a caballo que salió a practicar un reconocimiento por el camino de Santa Cruz, divisó la vanguardia de una columna que se dirigía a San Cristóbal y con la cual tuvo pendencia. La noche anterior, dentro del caserío de Santa Cruz, los soldados de dicha columna dieron muerte al corneta de órdenes de Maceo, el bravo y temible Leoncio Estives, llamado el Congo. Salieron furtivamente del vivac, él y otro camarada de iguales arrestos, con el propósito de dar un paseo nocturno o de correr una aventura en Santa Cruz, y se hallaron de manos a boca con los soldados españoles, liándose a brazo partido en la vía pública, a machetazos los dos insurrectos, a culatazos y a tiros la escuadra de granaderos, y en la terrible contienda cayo el intrépido Leoncio, no sin hundir el sable hasta la empuñadura en el vientre de uno de los luchadores y cortándole a otro la muñeca. El camarada de Leoncio mató a otro soldado, y escapó con un bayonetazo en el cuello. ¡Tremendo desafío!

   “Maceo adoptó las disposiciones oportunas para que el pueblo de San Cristóbal no padeciera los estragos de un combate en sus mismas calles, y apostó la tropa a dos kilómetros de la localidad, al lado de la carretera. La columna entro en el caserío a descargas cerradas y haciendo disparos de cañón, como si la plaza estuviese defendida por un cuerpo de ejército. Cuando el jefe sitiador se convenció de que en el pueblo no existía una sola escopeta amenazadora, tomo posesión del lugar, inquirió los informes necesarios y emprendió la ruta de Candelaria, desviándose de la carretera para esquivar el choque con las partidas de Maceo. Mandaba dicha columna el coronel Hernández de Velasco, hombre de pundonor y buen militar, cualidades que demostró en diferentes episodios, además de la hidalguía; pero, no en la ocasión que ahora historiamos, pues dejó en el pueblo de San Cristóbal el triste recuerdo del pillaje a que se entregaron sus soldados, y no dio testimonio de marcialidad al proseguir la marcha por el camino de Candelaria. El coronel Hernández de Velasco sabía perfectamente la situación de Maceo; lo sabía por un funcionario español, el Registrador de la Propiedad del término de San Cristóbal, que nos lo dijo pocas horas después del suceso, al referirnos lo ocurrido entre él y el jefe de la columna, de quien era amigo viejo. La brigada de Luque, mandada a la sazón por Hernández de Velasco, eludió el ataque de Maceo en las inmediaciones de Río Hondo, separándose de la calzada, y apresurando el paso por la orilla opuesta de la posición que ocupaban los insurrectos. No hubo más que escaramuzas en todo el trayecto. Tuvimos cinco bajas, y no podemos indicar las de la columna española, porque no hemos dado con ningún documento que haga referencia a esta acción. Hernández de Velasco sólo dio cuenta de lo ocurrido en Santa Cruz.”

- Entraron en Santa María del Rosario las fuerzas cubanas mandadas por el general Adolfo Castillo, siendo avistadas por los españoles de voluntarios que ocupaban la iglesia, desde la cual comenzaron sus descargas de fusilería. No se arredraron los cubanos, que se dividieron en dos secciones: una por el sur y otra por el este, logrando incendiar alrededor de 40 viviendas. La iglesia y la ciudad por entera hubiesen caído en poder de los cubanos, a no ser la súplica de una comisión de damas que fue a entrevistarse con el general Adolfo Castillo, suplicándole dejara sin efecto el ataque que iba a costar la existencia de la población, petición a la que el jefe cubano accedió en un rasgo de gentil civismo y aun cuando no hallara reciprocidad de trato el ejército libertador en ninguna comarca de parte de los españoles. Pero como la guerra tiene sus exigencias, el propio general Castillo tuvo que acometer nuevamente la empresa que se había propuesto. Fue el 28 de junio de 1897 bajo el fuego que vomitaban los ocho fuertes en los cuales estaban parapetadas fuerzas regulares españolas del batallón Lealtad. El general Castillo tomó personalmente la trinchera situada frente a la iglesia, que era el fuerte principal; pero al final tuvieron que retirarse las fuerzas cubanas por la superioridad y posiciones de los contrarios. Dos veces más intentaron los patriotas tomar la ciudad de Santa María del Rosario, lo cual fue imposible, pero siempre causando daños enormes e inflingiendo serias perdidas. Hay que tener en cuenta que todas las poblaciones de los alrededores de La Habana estaban fortificadas y defendidas por la mejor y más numerosa tropa regular.

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