viernes, 27 de marzo de 2015

“¡Hay que oír cada disparate en este país!”


Una carta publicada en el diario oficialista Granma, de uno de sus lectores, pide que el Estado tope los precios de los cuentapropistas, para proteger “al pueblo trabajador de los precios abusivos”

Trabajador por cuenta propia, Cuba_archivo
Trabajador por cuenta propia, Cuba_archivo
LA HABANA, Cuba. -No obstante la imagen que se esfuerza en brindar el castrismo acerca de la pequeña empresa privada, en el sentido de haber ampliado esta actividad como parte de las transformaciones económicas que tienen lugar en la isla, lo cierto es que ese sector no estatal de la economía afronta no pocos obstáculos.
Altos impuestos, la carencia de un mercado mayorista donde adquirir los insumos y materias primas, el no reconocimiento por las autoridades de la totalidad de los gastos en que incurren los negocios privados, así como el exceso en las fiscalizaciones de las Declaraciones Juradas de Ingresos Personales, entre otras, son algunas de las trabas que a diario se interponen en el camino de los cuentapropistas.
El pasado viernes 20 de marzo, el periódico Granma publicó dos trabajos que contienen sendas ‘recomendaciones’ que podrían entorpecer o herir de muerte al trabajo por cuenta propia. El primero de ellos , “¿Dinero bien pagado?”, es un reportaje sobre los pagos de entidades estatales a cuentapropistas en la provincia de Holguín.
El propio título del reportaje— con esa interrogante incluida— ya deja entrever una desconfianza hacia ese tipo de transacciones, que el pasado año ascendieron a 36 millones de pesos. Las autoridades holguineras insisten en que las entidades estatales deben agotar todas las posibilidades que brinden los proveedores del sector gubernamental, a la hora de adquirir productos o servicios. Y solo, en última instancia, acudir a los trabajadores por cuenta propia.
Los pagos estatales a los cuentapropistas en el referido territorio, con miras a su control exhaustivo, deben pasar por una estructura burocrática que incluye la Unidad Central de Auditoría del Gobierno, la Comisión de Cobros y Pagos, y el Consejo de Administración Provincial. Y a propósito, ¿qué queda de la tan cacareada “autonomía empresarial”, si los empresarios apenas pueden decidir a quién comprarle lo que necesitan?
El otro material aparecido en Granma es la carta de un lector, “Por el afán desmedido de obtener mayores riquezas”, que se queja de los precios que imponen los cuentapropistas que poseen medios de entretenimiento para los niños en el municipio de Palmira, en la provincia de Cienfuegos. Además de esa situación específica, el autor de la misiva extiende su crítica a todos los cuentapropistas, y expresa en uno de sus párrafos: “Considero que los Consejos de la Administración, tanto municipales como provinciales, deben topar los precios de las ofertas de los cuentapropistas, protegiendo al pueblo trabajador de los precios abusivos, y dándole a ese pueblo una base legal con la que pueda reclamar sus derechos”.
Conviene recalcar que una opinión de ese tipo, aparecida en el órgano oficial del Partido Comunista, no puede ser subvalorada en modo alguno. Así comenzaron los ataques contra los trabajadores por cuenta propia que vendían artículos del hogar, a los que se calificaba de ‘revendedores’. Al final, esa actividad fue prohibida, y muchos cuentapropistas que la ejercían perdieron sus licencias y quedaron desempleados.
Cuando comenté la carta del lector de Granma con el propietario de una cafetería de mi barrio, el hombre reaccionó indignado: “No me diga,…así que son abusivos los precios de los cuentapropistas… Óigame, abusivo es el impuesto que yo pago, que ya me lo han subido tres veces; abusivo es que yo gasto más del 50% de mis ingresos en comprar todo lo que necesito para trabajar, y la gente de la ONAT solo me reconoce como gasto el 25%; y abusiva fue la multa que me impusieron el año pasado, de varios miles de pesos, cuando estimaron que yo había subdeclarado los ingresos personales. ¡Hay que oír cada disparate en este país!”

ACERCA DEL AUTOR

Orlando Freire Santana
Orlando Freire Santana
Orlando Freire. Matanzas, 1959. Licenciado en Economía. Ha publicado el libro de ensayos La evidencia de nuestro tiempo, Premio Vitral 2005, y la novela La sangre de la libertad, Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka, 2008. También ganó los premios de Ensayo y Cuento de la revista El Disidente Universal, y el Premio de Ensayo de la revista Palabra Nueva.

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